16

1K 165 32
                                        

Las balas dejan de salir, rebusco en mi bolsillo la munición, retiro el cartucho vacío de balas y lo cambio por uno nuevo.

Llevo mi mano al carrizo que se jala con fuerza para que las balas suban y volvemos a disparar, todos contra todos, nos escudamos detrás de los árboles para no ser tocados con las balas.

Por un momento las balas se detienen y a la hora de asomarnos no los vemos, frunzo las cejas.

Carter se apresura a querer llegar a la casa y es cuando le disparan.

Dos balas seguidas en el pecho lo terminan mandando a rodar de regreso a los árboles.

—Me apetece saber quién es la mujer que vino a dárselas de heroína. —Se burlan, ahora no están a la vista, deben estar dentro, se me dificulta con el casco y los lentes que protegen mis ojos de todo lo que pueda dañarme.

—¡Solo deja ir al Capitán! —Grita Morris. —¡Y nos iremos en paz!

—Son solo tres, ¿Que planean hacer?

—¡Si tuvieses los huevos vendrías tú sin necesidad de utilizar a otros para que te cuiden el trasero! —Busco con la mirada a los que deben estar en las ventanas de la mansión destruida.

Es todo de tierra, derrumbe, pedazos de concreto están por todo el territorio, la mansión ya ni tiene ventanas.

Eso es extraño, mi mente empieza a maquinar a toda velocidad, llego a la conclusión de que nos están distrayendo.

Me pongo firme lista para hacerles saber a Carter y Morris.

Uno que otro cuerpo cae de la mansión, veo la luz roja de francotirador rodeando la mansión en busca de los malos.

Le hago señas a Morris avisando que entraré, Carter no está herido, solo fue embestido por las fuerzas de la descarga de balas contra el chaleco antibalas.

Se ve un poco mareado y Morris lo socorre, los dejaré fuera porque no puedo hacer que se expongan.

De pronto aparece un hombre con la arma apuntando a mis compañeros, no dudo y le disparo poniendo toda mi concentración en ellos.

Terminan por pegarme una pistola a la sien, no me muevo, estoy a punto de clavarle una de mis navajas pero me empuja fuera del escondite.

Ellos tienen más ventaja por conocer y saber moverse en su territorio, sin embargo no va a suceder, no dejaré que me maten tan fácil.

Levanto la cabeza en cuanto un hombre de traje se planta delante de mí, no puede verme por el casco aún así me mantengo con la cabeza en alto.

—Quítaselo. —Ordena al que me encontró, sonrío burlona.

—Hágalo usted mismo, hágalo que no muerdo. —El de atrás planea tocarme, deja sus manos fuera del control del arma.

De una patada en el abdomen logro desestabilizarlo, por último un fuerte puñetazo en la nariz lo tira.

Me giro para ver al tal Volkov varios pasos lejos de mi, retiro el casco dejando caer todo mi cabello a ambos lados de mi cara al instante veo a 3 de los suyos apuntando en el escondite de mis amigos.

Y el resto a mi.

En cuanto fijo mis ojos en el jefe parece ver a un fantasma.

—Entrégame al Capitán. —Esta vez mi voz se escucha más clara que con el casco y los protectores.

—No es posible... —Niega retrocediendo.

—¿Disparamos jefe? —Volkov niega y retrocede.

—¡Bajen las armas! —Grita horrorizado. —¡¡Bajen las armas!!

RHYSS. [AKDR #4]. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora