Tan Tristan.

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-Hey -abrí un poco los ojos- ya llegamos .-dijo con una sonrisa muy amplia en su rostro, trató de disimularla- Te quedaste dormida... De seguro ya lo sabes -rió. ¿Qué rayos le pasa? ¿Ahora quiere jugar el papel de chico bueno?

-De seguro -froté mis ojos con mis manos y miré por la ventana, la luz naranja chocó en mis ojos, pero no tardé mucho en acostumbrarme.

-Justo a tiempo, bajemos. -sonrió mirando el atardecer. Dejé mi celular dentro y ambos bajamos del auto.

Me quité las zapatillas y las llevé conmigo mientras caminaba hacia el mar. Tristan se quedó para sacar algo del maletero.

Decidí sentarme a observar el hermoso atardecer antes de mojarme un poco los pies, la verdad este lugar es muy hermoso y relajante como para iniciar una pelea. Ahora entiendo por que es el lugar favorito de Tristan.

-¡Espera, Sam! -corrió hacia mi y tendió una toalla sobre la arena- Siéntate sobre esto -me lanzó un guiño y se sentó junto a mi, la toalla era lo suficientemente amplia como para que alcanzáramos los dos.

-¿Desde cuándo eres tan gentil? -me atreví a preguntar sin dejar de ver el sol ocultarse.

Rió: -No lo soy -se encogió de hombros, se levantó y se quitó rápidamente su playera, dejó sus zapatillas junto a las mías y corrió hacia el mar.

Tristan calificaría como modelo.

Cuando tenía el agua hasta el estómago y aún podían lucirse sus tatuajes, volteó a verme y me llamó con la mano.

-¡No se nadar! -mentí y el insistió de nuevo.

-¡El agua está deliciosa, ven! -gritó. Rodé los ojos, me levanté, me quité la blusa a cuadros y la doble dejándola debajo de mis zapatillas, podría llevársela el viento. Sentí que Tristan me miraba desde la cabeza hasta los pies y de seguro me ruboricé.

-Esta a punto de anochecer, entra un momento -deslizó su mano húmeda sobre su cabello rubio.

-Te dije que no se nadar -saqué un sujetador de cabello y me lo até dejándolo en una cola de caballo.

-¡Oh, vamos! ¡Estás conmigo! No dejaré que te hundas -mi sonrisa decayó y él lo notó. Miré hacia el sol algo apenada y finalmente asentí.

Entré al mar de a poco tratando de fingir temor. Últimamente finjo mucho para ocultar lo que realmente me pasa.

Una ola vino y me mojó hasta las puntas del cabello, casi me lleva de vuelta a la orilla, pero Justin me sostuvo.

-Eres tan pequeña -rió algo fuerte.

-O tú eres muy alto -no pude evitar reír.

Los minutos pasaron y la verdad no me había dado cuenta de que habíamos avanzado un poco más al fondo, con razón esa ola casi me lleva de regreso a la orilla.

-Estamos muy lejos -dije tratando de mantenerme con la cabeza sobre el agua.

-Ya lo noté -se burló, el agua aún le llegaba al estómago, mientras que a mi un poco más y me llegaba al mentón- Ven -fruncí el ceño y de pronto sentí sus brazos rodearme y a la vez lenvantarme.

-¡¿Qué mierda haces?! -rodeé su cintura con mis piernas por inercia.
-Shss, ¡Ahora eres alta! -rió muy fuerte y me bajó deslizando suavemente sus manos por mi cuerpo. Oh, Dios.

-Ja ja, que gracioso. Vámonos ya, tengo algo de frío.
-Pero si acabas de entrar.
-Lo sé pero no me siento cómoda con el agua a punto de ahogarme. Vamos, por favor.

Dulce Lado Oscuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora