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Tiene un estante lleno de libros de medicina y otras cosas divertidas, tomo uno y me acerco a la mesa quirúrgica de acero, tomo impulso y me siento sobre ella junto al libro.

Pego mi espalda a la pared, desde aquí puedo golpear a cualquiera que entre y no sea Carter.

Ando pendiente de la puerta, leo sin prestar atención, solo leo y no comprendo, vuelvo a leer.

Conocimientos básicos sobre medicina, suturas y torniquetes.

Lo primero que se debe hacer en caso de...

La puerta es abierta, la luz de ese faro sobre la silla alumbra el cuarto, no quise sentarme allí, porqué está una persona aparentemente dormida, por eso la luz la tiene sobre su cuerpo donde tiene la piel cocida.

Unos ojos grises me observan rápidamente, Rhyss se apoya en el marco de la puerta mirándome.

Me gustaría saber qué piensa ahora.

¿Es lento en procesar o qué demonios? Cuando lo dejé en su habitación quedó como asustado de mis palabras, pero claro está, solo siento un gusto como por cualquier platillo que llame mi atención.

—¿De nuevo tú? —Cierra la puerta luego de entrar y se posiciona delante de mí, mirándome fijamente a los ojos.

—Es mentira. ¿No? —Pregunta apoyando sus manos a cada lado de mis piernas sobre la mesa.

—¿De qué hablas? —Pongo el libro entre nosotros y bajo la vista para no darle mi atención completa.

—Lo que dijiste, es mentira. El Coronel te obligó a decir eso como parte de una tortura. ¿No es así?

—Creo que aún no se te graba eso de que nadie me da órdenes. —Levanto la vista. —¿Por qué él haría eso? Se supone que me quiere con él, ya que no le basta con las prostitutas, quiere tener una imbécil que no saldrá de este lugar para que pueda tenerla cuando se le venga en gana.

—No lo sé, lo que dices no me convence en absoluto, hay algo detrás de eso.

—¿No te convencí?

—No.

—De acuerdo. —Dejo el libro de lado, bajo la insistente mirada de Rhyss, sus ojos grises parecen escanear todos mis movimientos, me inclino hacía él.

Antes de que pueda reaccionar, deslizo mi brazo derecho por sobre sus hombros y lo atraigo a mi, no dejo mi un segundo en espera, junto mis labios a los suyos.

Él no se resiste, me da el pase a su boca pero no lo hace él, deja que lo haga yo.

Deslizo mis manos por su espalda, separo mis piernas para permitir que su cuerpo se pegue al mío.

En segundos libero sus labios y me aparto.

—¿Ya estás convencido? —Llevo mi mano al libro para seguirlo leyendo.

—Aún no. —No permite que tome el libro, ahora él tira de mi cuerpo contra el suyo metido entre mis piernas, su boca se abre paso en la mía.

Sus manos caen en mi espalda baja, ahora estoy sentada al borde de la mesa con él sosteniendome con suavidad.

Besa muy bien, inclino mi espalda para atrás y él solo se niega a soltarme, se inclina por sobre mi, sigue mi movimiento manteniéndose cerca provocando que su cuerpo se apriete más contra el mío, aterrizo mi mano derecha por su cabello.

Sus manos me sostienen de mi espalda baja para mantener nuestra cercanía, escucho pasos en la puerta, seguido la manija, lo alejo de mi bruscamente provocándole un gruñido.

RHYSS. [AKDR #4]. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora