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Padre e hija se dirigían hacia la tienda; después de la visita al "invernadero" y posteriormente regar las flores, no les quedaba nada más que hacer allí. Por lo que el moreno caminaba hacia la parte principal a seguir pasando la tarde, y quien sabe tal vez trabajaría un poco.

 De camino, su pequeña empezó una conversación sobre un pensamiento que tuvo al estar regando las flores para su abuela; este consistía en comprar más tipos de flores, de distintas tonalidades y aspecto para llevárselas a Julia:

—Podríamos tener de todos los colores y le llevaríamos una cada día—decía la niña mientras caminaba de la mano de su papá.

 —Habría que verlo... —contestó el de cresta al mismo tiempo que abría el último acceso.

—Okay—dijo la pelirroja en un susurro.

Al cruzar la puerta que daba al local, Horacio vio a dos nuevos clientes llegar, personas que conocía muy bien.

 —Kate—llamó a la chica del mostrador que volteó a verlo al instante.

—¿Si, jefe? —cuestionó la pelinegra.

—Ten a Pam, yo me encargo de los nuevos clientes—mantuvo la mirada en los recién llegados en todo momento.

 La empleada sin refutar se acercó a hasta la menor y la cargó en brazos.

El de ojos bicolores con paso decidido caminó hasta los recién llegados; una chica con cabello rubio platinado y un hombre con cabello casi rapado color morado. Ambos pasaban su mirada por el local, tal vez buscando algo.

Se acercó a ellos y posó una cordial sonrisa para recibirlos.

—Hola, bienvenidos "Mon trésor" (Mi tesoro) —dijo en francés el de piel oliva.

Ambos sujetos voltearon a verlo.

 En definitiva, eran ellos: Anya y José, dos de los trabajadores para los Hermanos Gambino.

—Buenas—saludó el moreno frente a él.

—Priviet—dijo la mujer en un dudoso acento ruso.

 —¿Puedo ayudarles en algo? —preguntó cauteloso el de cresta.

—Tan sólo veíamos, estamos buscando algo... —explicó el hombre de rara vestimenta.

—Sí, son cosas un tanto peculiares, sabemos que no las venden en cualquier parte así que queríamos saber si aquí las suministraban—agregó la rubia.

 —Bueno, si me pueden decir exactamente qué es lo que buscan yo podría ayudarlos, aquí vendemos cosas, pero no son tan... exóticas—mencionó lo último con una cantarina voz.

—Verá, —habló el rapado—queremos un tipo de flores que no se dan por estos lares, algo más internacional. Sabe.

 Horacio asintió —Creo que puedo tener algo de eso en mi bodega... Recién me suministré de cosas internacionales—se acercó a ellos para susurrar eso último.

Los sujetos se dedicaron una mirada para después voltear a ver al dueño del local.

 —¿Tendrá algo italiano por su bodega? —preguntó curiosa la aparente rusa.

«¡Ding Ding, premio!» pensó el de mirada bicolor.

—Mhmm, —expresó pensativo—eso es difícil, no tengo tanto conocimiento de flores como parece—rio levemente—. Lo único que sé, de esa región, es que son muy típicas las Margaritas. Por aquí también son famosas, de hecho hice un pedido de ellas hace algunos días, pero se vendieron como pan caliente.

🦋/🍩PADRES⚡/🥃 - VOLKACIO AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora