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No sabía cómo reaccionar al respecto; la escena de Horacio al irse le dejó angustiado.

Desde que salió del edificio se veía cabizbajo, a pesar de solo haber visto su espalda pudo notar como parecía encogerse con cada paso que daba. Posteriormente el cómo habló poco con la agente Miracle, la evadió igualmente, y al voltear a verla su rostro parecía afligido, triste. Y por último su ida, esa que pareció una huida rápida y evasiva.

Él se mantuvo ahí, observando como su auto desaparecía y al perderlo totalmente de vista no pudo evitar bufar, se sentía mal por Horacio.

Sabía que aquel comportamiento fue por toda aquella situación repentina; desde su encuentro en las afueras de comisaría hasta la llegada de su jefe en escena.

Tal vez las cosas empeoraron con la breve discusión en la oficina de su superior, cosa que él ocasionó. Además de que, en este caso, Horacio tomó responsabilidad por ello y en realidad toda la culpa caía en sus propios hombros. Su inminente explosividad desencadenó todo lo demás. 

Le debía una disculpa, una por su comportamiento y acciones en la reunión, él no debió de haber estado allí y mucho menos estar en medio de esa discusión. Y otra por haberlo insultado, en sobremanera, refiriéndose a él de forma ofensiva.

Todo lo que pasó ahí fue una gran revelación para él, y aún más al saber que su jefe no confiaba en su persona. A pesar de todo Conway seguía siendo igual, un egocéntrico y mentiroso, nada había cambiado.

A decir verdad toda aquella situación, o por lo menos el desenlace de ello, empeoró gracias a Conway; de no haber sido por su llegada él y Horacio pudieron haber hablado, y así evitarse todo lo demás.

Chasqueó la lengua.

Se separó del barandal del balcón, dió media vuelta y caminó hasta las escaleras. Bajó lentamente y en silencio, tenía la cabeza hecha un lío.

Necesitaba distraerse, tiene que dejar de pensar en todo lo que pasó; sabía que no llegaría a nada buscando a un solo culpable. Buscaría a su hijo en primera instancia, para posteriormente irse a casa.

Claro que recordaba que debe muchas horas de servicio pero ahora mismo no quería hacerlo y más por el enojo que le guardaba actualmente a su jefe.

Ya hablaría con él después.

Continuó caminando por la recepción del departamento, miró hacia los lados esperando encontrar a su igual, pero no lo encontró.

Fue hasta la puerta del vestidor y comedor, al estar junto a ella, y gracias al pequeño cuadro de cristal que atravesaba la entrada, pudo ver a su compañero; sin embargo, casualmente divisó a Greco hablando con Athenea, parecía que se cuchicheaban cosas.

Decidió abrir la puerta y, justo como pensaba, asustó a las dos marujas que ahora se posaban frente a sus ojos.

─¡Joder, Volkov! ─exasperó el de barba.

Miracle simplemente llevó su mano hacia su pecho, este empezó a subir y bajar rápidamente.}

─¿Dónde está Gael? ─cuestionó indiferente.

─Está adentro─respondió la pelinaranja, señalando a la vez la puerta del comedor.

Víktor asintió y, decidido, se acercó hasta el acceso y abrió la puerta. Se adentró en la habitación, seguido de los otros dos policías. 

─¿Dónde estaban? ─preguntó el niño para los adultos, ya que lo habían dejado solo por un rato.

─Yo estaba en una reunión─contestó su padre a la vez que caminaba hacia la cocina que allí se encontraba.

─Yo fui a despedir a H─se excusó la agente.

─Yo fui a atender un llamado─mintió Rodríguez, terriblemente.

Gael, un poco inconforme, hizo un puchero y volteó a ver a su padre. Este se estaba preparando un café, uno cargado por lo que pudo observar. 

Frunció el ceño al verlo.

─Bueno, señores, yo me iré a hacer 10-33─anunció Athenea─. Que tengan buen servicio─deseó para posteriormente dar un saludo militar.

─Descanse─dijo Greco─. Y tenga buen servicio.

─Buen servicio─espetó Volkov, quien llevó su vaso con café hasta la mesa y tomó asiento en una de las sillas.

La mujer abandonó la estancia, dejando a los dos hombres y al niño en ella.

El castaño miró dudoso a su compañero, este meneaba la cuchara de plástico dentro de su vaso de unicel, manteniendo la mirada perdida en la mesa. Decidió sentarse frente a su igual, realmente quería saber que pasó en aquella reunión con Horacio y Conway. Sin embargo, la cara y actitud de su amigo le hacía no querer saberlo.

─¿Todo bien? ─intentaría romper un poco el hielo y tensión del ambiente primero.

El peligris lo observó.

─Да, todo bien─respondió severo. Dió el primer trago a su bebida caliente.

─Mhmm─expresó, no muy conforme, el de barba.

No le diría nada, ya lo presentía, Volkov no era el tipo de personas que soltaba a los cuatro vientos todo tipo de información, y menos aún si era tan importante y delicada como mencionó Horacio. Esta vez no insistiría.

─Bien. ─cedió cruzándose de brazos─ ¿Vas a quedarte? ─cuestionó─Tenía planeado tomar mando, pero si te quedas te la dejo mientras haces papeleo.

Víktor bebió nuevamente de su vaso con café, terminándose el contenido en el proceso, para posteriormente decir:

─10-5. No me quedaré, tome mando sin problema.

─10-4─respondió el castaño.

El soviético se levantó de su asiento, dió algunos pasos hasta un contenedor de basura y depositó el vaso de unicel que utilizó.

─Gael, vámonos a casa─llamó al niño.

Quien al instante se bajó de la silla y caminó hasta su papá, le tomó de la mano al estar junto a él.

─Que tenga buen servicio, Greco─deseó el peligris, dedicándole una seria mirada a su compañero.

─Gracias─contestó el nombrado.

Sin más preámbulo, padre e hijo abandonaron la sala dirigiéndose inmediatamente hasta la recepción.

─Quédate aquí─ordenó para Gael.

Él obedeció aguardando cerca de las sillas de espera.

Víktor dió media vuelta y caminó a su oficina, adentrándose en esta al instante. Fue a su escritorio, abrió uno de los cajones de los laterales y se despojó de su pistolera de hombros para, posteriormente, dejarla dentro. Tomó su radio del bolsillo de su pantalón, la encendió y colocó en el canal correspondiente. 

─Aquí Comisario Volkov realiza su 10-10─anunció con un tono severo de voz─. Buen servicio.

Las contestaciones no se hicieron esperar, dejando a Volkov escuchando cada una de ellas hasta que pararon. Apagó el aparato y lo dejó ahí, guardándolo mismamente en el cajón del mueble y cerrando este al instante. 

Abandonó su despacho segundos después, yendo directamente por su hijo. Ambos salieron del recinto para dar una corta caminata hasta el estacionamiento contiguo al departamento, allí se encontraba el auto del ruso.

El mayor se encargó de meter al menor en el vehículo, para posteriormente él hacer lo mismo en su plaza. Encendió y arrancó el coche rápidamente, e instantáneamente condujo fuera de aquel lugar.

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🦋/🍩PADRES⚡/🥃 - VOLKACIO AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora