Una Hermosa Geisha

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Quería clavarme un cuchillo, tirarme de un puente, arrojarme al vacío o matarme con mi propia katana. Jamás de los jamáces había dejado que mis emociones me sobrepasarán, que tomaran el control y no había escusa para lo que me estaba pasando en ese momento.

-¿Que te parece el show?-me pregunto un tipo gordo que se hacía llamar el jefe del país del te.

-Hmp

Dije como si ver bailar a una geisha fuera lo más normal del mundo pero la realidad era otra. En las tantas reuniones que había tenido en mi vida siempre las había visto pero sus bailes provocativos no me causaban ni el más mínimo pestañeo. Ella era diferente y desde que entró por las cortinas había llamado mi atención.

Desde que entró y me vio con esos ojos verdes me quedé hipnotizado y cuando me sonrió sentí mi corazón palpitar. Me sentí desde ese momento como un idiota, como el peor de los infieles. Sakura esperaba en casa y ella había sido mi vida todo este tiempo. Jamás había volteado a ver a otra mujer pero la geisha que bailaba frente a mis ojos con tanta delicadeza me sacaba de mi propio juicio.

Las geishas eran mujeres de compania que escondían el color y textura de su piel bajo una capa de pintura blanca. Mostraban labios rojos y escondian su cuerpo con finos kimonos. Su especialidad era hacer que hombres como yo las desearan tal y como yo hacía en ese momento.

Ella comenzó a danzar alborotando el ramo de flores de cerezo que caían de su cabello mientras sonreía y escondía su cara detrás de abanicos. Estaba embelesado en sus movimientos que se me había resecado la garganta.

-¿Quieres más te?-pregunto el mismo gordo de siempre viéndome sudar frente al gran espectáculo que daba la geisha.

No conteste y fue allí cuando mi tormento se volvió peor. El jefe del país del te, dio por terminado el baile y le pidió que me sirviera te. Ella rápidamente bajo de la tarima y se inclinó frente a mi, no sin antes deleitarme con esos ojos verdes que me dejaban sin aliento.

-Gracias -respondi cuando ella inclinó la tetera para llenarme el vaso.

Ella me volvió a ver y río mientras discretamente doblaba la manga del kimono para que pudiera apreciar el color de su piel. Sabía que significaba eso y no pude evitar que una erección se formará. Cómo me podía estar pasando esto a mí, mi corazón solo le pertenecía a una mujer y solo ella lograba exitarme.

-Ven Kira, por aquí también necesitamos te

Kira, ese era su nombre. Ella se levantó no sin antes tocar mi brazo haciendo que una electricidad viajará por mi cuerpo. La geisha lo noto y volvió a regalarme una sonrisa miéntras ocultaba mi pequeño problema con mi capa.

La vi partir y la observé mientras le servía te al resto. Quería comprobar que ella no tuviera los mismos toques especiales con los demás y tal como pensé ella no hizo. Otra geisha lleno mi vaso la segunda vez pero ella no se acercaba un poco a lo que Kira había causado en mi. Cuando por fin termino la velada, salí de allí como alma en pena deseando no volverme a topar con esa tal Kira en mi vida por qué de lo contrario no sería capas de medirme aún que con ello me traicionara a mí mismo.

-¿Te vas tan rapido?-me pregunto el jefe

-Tengo otras cosas que hacer-dije seriamente

El sonrió de lado

-¿Donde te Hospedas, quizá pueda mandar a Kira para que te sirva un poco de te?

Sus palabras me causaron náuseas pero quizá no era el si no nauseas de mí mismo.

-No necesito de esa clase de compania-le aseguré tratando de convencerme más a mi que a él.

Me marché del lugar y llegué a la posada donde me estaba quedando. Iba a sacar mi llave, una nota apareció. Olía a Kira y en ellas también estaba escrita la dirección de una posada muy cerca de la mía. Sabía que me iba odiar después de esto, sabía que no podría ver a Sakura de la misma forma cuando regresara, sabía que tiraría toda una vida a la basura por un momento de placer pero mi entrepierna palpitaba por saber cómo se sentiría estar entre sus piernas.

Limones y Fresas SasuSakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora