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Abro los ojos e intento incorporarme pero mi cabeza duele horrores. Siento aún la sangre seca en mi cabello alrededor la zona del corte que me realicé durante el camino, por arriba de la nuca para que sea creíble.

No me desmayé, creo que la navaja tenía algún sedante o algo que al cortar y entrar hizo efecto en cuestión de minutos. Como una criminal estoy atada a la camilla y solo puedo levantar mi torso.

Me muevo con desesperación mostrándome indefensa y asustada, no puedo mostrar mis habilidades, no hasta conseguir el objetivo.

Pienso en Danielle, espero esté bien. Debe estarlo, de no ser por el show...

—No tuve que mover un dedo, sabía que vendrías por ti misma, aunque...te facilitaron la llegada. —sus malditos iris se posan en los míos y evito mirarlo, como si me crease miedo.

Aunque mis ojos buscan en su abdomen algún rastro de la apuñalada que le dí.

—¡No sé quién eres, ni sé de qué me hablas! —objeto ante sus palabras, me escudriña, sigue mis leves movimiento y luego se yergue logrando quedar más alto.

—Trae al intercesor. —ordena cerca a la puerta de madera, observo discretamente el lugar.

Un ambiente asqueroso; polvo por todas partes, piso lleno de tierra y pedazos de cemento seco. Solo hay una pequeña ventana rectangular cerca al techo, por aquella veo que estamos bajo el suelo normal.

No pasan ni 5 minutos que Niel aparece tropezando y llega a la mirada de Brandon. El ojiazul le da una mirada de pies a cabeza.

—¿Qué le pasó en la cabeza? —inquiere sin preámbulos.

—Tuvo un accidente cuando huía de otros ex miembros de la organización no sé cómo llegaron a ella, después ocurrió el choque conmigo, se golpeo la cabeza y cuando despertó no paraba de preguntar por su mamá. —habla viéndome de reojo, le guiño. —Cuando llegué a la ubicación, una rubia de ojos oscuros la golpeó con un tronco desatando la sangre y empeoró todo.

—¡¿Quienes son ustedes!? —me muevo como gusano en sal.

—¿Que tan fuerte fue el golpe del último accidente? —me ignora, sé que intenta encontrar algún rastro de mentira en Niel.

—Muy fuerte, un impacto gracias a que nos estaban persiguiendo.

—¿Y por qué tú no has perdido la memoria?

—No sufrí mucho el impacto, el auto que robé contaba con el globo blanco que se infla cuando se choca la parte delantera. Ella sufrió todo el golpe por querer huir torpemente.

No hay cámaras para corroborar. ¡Punto para mi, hijo de puta!

—Lárgate. —le ordena volviendo a mi.

Se gira durante cortos segundos y luego se devuelve. —Señor, por cierto... creí oír que Aider Snow dejó ir a una francesa. Están peleando en el vestíbulo y estoy solo cuidando a una mujer y un hombre que no para de amenazarme.

Vuelvo a tener alivio en mis pulmones luego de sus palabras, todo va...según al plan.

Me encargaré. no metas tus narices donde no debes. —responde seco y amenazante, Niel se retira y justo otra persona abre abruptamente la puerta.

Coraline Villeng.

¡Maldita seas!

Fijo los ojos en la mujer vestida de empresaria, parece furiosa y lleva el cabello exactamente del mismo color de su papel de Solange Bronova.

—¿Mamá? —inquiero como si verla fuera la mayor sorpresa de mi vida. —¡Mamá! ¡Dile que me suelte!

Hago un gesto de dolor en la cabeza y Brandon sigue mirándome como un enigma.

RHYSS. [AKDR #4]. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora