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Horacio comenzó a removerse en su colchón, un tanto abochornado, afuera se encontraba un caluroso tiempo y —por consecuencia— en su habitación se concentraba un fervor casi insoportable. Ante aquel calor que comenzaba a provocar un poco de sudor en su cuerpo, además de que se encontraba, extrañamente, con la energía recargada, decidió que era hora de despertar.

Comenzó a abrir sus ojos lentamente, segándose a los segundos por la inminente luz que se colaba por sus claras paredes. Al recuperar su visión, después de restregar sus ojos con sus puños, notó que era de día. Se descolocó un poco, pues, si no mal recordaba aquel día era Lunes, ayer fue Domingo, ¿no?

Normalmente H solía despertarse, o ser despertado —en su defecto—, cuando el Sol comenzaba a asomarse por el horizonte. Pero, esa mañana no fue así, y, un poco descolocado se preguntó el porqué.

Iba a levantarse de su cama, dispuesto a buscar una respuesta para aquella incógnita, cuando un sonido algo lejano lo distrajo de aquel propósito. Buscó con la mirada algún aparato que pudiera provocar ese ruido, pero, no encontró nada a la vista.

No fue hasta que cayó en cuenta que podría ser, que se levantó de la cama y caminó directo a su tocador.

Como predijo, el ruido se hizo un poco más cercano, por lo que decidió ir con cuidado con sus siguientes movimientos; abrió uno de los cajones de su mueble, uno en el que guardaba sus teléfonos celulares. Desde los que tenía de repuesto hasta los que usaba diariamente.

Justamente, uno de ellos se encontraba vibrando violentamente permaneciendo boca abajo, obviamente pudo reconocer entre todos ellos de cual se trataba; no era ni más ni menos que el suyo personal.

Aunque no recordaba exactamente porque lo dejó allí guardado. 

Lo tomó en sus manos y enseguida observó la causa de la vibración, y, por consecuencia, ruido que emitía el mismo.

Una llamada telefónica.

Pero, no cualquiera; en la pantalla sólo se leía un nombre:

Víktor Volkov

Casi arroja el aparato lejos al terminar de ver aquello. Sin duda aquella mañana estaba siendo la segunda más extraña que ha tenido, ya que, no se comparaba a la del día anterior, esa si fue una completa locura.

Regresando a la llamada, estuvo a punto de deslizar su dedo sobre la pantalla para responder, sin embargo, ésta misma terminó sin previo aviso.

Tardó demasiado, el tiempo había acabado.

Por otra parte, se encontró con su pantalla de inicio, y en esta pudo ver la hora; 10:36 a.m.

Ya era tarde, eso explicaba porque el Sol se encontraba en su máximo esplendor, y porque su pequeña no lo había despertado para ir a la escuela.

Un segundo...

¡La escuela!

Abrió sus ojos como platos al caer en cuenta, y con todo y celular en mano salió de su habitación. Corrió por el pasillo que guiaba a todas las alcobas inhabitadas del segundo piso de su mansión, hasta encontrarse con la puerta del cuarto de Pamela.

Sin embargo, no llegó a entrar a la cómoda, pues su teléfono volvió a vibrar; recibió una nueva llamada. Y, extrañamente, fue de la misma persona que la anterior.

Esta vez, suspiró al ver aquel nombre, se retiró de la puerta que estuvo a punto de abrir y se sentó en uno de los muchos muebles que adornaban su corredor. Al cabo de uno segundos terminó contestando:

🦋/🍩PADRES⚡/🥃 - VOLKACIO AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora