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Estaba inquieto.

Caminaba de un lado a otro en su oficina, con su mano sobre su mentón, ceño fruncido y su cabeza hecha un lío.

Le seguía dando vueltas al asunto, toda aquella situación tan extraña y complicada.

Ya no sabía que pensar.

Tuvo que detener su andar, se mareó por las vueltas que estaba dando por su despacho e instantáneamente una migraña se instaló en su cabeza. Se intentó tranquilizar, modulando su respiración y pensamientos, lográndolo eventualmente. 

Unos toques en la puerta de madera le alertaron, elevando su cabeza al instante y dirigir su vista hacia el portal. Posteriormente comenzó a caminar hacia aquella dirección, y al estar frente a la entrada tomó el pomo y la abrió.

—¿Qué pasa, ruso? —le saludó Greco, que se aventuró en pasar a la oficina y cerrar la puerta detrás de él sin ninguna invitación previa.

Víktor se apartó al mismo tiempo que su compañero entró, un tanto confundido por su llegada, además de que seguía recuperándose de su breve jaqueca.

—¿Vamos a patrullar o qué? —cuestionó mientras se acercaba al escritorio del soviético y echaba rápidamente una mirada sobre este.

—Ehhh sí, vamos... —contestó simple. No tenía planeado seguir encerrado ahí, le haría bien estar fuera. 

Volkov se acercó igualmente a la mesa, y al estar junto a esta, algo agobiado, comenzó a recoger los diversos informes que aún yacían en su zona de trabajo. Los guardó en su archivero, esto ante la atenta mirada del barbudo que estaba a sus espaldas; él decidió no decir nada.

Rodríguez se sentó en una de las sillas frente al escritorio del otro comisario, observando atentamente los accionares del de piel blanquecina; se le notaba algo torpe y podría decir que nervioso. Sin embargo no se atrevió a preguntarle nada, dejaría que el ruso de dos metros le contara lo que le pasaba sin ayuda de sus insistencias. Sí es que resistía claro está, a veces su lado maruja era insaciable, tanto que necesitaba de un chismecito para resistir el día. 

El mayor acabó con su labor, guardando por ultimo sus gafas de leer, las cuales había abandonado desde hace un rato. Se volteó en dirección a Greco, que le miró y al instante se levantó de su lugar.

—Vamos—masculló al mismo tiempo que se giraba en dirección a la salida.

Víktor agarró sus gafas oscuras de la mesa y las llevó consigo, para seguidamente seguir a su igual fuera de la sala.

—Por cierto, Volkov—decía mientras continuaba con su andar, ahora en la parte principal de comisaría.

El nombrado le prestó atención mientras se colocaba sus lentes negros. 

—Lo del sábado sigue en pie, así que ve escogiendo tus mejores mudas que tienes que estar guapo para la fiesta—comentó santurrón, posando una ligera sonrisa de labios cerrados.

—Joder otra vez con eso... —mencionó algo molesto el de cabello grisáceo.   

—Hombre, sabes como soy: Un aferrado de cojones. Así que no me rendiré tan fácil con mi causa—dijo orgulloso.

Los dos hombres salieron por la puerta lateral del departamento policial, topándose de camino a unos subordinados que los saludaron alegres; Greco devolvió los saludos de la misma forma, en cambio Volkov se limitó a asentir ante los buenos deseos que le daban.

—Discúlpenlo, está un poco amargado—se disculpó por la actitud del ruso. Quien bufó molesto y se cruzó de brazos.

Los alumnos se adentraron en el recinto sin darle importancia a lo sucedido, se rieron incluso. 

🦋/🍩PADRES⚡/🥃 - VOLKACIO AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora