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Se escuchó un fuerte estruendo. Franco y María corrieron a fuera y se encontraron con la casita de herramientas destrozada, como un meteorito se hubiera estrellado sobre ella. 

- ¡mierda! - dijo Franco apretando los dientes y corriendo hacía el sitio del accidente. 

María se quedó boquiabierta viendo el destrozo. 

- joder la casa de herramientas... - se dio cuenta de que Franco ya se había ido y entonces corrió detrás de él. 

Franco no dudó en entrar entre los escombros ardientes como si buscara algo. 

- Franco espera... - dijo María preocupada hasta que le vio apartando trozos de madera o hierro ardientes con la mano como si nada - vale, da igual... - hizo una mueca. - joder... las herramientas... - se lamentó al verlo todo más de cerca. 

Franco apartaba los escombros de mala manera. Su cara expresaba molestia y enfado. No decía nada, tan solo buscaba algo. 

- ¡Franco! ¿qué coño está pasando? - María le gritaba desde una zona segura sin entender nada. 

El chico, joven de unos 25 años, moreno de piel, con el pelo rizado y bien peinado, musculoso, con el cuerpo perfecto, y más que guapo para la mayoría de seres humanos con sentido común, ni siquiera la escuchaba, su cara de preocupación lo decía todo. 

- ¡Franco! - gritaba ella. 

De repente, el joven arrancó un escombro del suelo y se encontró con el cuerpo tirado de un hombre desnudo retorciéndose de dolor. 

Franco no dudó un segundo y lo cogió del cuello y como si pesase como una pluma, lo levantó. 

María se llevó las manos a la boca de la impresión. 

Franco miraba con rabia y odio a aquel ser, con desprecio y hasta asco. 

- parter noster, qui es in... - empezó a recitar una oración en latín a la vez que sus ojos se ponían completamente blancos. Estaba haciendo un exorcismo. 

Sin embargo, el ser extraño le interrumpió agarrándole del brazo que le sostenía del cuello. 

Franco cayó de inmediato y sus ojos volvieron a la normalidad viendo al ser con incredulidad. 

María permanecía con cara de espanto y confusión. 

Franco entrecerró los ojos mirando más detenidamente al sujeto que sostenía. 

- ¿Sariel? - preguntó el chico. 

- alzanea (suéltame) - le ordenó la voz grave y profunda del ser a la vez que apretó el agarre del brazo haciendo que Franco cayera de rodillas del dolor. 

El sujeto cayó de pie. Y sin importarle lo más mínimo Franco en el suelo, se dispuso a observar los alrededores con cierto desprecio. 

Sus ojos se encontraron con la figura de una joven humana asustada, María. 

- y-yo... - hizo el amago de dar media vuelta pero en menos de un segundo tenía de frente a aquel sujeto. 

- ¡ahh! - gritó de terror. 

Quedó paralizada ante la mirada profunda e intimidatoria de aquel ser. 

- ses kapitole - dijo con desprecio sin dejar de mirarla. 

María permanecía quieta temblando de miedo y sintiendo mucho frío. 

El sujeto acercó lentamente una mano hacia su cara hasta que Franco dio un fuerte grito interrumpiéndolo. 

Seres caídos del cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora