[🦋/🍩]

668 89 3
                                    

🦋 ♡ ◇ ♡ ◇ ♡ ◇ ♡ 🥃

—No quiero escucharlos—escupió Horacio a la vez que salía de la habitación con Pamela en brazos.

—Por favor, fue un accidente.

—Sí, sabes que al abuelo le encanta gritar.

Gustabo y Conway salieron igualmente de la cómoda detrás del de cresta.

El Moreno se sentó en el sofá y abrazo a su pequeña, ella se abrazaba a él ya que estaba cansada y quería dormir un poco más.

Su hermano y padre se quedaron de pie unos pasos frente al mueble y observaban como el papá soltero mecía a su hija.

—Puedes dormir un poco más—le susurraba a la pelirroja con delicadeza el pelirrojo—, nos iremos a casa para que puedas descansar.

—¿Me puedo despedir del abuelo? —dijo en un susurro la chiquilla.

—Sí, nena...

Pérez miro a Conway haciendo en pesado contacto visual, donde fue el primero en desistir alejando su mirada de la contraria.

El mayor carraspeo, aclarándose la garganta para después decir:

—Tengo que irme a trabajar.

Horacio asintió, al igual que Gustabo.

—Yo igual me iré—hablo el rubio.

El de cresta afirmó nuevamente a la vez que acariciaba el rojizo cabello de su pequeña.

—Nosotros también—se levantó del mueble al decir aquello, donde ahora fue el turno de los otros dos de asentir.

Camino hasta su papá y le dio a la niña para que la cargara, este la tomo al instante un poco tenso ante la repentina actitud del de cresta, estaba irritado.

—Despídete del abuelo—le murmuro a su hija. Para después dar media vuelta y dirigirse hasta la mesa, ahí tomo ambos dibujos y se los llevó con él, dirigiéndose a la única habitación del hogar.

Conway miro a Gustabo y este le susurro al pelinegro:

—Se ha enojado.

—Ya los sé, anormal—escupió en voz baja el mayor.

—¿Abuelito? —balbuceo la infanta al escuchar la voz de su abuelo. Y así distrayendo a padre e hijo de una posible nueva riña.

—Aquí estoy pequeña, ¿Qué pasa? —contesto Jack. Comenzó a mecer a la pelirroja que aún seguía luchando contra Morfeo para no caer en sus brazos.

Te quiero mucho... —dijo en un hilo de voz la menor.

El jefe de la policía, ante aquellas palabras, solo pudo estrujar a su nieta contra su pecho.

Gustabo también escucho aquello, por lo que solamente se limitó a acariciar la cabellera rojiza de su sobrina.

De pronto entro a escena el pelirrojo, que llevaba consigo las cosas que trajo al inicio de la tarde. Se acercó a su padre y hermano, haciendo que ambos lo miraran y de alguna manera que volvieran a sentir la tensión en el aire.

—¿Esta dormida? —preguntó Horacio para Conway.

—Ya casi—le respondió a la vez que le entregaba a su hija.

El de cresta suspiro mientras abrazaba a Pamela contra sí, la dejo en su pecho y subió su mirada chocando con los ojos del rubio y el pelinegro sobre él.

—Perdón... —se disculpó con ellos. Cosa que puso tristes a los hombres que se encontraban al frente suya—. Tengo tantas cosas en la cabeza que... a veces no puedo con tanto... —su voz se estaba quebrando poco a poco.

—Lo sé—contesto el mayor.

Pérez lo miro con sus ojos a punto de soltar lágrimas. Estrujo a su solecito con un poco más de fuerza, no demasiada.

—L-lo s-siento... —dijo en un hilo de voz antes de dar media vuelta e ir rápidamente hacia el pasillo de la salida.

Gustabo iba a seguirle, pero fue detenido por su padre que le miro y negó en silencio, se quedo quieto en su lugar y soltó un suspiro.

*

El de cresta condujo hasta su mansión, se sentía cansado, tan solo quería llegar a su hogar y dormir, fueron demasiadas emociones en un día. Nada más quería descansar de una vez.

Ya era de noche, por lo que su deseo de reposar se cumpliría.

Le puso el pijama a su pequeña con delicadeza, teniéndola acostada sobre su cama mientras ella tenia sus ojos completamente cerrados, apenas y se movía ante los repentinos cambios de prendas.

Después de eso, Horacio se encargo de llevarla hasta su habitación, ahí la arropo en su propio colchón y se recostó junto a su niña. Pamela había perdido la batalla, por lo que posiblemente no sentía las caricias en su cabello que el pelirrojo le propinaba.

Con la tenue luz que la lampara de noche irradiaba, alcanzaba a ver su relajada expresión; sus ojos cerrados dejando ver sus largas pestañas rojizas, sus labios levemente abultados y su ceño ligeramente fruncido ante una probable intromisión en sus sueños.

Sonrió al tener esa imagen frente a sus ojos.

Podría verla todo el día, si por él fuera lo haría.

Pero esto siempre se ve interrumpido por los distintos deberes que los dos tienen que realizar. Aunque sean unas horas, minutos o segundos, parecía una eternidad. No quería alejarse jamás de su niña, se ha acostumbrado tanto a ella que su vida sin Pamela ya no tendría sentido de otra forma.

La amaba realmente, ella le había dado tanto, que siempre intentaba agradecérselo de cualquier forma...

Gracias a ella recupero un sentimiento que creyó haber perdido; el afecto de ser amado.

Había dejado de amarse después de aquel secuestro en el que casi le arrebatan la vida, suceso por el que tuvo que irse a Nueva York para alejarse de esa ciudad por la que tiene un amor-odio desde pequeño. Empezando así una nueva vida en la que su felicidad dio cuesta abajo.

Si bien tuvo todo lo que podía pedir, no tenía eso que siempre quiso, nunca ha encontrado a alguien que le haga sentirse amado por lo que es. O así fue hasta que conoció a Pamela, que ha sido la primera persona en amarlo por ser Horacio.

Al ser la única se ha asegurado de protegerla, la ha mantenido con él porque sabe que serán contadas las personas así en su vida, además de que ella solo se tendría a sí misma si la dejaba sola, por lo que la llevo con él. Un par de solitarios no sonaba tan mal.

No se arrepentía, pero a veces no podía con tanto; con su trabajo, que implica sus dobles vidas que mantiene por las distintas investigaciones, además de ser padre soltero de una niña que ama con todo su corazón. Cada una pesa de una manera diferente, lo que hace el trabajo de Pérez un poco complicado.

Todo son sacrificios... y pasaría por cada uno de ellos para dentro de algunos años poder ser feliz, le bastaba con tener a Pamela para serlo y si tenía suerte... con alguien más.

***

Se acomodó aun mejor sobre la cama, siguiendo con las caricias en el pelirrojo cabello de su niña, continuando con su mente hecha un lio, pensado en todo y a la vez en nada.

🦋 ♡ ◇ ♡ ◇ ♡ ◇ ♡ 🥃

🦋/🍩PADRES⚡/🥃 - VOLKACIO AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora