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/15/07/202X\

=12: 10 p.m.=

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La mañana trascurrió muy rápido, entre las distintas alertas que surgieron por la ciudad y los protocolos que estas accionaban. La ciudad parecía no tener descanso.

Al igual que ambos comisarios. Ya que se la habían pasado de aquí para allá, entre las persecuciones, atracos e intervenciones de las cuales se hicieron cargo. Y en ese tiempo ninguno de los se había detenido para ver el reloj.

No fue hasta que se detuvieron en el Gabriella's, para comprar vienes consumibles, donde Volkov al mirar un reloj se dio cuenta de la hora que era. Asustándose al ver que el periodo para ir a recoger a su pequeño se había pasado por unos minutos. 

Jalo a Greco del chaleco, mientras mantenía su mirada en el aparato que yacía en la pared detrás del mostrador, el de barba lo observo ante su acción, hasta que miró el punto en el cual tenía concentrado sus ojos grisáceos.

Viktor, sin más se despidió de los empleados que le atendieron, tomo su comida y bebida del mesón y salió rápidamente por la puerta. Su igual imito aquella acción y se dirigió hacia el coche del cual él era el poseedor de las llaves.

Con rápidos movimientos, ante la desesperación de su amigo, desbloqueo el coche y ambos se metieron al mismo. Lo encendió y arrancó sin esperar a que este se calentara, con hábiles maniobras condujo hasta el colegio del menor.

Volkov se movía inquieto en su asiento, moviendo su pie derecho de arriba hacia abajo, pensando en lo peor, y circunstancias fatales que podrían tener escenario en el destino al que se dirigían.

Se maldecía en su cabeza, ante su despiste y los accionares que llevaron a esas circunstancias. Estaba paranoico. Y tanto que se estaba cagando en los muertos de su compañero, culpándolo igualmente por estar ocupándose de él al igual que de los maleantes. Sin ofender, pero eso le daba mucho trabajo, a veces Greco era como un crío.

Ante la rapidez del de barba al volante, el viaje acabó a los minutos, llegando a su destino casi desértico. Había poca gente fuera de la institución, donde entre algunos niños pudo visualizar a su pequeño.

Salió rápidamente del patrulla y se dirigió a pasos agigantados hacia su retoño.

—Hola, papá V—le saludo el niño mientras caminaba despreocupado hacia la dirección del mayor.

El ruso se agachó hasta su altura y lo envolvió en sus brazos, descolocado al chico ante su afecto.

—¿Pasó algo? —cuestionó el castaño.

—Perdón por llegar tarde—se disculpó el peligris a la vez que se separaba del contrario—. No se volverá a repetir—le ofreció su mano derecha.

El pequeño la observó y después de unos segundos la aceptó. El hombre de dos metros comenzó a caminar, ahora tomado de la mano de su hijo, para dirigirse hacia el coche patrulla donde se encontraba Greco.

—Padre, no deberías de ser tan paranoico, tengo la pulsera conmigo, ¿recuerdas? —elevó su muñeca del brazo izquierdo, en la cual mantenían pequeño brazalete de cuero, el cual no era sólo un accesorio ya que contenía un chip rastreador que el ruso colocó por cualquier emergencia que se presentase. Aunque algunas veces se le olvida a aquel detalle y no podía evitar que su paranoia de padre soltero le invadiera.

—да, la pulsera, siempre la olvido—menciono avergonzado.

El niño sonrió ante la despistes de su papá.

🦋/🍩PADRES⚡/🥃 - VOLKACIO AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora