3

1.6K 174 40
                                    

Su rostro se desvía, no me doy tiempo a ver su reacción, salgo corriendo como una loca, llego a la enfermería y me tiro dentro, cierro la puerta detrás de mí.

Carter me observa como si estuviese desquiciada.

—¡No sabes lo que acabo de hacer! —Ahora es donde siento el terrible dolor en mi mano, genial, no solo las muñecas y la cabeza.

—¿Tiraste con el capitán en el descampado? —Se emociona. —¡Picarona! Siempre me gustó, pero no juega a las espadas.

Se encoje de hombros con una mueca de decepción.

Recobro el aire por todo lo que corrí.

—¡No! Le di un derechazo, y se sintió terriblemente satisfactorio. —Recargo mi espalda contra la puerta con fuerza.

—¿¡Que hiciste qué?! ¡¿Le pegaste a un capitán!? —Sus ojos casi se le salen como canicas. —Niña, yo que tú me devuelvo a la avioneta y me suicido, no quiero pensar en el terrible castigo que va a darte por golpearlo. ¡Nadie lo ha hecho, y lo dices tan tranquila!

—Pues yo sí, y merecido por desgraciado, no estoy en estado para ser torturada. ¡Ese maldito Coronel quiere meterme a su cama como sea!

—Nunca acepta un NO, pero una vez que lo logra te consiente, tanto que la chica que era "suicida" la ayudó con una bala en la cabeza por no mamarsela bien. ¡Es un maldito demonio!

—Iugh. —Hago una mueca de asco, mi mano duele demasiado. —Carter, creo que me fracture la mano.

—Es normal cuando golpeas tan fuerte, espero no le hayas destrozado el rostro, me gusta verlo entrenar y su rostro todo precioso. —Se levanta y toma unas pastillas. —Esto te arreglará el dolor de cabeza por la soleada que te diste y este, es un analgésico fuerte para que no se te inche la mano como un guante.

Recibo las pastillas y las bebo rápidamente con agua el agua que me ofrece, me siento en la silla frente a la suya ya más calmada.

—¿Puedo quedarme aquí? No sé qué lugar es donde dormiré y no quiero salir a encontrarme al ruso con acento británico que acabo de golpear, ni a su padre un ruso que es tan borde que me dan ganas de arrancarle la lengua.

Para decirle.

¿Por qué no respondes? ¿Te comieron la lengua? El maldito siempre me ignora.

—Claro que si, ahora vuelvo te traeré algo de comer, mientras descansa porqué esas marcas me dan ganas de arrancarme los ojos. —Asiento lentamente.

Me recuesto en la silla y cierro los ojos con pesar, me arde, mi visión está débil y mi estómago ruge bruscamente, no sé cómo soporté tanto y no estoy desmayada, pero soy superior a ellos y tenía que demostrarles que ninguna tortura es suficiente para derrotarme.

Me dejo caer unos segundos en la profundidad de un tranquilo sueño, dejo caer mis manos por sobre mi vientre e intento dormir un par de minutos, él solo pensamiento de estar embarazada me da una debilidad terrible.

—...Esta no es tu deuda, es la mía...

Pego un brinco en cuanto recuerdo ese suceso, abro los ojos y solo la oscuridad de la enfermería me recibe, dejo ir un suspiro frustrado, desearía que nada de eso hubiese sucedido.

—Hace mucho no me daban un derechazo fan fuerte. —No me sorprende, veo de reojo a Rhyss.

¿Qué rayos hace aquí? Duh, va a matarme.

Está apoyado a un lado de la puerta, no puedo verlo bien por la oscuridad, solo su cabello que es blanco.

—Tengo que custodiar, el Coronel lo ordenó.

RHYSS. [AKDR #4]. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora