RHYSS. [AKDR #4]. ©

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SAGE THYSSEN.

Base militar, Athastone.

Mis ojos lo buscan de inmediato, paso casi atropellando al Capitán Wilson, Carter me sigue, hay varios... Heridos, llenos de sangre, inconscientes. Casi todos se desploman, por primera vez veo a alguno de ellos que llora desconsoladamente.

Al quien llamaron Capitán Bogdanov se quita una máscara de gases, Carter va auxiliarlos, pero mi esperanza cae por un abismo cuando todos vemos que no es el Capitán.

No es Rhyss.

—¿Y el Capitán? —Carter indica que lleven a los heridos con pulso al consulto, mantengo la mirada sería cuando el Capitán Wilson se posa a mi lado.

—Así es la vida de un soldado, querida. —Me sonríe descaradamente. —No sabes cuándo puedes morir y me parece que el hijo de papi se nos fue.

Lo encaro, sus ojos tienen esa chispa de malicia.

—Concuerdo con lo que dices, menos con lo último. —Acorto el espacio. —No sabes cuándo puedes morir, querido.

A estas alturas no me importa que me vean o señalen de asesina, Rhyss no está muerto.

—Yo que tú no me acerco mucho, no tienes idea de lo peligrosa que puedo ser. —Lo empujo a un lado y me acerco a Carter que está hecho un caos con todos los heridos.

—¿Donde está Rhyss? —Pregunto al de la máscara, está sin aliento y sangrando por todas partes.

—Se quedó. —Logra articular con la barbilla temblando. —Se quedó por un soldado que tomaron por rehén y también para nosotros podamos salir vivos. ¡Tenemos que contactar con el Coronel!

—Imposible. —Capitán Wilson se planta a mi lado cruzado de brazos. —Debe estar muerto, además la misión del Coronel llevará días y no podemos contactar a menos que él lo haga con la sede o base.

—¿En donde se quedó? —Pregunto sin mostrar todo el interés que tengo.

—No irá nadie al suicidio por tus caprichos. —Me inclino a verlo. —Está muerto, los Volkov no dejarían con vida al hijo de su enemigo, además, esa operación debieron dársela a alguien con pantalones grandes.

—Por lo que veo, no estabas ni en el último plano en la elección para la operación.

—No sé que vio el Coronel en ti. —Se burla. —Ni pienses que saldrás o que por ser la que se tira el Coronel tendremos que obedecerte.

Me le acerco más. —No me retes, si digo que voy a buscarlo, yo voy, no te estoy pidiendo permiso, tú aquí eres nada a mi lado grábatelo bien.

El de la máscara me dice cómo llegar, no puedo irme sola, pero tengo que hacerlo.

—Como jodes. —Veo a Wilson. —¿Que me ves?

—¿Planeas irte sola? —Inquiere fríamente. —El Coronel dijo que no podías salir y no puedo dar la orden.

—Planeo irme sola o con los que quieran ir, no me interesa su absurda advertencia.

Intenta tocarme y le suelto un rodillazo, lo inmovilizo con una fácil maniobra que me enseñó Darrik.

Siempre me enseñaba muchas cosas, pero nada que él no pudiese resistir o ganar.