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Intenta moverse rápido pero lo dejé sin aire, entierro mis codos en sus omóplatos y por último agarro su cabeza y la estrello contra el primer mueble de madera.

La fuerza le provoca un leve sangrado en la cabeza, se viene contra mi resistiendo, es como si no quisiera golpearme y lo incito a que lo haga por qué quiero tener un motivo para matarlo y joder el plan que tengo.

Intenta barrer mis pies pero alcanzo la botella, me acerco con ella en mano tiene líquido pero no me importa.

Deja que me acerque y con toda la fuerza que reúno lo tiro con una patada a la boca del estómago, pierde el equilibrio y le estrello todo a mi paso para que caiga, veo la silla de madera cerca pero no me da tiempo a ir por ella, mi brazo barre con todo lo que hay sobre la cómoda a su lado.

Intenta levantarse pero soy más rápida al inmovilizar su cuerpo con mis piernas sobre él y basta con un puñetazo para que sangre.

—De nada sirve que lleves un estúpido título de "Coronel" cuando no sirves como uno, no entrenas como los otros y aunque lo hicieras no estarías a mi altura.

Nadie lo está y es algo que no agradezco, Darrik hizo un buen trabajo pero no se lo pedí.

Deja ir una risa socarrona mientras ve la botella en mi mano.

—¿Vas a matarme? —se ríe aún más.

—No, aún no. —sonrío de lado y estrello la botella cerca de su cabeza sosteniéndola del cuello, no desvío la vista de él.

Acerco la botella con los vidrios en punta.

—Esto es una advertencia y una clara muestra de quien manda, por muy Coronel que te hagas llamar, no me llegas ni a los talones.

Acerco el vidrio a su rostro y su sonrisa se deforma.

—Eres un hijo de puta. ¡Y quiero que lo recuerdes! —acerco más mi rostro. —¿Ves mis ojos? Grábatelos bien, porqué no descansaré hasta que te vea lamiendo mis zapatos y suplicando comida.

Me pongo de pie y cuando intenta tomar mi yo tobillo aplasto su mano con mi pie.

Salgo dispuesta a irme al consultorio ya que mañana vuelve Carter y espero tenga lo que le pedí, quiero verlo a penas llegue.

Hay música en el comedor, botellas por aquí y por allá.

—¡Mi Coronel! ¡Llegaron las gatitas! —Domingo tenía que ser, uno que otro trae paquetes, claramente droga.

Mujeres caminan con vestidos escotados y atrevidos que les quedan bien, caminan escoltadas por el Sargento que ya anda magreando a una de ellas.

Caminan moviendo las caderas son de estatura más pequeña que yo, tienen rasgos que las hacen diferentes entre ellas.

Veo al Coronel saliendo con Rhyss y seis soldados que vienen a mi que estoy casi entrando al consultorio.

Rhyss viene a mi y no me mira, solo deja que los soldados me tomen de los brazos y me lleven siguiéndolo.

—Rhyss. —me ignora. —Te estoy hablando, maldita sea.

—Guarda silencio.

—¿Que rayos te sucede? —llegamos frente la celda que tanto odio al igual que todo lo que hay aquí, deja que me empujen al interior como si fuese cualquier cosa.

El Coronel observa desde la entrada y desaparece cuando Rhyss me da la espalda para seguirlo.

No, no va a ir con las prostitutas.

—Detente. —demando logrando que lo haga pero sigue de espaldas. —¿Que se supone que estás haciendo?

—Se acabó.

RHYSS. [AKDR #4]. © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora