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La cara del Capitán Wilson es como si se le quisieran salir los ojos y parte de la mandíbula.

—Volkov. —la mayoría que fue testigo de que iría a por Rhyss quedan asombrados.

Morris y Carter lo llevan a una celda, al día siguiente será trasladado a la sede central de la FEME. Veo a Rhyss irse en medio de todos los murmuros y de algunos queriendo torturar a Volkov.

Lo sigo pero Carter se me atraviesa.

—¿Vas a explicarme qué sucedió? Ninguno dirá nada, pero creo que escondes algo. —habla bajito.

—Espera... Ya te explico, quiero... ¡Espérame! —lo rodeo y camino directamente a su habitación, subo las escaleras y llego en segundos, antes de entrar observo que nadie esté presente.

Entro y cierro, hay ropa sucia de tierra en el suelo, la ducha suena indicándome que se encuentra bajo el agua, retiro todo el peso que tengo encima.

Recojo su ropa y la dejo en donde parece ser la de ropa sucia, me siento en la cama a esperar, toda su cama huele a él, su habitación refleja lo que es él.

Cortinas bien estiradas, todo casi oscuro por ellas, las paredes negras, no tiene muchas cosas.

De un momento a otro escucho un golpe seco que me pone alerta, entro al baño deprisa solo para ver su silueta del otro lado de las puertas corredizas.

Solo su sombra, tiene la cabeza apoyada en la pared, las manos apoyadas a cada lado.

Mi corazón se estruja en mi pecho, retrocedo dándole espacio, vuelvo a sentarme en su cama y espero pacientemente.

No sé cuánto tiempo pasa que veo el techo como si fuese lo más interesante hasta que la puerta suena, me vuelvo a sentar fijando mis ojos en él.

—Hey... —murmuro al verlo secando su cabello de mala gana, se acerca. —¿Estás bien?

No es una buena pregunta, pero quiero que me hable.

Tiene una toalla alrededor de su cadera bien enganchada, llega a mi altura me levanto y sin que lo espere lo abrazo, envuelvo mis brazos por su abdomen.

Su rostro descansa en mi cuello.

—Dime que tienes... —acaricio su nuca y su cabello, deja caer la toalla con la que secaba su cabello sobre la cama.

—Murió por mi culpa. —murmura sin querer soltarme, lucha por reprimir los sollozos.

—No fue tu culpa. —Aseguro manteniéndome firme.

—Debí disparar, no lo hice por...

—Está bien, tienes que descansar, estuviste dando todo de ti estos días y lo mereces. —acuna mi rostro y junta sus labios con los míos.

Me besa sin importar qué, aparto mis labios de los suyos y sonrío.

—Capitán, tengo que darme un baño, estoy sucia. —acaricio sus hombros.

—Yo te ayudo. —vuelve a besarme y me lleva con él, empuja la puerta del baño, enciende el grifo de agua y me ayuda a desvestir.

——————

Abro los ojos como de ya costumbre a eso de las 6 de la mañana, hay soldados trotando por todo el descampado pero Rhyss no se ha movido de mi lado.

Está cansado, duerme plácidamente sosteniendo mi muslo sobre su cadera.

Durante estos días que estuve más sola que un hongo tomé la rutina de ellos, mover el esqueleto temprano, desde el balcón viéndolos correr y otros aprender una especie de lenguaje de señas donde indicaban cosas como "Alto al fuego"

RHYSS. [AKDR #4]. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora