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Rhyss me lleva junto al puto Sargento, menos mal que apareció con todo su escuadrón, nos encontramos con el Coronel que solo lleva un parte en forma de x en la frente, me observa fijamente, no con odio ni molestia.

Si no con interés.

Claro, les rompes una botella en la cabeza y se enamoran. Que extraños son los militares de aquí.

—¿Que me ve? —Le gruño. —¿Se le perdió una como yo o que?

Él hace una señal, el Sargento aprieta mi brazo.

—¿A donde le llevamos a la prisionera, mi Coronel? —Inquiere apretando sus mugrosos dedos en mi brazo, por otro lado Rhyss no trae el uniforme igual que su padre, si no algo simple pero bien equipado.

—Necesita un escarmiento, llévela con las mascotas. —El Sargento y Rhyss se tensan a mi lado, se miran entre sí y luego al Coronel.

—¿Está seguro de eso, mi Coronel?

—¿Qué es esa pregunta tan imbécil, Bogdanov? —Le regaña con cansancio. —¿No me escuchó? Que la lleve donde las mascotas, es una orden.

—¡Como ordene, mi Coronel! —Sargento y Capitán le dedican un saludo militar y me llevan con ellos.

Entramos en un lugar donde nuevamente me colocan cuerdas, esta vez de metal en cada mano, no me puedo resistir, Rhyss me sostiene con fuerza contra su cuerpo para impedir que me mueva.

—Eres un maldito cobarde. —Le susurro, termina por atarme, hay un muro de ladrillos bien hecho donde me ayudan a subir.

Finalmente quedo con los brazos extendidos y separados como una "Y"

—Imbécil. —Murmuro mirándolo fijamente a los ojos. —¿Otra vez?

—Shh, Shh. —Sisea burlón. —Ese vocabulario, señorita.

Aparece el Sargento con una sonrisa.

—Listo. —Ambos se retiran.

Al menos no estoy bajo el sol... No he podido dormir una mierda, mis pies me duelen horriblemente.

Veo algo asomarse y subir a donde estoy, una tarántula y... No es la única, una serpiente larga y con colmillos se arrastra subiendo, ese puto Coronel.

—¡Rhyss! —No voy a decirles que tengo la sospecha de estar embarazada, ahora no me creerán.

Y eso solo me compromete más.

Si una de esas cosas me pica, adiós venganza, las arañas empiezan a subir más y caminan en mi dirección.

—¡No! Aléjate, maldito bicho aléjate. —Mascullo. —¡Coronel!

Veo a Rhyss asomarse una vez que llamo a su padre, me observa cruzado de brazos apoyado en la pared.

—Estas ayudando a tu padre para que logre meterme a su cama. ¿Verdad? —Estando atada no puedo moverme mucho y esa cosa se está acercando cada vez más.

—No sé de qué hablas. —Frunce las cejas. —Este es un castigo por intentar escapar, no puedo negarme a sus órdenes.

—Eres un maldito cabrón. —Empiezo a mover mis piernas con brusquedad una vez que se retira, hasta que...

Me detengo al sentir algo en mi pierna izquierda, el aire abandona mis pulmones, un fuerte dolor se desata en mi pierna por tal movimiento a la hora de patear a la serpiente que me mordió.

—¡Rhyss! —Me veo obligada en llamarlo. —¡Rhyss, maldita sea, me mordió!

El dolor intenso y ardiente se extiende por mi pierna, siento un fuerte mareo cuando intento tirar de las cadenas en vano.

RHYSS. [AKDR #4]. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora