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Una vez instalada en la pequeña habitación, Rhyss se sienta a la orilla sin despegar sus ojos de los míos.

—¿Que pasa?

—No puedo creer que vayas a ser madre tan joven. —musita tranquilamente, aunque parece que no es su única inquietud.

—No lo tenía planeado, pero sucedió y no iba a abortar en plena base.

—Lo sé. —acaricia mis piernas sobre su regazo. —¿Ya tienes nombres?

—¿Nombres? No lo había pensado pero ahora podemos hacerlo. ¿Tienes alguno en mente?

¿Que nombre les puedo poner? Me gustaría que fuese de acuerdo al padre, si son de Darrik es seguro que serán unos loquillos y desquiciados, aunque si me gusta su padre amaré a estos pequeños aunque sean desquiciados como él.

—¿Con qué inicial te gustaría?

—Con la D.

—Es la inicial de su padre. ¿No? —su voz sale neutra.

—Si. —se levanta y me hago a un lado para que se siente más cerca, nota mi intención y se sienta más cerca, sus nudillos se deslizan por mi mejilla.

Estaré mucho tiempo aquí y necesito relajarme, Rhyss es un magnífico hombre y sé que puedo confiar en él, yo hice que sea así.

—El padre se llama Darrik, es un hombre poderoso e inteligente. —musito atrayendo su cuerpo contra el mío. —Te dije cuando te di la opción de venir conmigo, te dije que yo no soy mujer de uno, soy de todos ellos, me protegen y a su manera me aman.

Evoco los momentos durante la sesión con el líquido de Darrik, el chico de la heterocromía roja induce a sus pacientes en un estado donde puede charlar con el subconsciente y manejar todo a su antojo, es lo que hice con Rhyss.

—Lo sé. —desliza su mano por el inicio de mi mandíbula y en segundos estampa sus labios contra los míos, llevo mis manos por sobre sus hombros y cada segundo se vuelve una tortura.

Nos separamos al momento en que la puerta es abierta, entra una mujer que viste de enfermera.

—Buenas tardes. —nos saluda y se mueve por el interior de la habitación sin despegar los ojos de los papeles que trae en la mano.

—Buenas tardes... —decimos al unísono en un murmuro, él me hace verlo y sonríe.

—¿Quieres comer algo? ¿O que me encargue de algo? —me recuesto en la cama y asiento.

—Algo dulce. —asiente y vuelve a besarme.

—Yo me encargo. —se levanta no sin antes mirar a la enfermera, cualquier persona nos resulta sospechosa en nuestra posición.

—Mi nombre es Carmen, soy quien te administrará las vitaminas y todo lo que requiere tus bebes, la doctora Marcela me encargó ser discreta, no se preocupe.

—Bien. —la analizo durante segundos que ella se encarga de arreglar y mantener las cosas en su lugar, como una habitación común deja todo impecable con bebidas en un mini nevera.

Me deja toallas sobre un pequeño estante y me entrega el control de la televisión.

—Son tres comidas al día más el postre; durante la tarde debo suministrar vitaminas y frutas para evitar una posible anemia.

Asiento mirando toda la habitación, se me ocurre prender la televisión y lo primero que veo es noticias sobre lo que sucedió en la base de Athastone. Todo se ha esparcido, la noticia vuela a todo lugar y no saben quién diablos hizo tanto caos.

RHYSS. [AKDR #4]. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora