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Ambos padres, después de arropar a sus pequeños y permanecer junto a ellos un rato, decidieron que era su turno de descansar igualmente.

Salieron de las habitaciones de sus pequeños, echando un ultimo vistazo hacia sus camas donde estos descansaban plácidamente. Velarían por sus sueños esa noche, al igual que las anteriores.

Horacio se dirigió hacia su gran habitación, donde en su inmenso armario tomo algunas prendas que usaría como pijama. Se las colocó y se desmaquillo como correspondía, además de aplicarse algunas cremas en su cara.

Para Viktor no fue muy diferente, caminó hasta su ropero y selecciono ropa adecuada para dormir, fue hasta su baño y se cambió ahí, para después dejar su indumentaria de trabajo en el sesto de ropa sucia. Tendría que lavar algo de ropa.

Pérez, en un intento de despejarse, salió hacia una de las terrazas de la mansión. Se recargo sobre uno de los barandales que había como límite de extremo y poso su vista hacia aquel satélite con el que hablaba cada oscuridad. Le agradecía por todo, le contaba historias e incluso algunas veces llego a llorar frente a ella con tal de desahogarse.

Le veía como una buena compañía, su fiel compañera a la que podía confiar cualquier cosa. Si bien no solucionaban sus problemas, le hacía sentirse liberado, como si se quitara un peso de encima al hablarle sobre las distintas emociones que llegaba a abordar en un solo día.

Soltó un suspiro, dejo salir una sonrisa de labios cerrados y mantuvo su mirada sobre aquella amiga que siempre estaría para él cada noche.

Volkov caminó hasta el piso principal de su departamento, donde se encargó de apagar las luces para quedar de una completa oscuridad, cosa que le gustaba y más en esa hora del día.

Giro su vista hacia el salón del apartamento, ya que detrás del sofá de la sala se encontraba el gran ventanal que tenia las increíbles vistas de la ciudad. Se le ocurrió una idea al ver aquel panorama.

Caminó hacia la cocina, se acercó a uno de los gabinetes detrás de la isla, de ahí saco una botella de vodka y un pequeño vaso de vidrio. Se llevo estos en sus manos y marchó hasta su ventana, se sentó en la alfombra frente al cristal y cruzo sus piernas para estar cómodo.

Sirvió un poco de líquido en el vasito y le dio un trago. Dejo ambos elementos en el suelo acolchado y miro por el ventanal, donde todas las luces de la ciudad irradiaban al unísono. Era como tener las estrellas en la tierra, imagen que le gustaba presenciar.

Una leve brisa acaricio su cara, sacándole una sonrisa al de piel oliva, a veces solo necesitaba eso para contestar a sus distintas preguntas que declaraba para la hermosa estrella que le era tan confiable.

Las distintas estrellas que se posaban sobre él le acompañaban igualmente. Recordaba que de niño intentaba contar cada una de ellas, tan solo para distraerse o hacer algo. Cosa que en ocasiones le decía a Pamela que hicieran juntos, era una linda actividad así que trataba de inculcársela a su pequeña.

Aquello era su zona de confort, lugar en el que se sentía bien, donde podía pasársela horas y horas.

Estaba al tanto de que tenía un par de ángeles cuidándole, querubines que le acompañan en forma de estrella y algunas veces de forma intangible mientras le cuidaban las espaldas.

Le gustaba hablarles, ya que sabía que le escucharían atentamente, además de que sabrían sobre como es su vida sin ellos, en cómo ha crecido sin su compañía, en lo que se ha convertido con su ausencia.

🦋/🍩PADRES⚡/🥃 - VOLKACIO AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora