Su Tierno Cacahuate

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La familia Uchiha cenaba en un silencio tranquilo o eso pensaban los padres de la pelinegra. ¡Que todo estaba muy normal!

Sin embargo cierta pelinegra estaba algo curiosa sobre ellos. Había estado tanto tiempo solo ellas dos, madre e hija que ahora le era imposible creer que allí estuviera su padre. Mantenía un ojo sobre su ellos, rigurosamente y no porque tuvieran comida en la comisura de sus labios si no porque era de las primeras veces que comían juntos.

Habían demaciadas cosas nuevas y una de ella era la recién llegada de su padre a su vida. Todo parecía muy normal, la forma en la que su madre se comportaba alrededor de él, la forma en la que parecía que le salía el enamoramiento por su padre por los poros, su sonrisa de oreja al oreja pero no podía decir lo mismo de su padre. Era tan serio, tan misterioso, tan cortante y frío.

Muchas preguntas colisionaban en su cabeza, demaciadas, que a veces le aturdia. Tenía curiosidad de saber si realmente eran una pareja o solo lo estaban intentando por ella, quería saber si realmente había amor entre ellos. Más en especial, si había algún sentimiento de su padre hacia su madre.

Por eso lo observaba, a cada momento, a cada segundo. Cada vez que recogía un bocado de arroz y se lo llevaba a la boca. Su veredicto respecto a eso, era muy simple. Parecía bastante cómodo teniendo a su madre alrededor, eso o era muy bueno en esxonder sus emociones.

Suspiro y trago el último sorbo de su leche antes de ponerse en pie. Sea lo que fuera lo que tenían sus padres, lo averiguaría. 

—¡Terminé!—Anuncio Sarada recogiendo sus platos antes de levantarse de la mesa—¡Ire a mi habitación!

Vio a su padre asentir y seguir con su plato se comida.

—¡Buenas noches Sarada!—le contesto su madre.

Sarada entonces camino a paso decidido hasta la puerta y luego subió las gradas tan escandalosamente como sus pies con pantuflas le permitieron. Abrió su puerta y la cerró de un portazo sin entrar en su habitación.

Su corazón latía fuertemente pero sus sentidos estaban alertas.

Luego bajo las gradas sin hacer el más mínimo ruido, escondió su chackra y se posicionó  en la puerta. Su intención era vigilarlos sin saber que ella estaba presente. Solo esperaba no verlos en un acto demaciado comprometedor como su amigo Boruto le había contado que habían encontrado a su padres.

Se acercó a la rendija que dejaba la puerta y espero.

Su reacción fue descepcionante. Su padres seguían comiendo en silencio, no parecían siquiera hablarse y se preguntó si realmente eran algo o se había peliando y por eso el se había marchado se la aldea hace años.

La primera en levantarse fue su madre, quién además recogió los platos y luego le pregunto a su padre si deseaba tomar una tasa de té.

El corazón de Sarada vibro cuando su padre vio a los ojos a su madre y le dijo que si. Fue un gesto casi inexistente pero los dos segundos que había durado esa interacción, habían sido suficientes para objetar que allí había algo.

No pudo ver más pues ambos se dirigieron a la sala con una tasa de té caliente y ella tuvo que esconderse detrás del sofá. Había sido algo tan rápido que esperaban que no la vieran.

Sus padres se sentaron como si nada y ella dejó escapar el aire que había estado reteniendo. Un poco más y no la contaba. Uff por lo menos sabía cómo esconder su chacra o ya estaría descubierta.

—Me dijiste que tenias algo que contarme.—Empezo su padre a lo que su madre bebió un poco de te para tomar fuerzas.

—Si pero no sé cómo decirlo

Limones y Fresas SasuSakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora