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—Wooo, es muy bonito mamá—exclamo la infanta a la vez que miraba hacia abajo. Su papá le tenía de pie sobre sus muslos, ambos se encontraban aún en la mesa.

—¿Enserio? —dijo el mayor, que avergonzado volteaba a ver a su pequeña.

En la mesa se podían ver dos dibujos frente a ellos: el de Pamela; una dona de chocolate con una forma un tanto peculiar, y el de Horacio; una mariposa en el que resaltaban aquellos dos colores que eligió, esta con una forma uniforme y bella.

—Sí, es muy bonita—la niña tomo el dibujo con sus manitos—, es igual de hermosa que tu—observó la obra a la vez que decía aquello.

—G-gracias—contestó apenado el de cresta.

—De nada—expresó la pequeña mientras seguía viendo aquella ilustración.

Pérez le miro, observando el cómo admiraba aquel dibujo en silencio, notó aquel brillo en sus pupilas, cosa que sólo pasaba cuando le había gustado algo verdaderamente.

—¿Quieres quedártelo? —cuestiono para la menor en un tono suave. Posando su cabeza a su lado para ver igualmente la ilustración.

La nena, sorprendida, volteó a verlo quedando frente a frente con su papá, donde Horacio pudo ver más de cerca aquella ilusión plantada en sus hermosos irises verdes.

—¿Puedo quedármelo? —dijo la chiquilla sin creérselo.

—Sí, te lo regalo—respondió con una sonrisa el mayor.

La pelirroja abrió su boca y rápidamente se lanzó a los brazos de su padre, donde él reaccionó y pudo presionar con sus manos su pequeña espalda.

Sintió una hermosa calidez en su pecho. Está siempre aparecía cada que tenía a su niña cerca, esta vez aún más que las anteriores, mucho más fuerte.

—Te amo—expresó el moreno a la vez que se separaba de la contraria.

—Yo también te amo, papi—contesto con una sonrisa la bebé.

Se dieron otro fuerte abrazo, donde del mayor se levantó de la silla y se llevó cargando a la menor mientras con su mandíbula le daba cosquillas en su cuellito.

Camino hasta el salón, donde Gustabo seguía recostado viendo televisión, ahí había permanecido la toda la tarde.

El de cresta se sentó en el mueble y al no ver al mayor ahí, cuestionó:

—¿Y papá? —dejó a Pamela junto al rubio.

Y ella aprovechó para subirse a su pecho y quedar ahí recostada, a la vez que el de ojos azules colaba su mano en su pequeña cabeza pelirroja.

—Dijo que se vestiría para irse a trabajar—murmuró mientras aún veía hacia el frente donde se encontraba la pantalla.

—Mhmm. —expresó el pelirrojo mientras se cruzaba de brazos—¿A qué hora iras a trabajar? —cuestiono para su hermano.

—No lo sé, pronto tal vez, cuando atardezca—contesto indiferente.

—Faltan—miro su reloj el moreno: 4:23 p.m.—, hora y media, más o menos.

—Me sobra tiempo, puedo dormir un rato incluso.

Horacio miro a Gustabo, para después mirar a Pamela que trazaba con un dedo algunas figura imaginarias en el pecho de su tío, esto en completo silencio.

—¿Quieres que ya nos vayamos? —pregunto el padre para su hija.

Sus ojos verdes le observaron.

🦋/🍩PADRES⚡/🥃 - VOLKACIO AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora