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Morris se ofreció a hacerme compañía durante el desayuno, aunque sé que se lo pidió Carter.

No me afecta, de hecho me agrada no estar sola en una mesa frente a casi todos los soldados me ven como una chuleta de carne andante.

Son dos meses aquí y se nota el embarazo para mí, nadie menos yo lo ha notado por la chaqueta militar que siempre llevo puesta y el Coronel cuando me somete a ser su perra tampoco lo ha notado, solo se complace y se larga o me echa.

—¿Planeas seguir ocultándolo?

—¿Eh? ¿Ocultando qué?

—Tu embarazo. —me ahogo con la bebida frutal ante las palabras de Morris.

—¿Qué? —intento respirar.

Sonríe burlón.

—No soportas la colonia de Carter, tienes más hambre que antes y rechazas ciertos alimentos como; los frutos secos, papillas de verduras, la salsa para el hígado y otras cosas más. Te niegas a dar trompadas, dicen que te crecieron los pechos... —hace una pausa para comer sus frijoles negros. —Tienes antojos que disfrazas como "Me apetece urgentemente..."

—No es...

Levanta la mano que tenía bajo la mesa y desliza en mi dirección el paquete.

—No puedes vivir sin comer snack de arándanos bañados en chocolate, ¿Quién rayos come eso? Sabe mejor con las fresas. —niega al ver que tomo el paquete sin dudar.

—No es lo que crees, —miento. —es que soy caprichosa, me gusta que...

—Claro. —sigue comiendo.

—¿Por qué tienes los snacks?

—Carter me los dio —deja una barra energética de grosellas. —Dijo que no puedes vivir sin ello.

Carter desde mi primer antojo se convirtió en mi proveedor de esas cosas tan deliciosas.

—¿Carter piensa lo mismo?

—No, lo descartó hace una semana, pensó que solo era algo psicológico porque estás encerrada. —se levanta junto a su bandeja. —Sé que no compartimos mucho, pero confía en que tienes un amigo en mi para lo que necesites.

—Lo sé. —se va.

Observo la bebida un tanto inquieta, mi desayuno amenaza con volver al recipiente de loza.

—Ahora no... —mascullo.

Salgo del comedor dejando la bandeja sobre la mesa, necesito aire. Veo el descampado libre de soldados, los otros se encuentran en las carpas verdes enormes alrededor de la base donde aprenden tácticas militares y otras cosas.

Rhyss extrañamente sale del consultorio de Carter logrando que me detenga. Rhyss es todo lo bueno aquí, suele complacer mis antojos cada que se lo pido, sin saber que son antojos, claro está.

—Rhyss. —camino en su dirección mientras él intenta mirar a otro lado, que extraño. —¿Que te dijo el Coronel?

—Nada importante... —intenta irse y lo detengo sosteniendo su muñeca.

—¿Que pasa? —ignoro su acción y lo abrazo como una tonta envuelta en sentimientos que producen mi embarazo.

Siempre intento contenerlos pero con él a veces no se puede.

—Tengo anto... —carraspeo. —Apetito urgente de chocolate caliente junto a una compañía...

—Estoy ocupado, Evadne. —no me ve a los ojos, se aleja en cuanto suelto su mano, me desconcerto un poco, pero lo dejo estar.

RHYSS. [AKDR #4]. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora