Dulce Lado Oscuro.

Venganza y premio.

Mi madre se enteró de a dónde fui, pero no le dije que en todo esto, Tristan era el motivo principal.

Me busqué un buen castigo para que no me dejara salir en cuanto Tristan venga. Un buen punto a tratar era su embarazo, llevaba un mes y medio de embarazo. Antes teníamos más confianza que ahora, Mathew es una de las personas que influyeron en nuestra confianza y nuestro espacio para hablar sobre todo, él y Carter me caen muy bien, pero extraño la confianza que antes tenía con mi madre.

-Sam, ¿Me llevas al parque? -me quité las gafas y desvíe la mi mirada de la lectura hacia mi hermanito quien sonreía con dulzura.

-Estoy castigada, Milton -dije "triste".

-Okey -salió de mi habitación- ¡Carter! -gritó y yo reí, no puedo imaginar a Carter jugando en el parque.

Le conté todo a Ariana esta mañana, justo antes de iniciar el plan "Venganza y Premio" con Tristan. Nombre tonto, lo sé.

-Vas bien hasta ahora, Samantha -dijo antes de entrar a mi habitación pero su celular sonó y tuvo que correr a su habitación. Y luego dicen que las personas no dependen de un aparato electrónico.

Tristan:

Sólo media hora más. No soy tan tonto como para creerle a Samantha. Nosotros no lo hicimos y tengo que echárselo en cara. Al principio dudé, pero la descubrí con su nerviosismo y sus palabras mal utilizadas... Y bueno, dejando todo eso de lado, desearía poder arreglar todo esto que ha sucedido, desde el inicio hasta ahora. Más aún que ya recuerdo todo lo que hice ayer y con ella no pasó nada, más que hacerla sufrir por lo que vio. No merece nada de lo que ha vivido por culpa mía, no la merezco. Lo hice con la chica sin nombre del club, pero Sam no estará en mi lista, ella merece algo más que yo, mucho más.

Samantha:

Cada minuto que pasaba me ponía más nerviosa, es la primera vez que no quiero verlo o algo así.

El timbre sonó y mi corazón empezó a latir más rápido, mi madre me mandó a abrir la puerta, obviamente me negué y aún así tuve que bajar en pijama para abrir la puerta.

-No saldré hoy, ya vete -dije en cuanto abrí la puerta, pero al mirar a la persona que se encontraba frente a mi, sentí vergüenza al ver que se trataba de una niña exploradora vendiendo galletas, de seguro para algún tonto premio que las llenaba de ilusión y les quitaba dinero de aportes a sus padres.

-¡Hola! ¿Te gustaría comprar unas deliciosas galletas? Mi grupo de exploradores ha organizado un concurso y el que venda más galletas gana, ¡ayúdame a ganar! -que bonito slogan, pero no se me antojaban galletas.

-Lo siento, quisiera ayudar pero por el momento no compraré tus galletas -mal, mal, Samantha.

-Gracias de todas formas, adiós y que tengas una bonita tarde y noche -sonreí y cerré la puerta.

"Una bonita tarde y noche", sí claro.

Caminé de vuelta a mi habitación, pero justo a la mitad de las escaleras el timbre sonó. Otra niña exploradora está lista para ser rechazada, sonreí y caminé hacia la puerta, se nota que estoy de malas.

-Lo siento, no compraré tus galletas -oh, Dios, no es una niñita, es Tristan. Tristan es una niñita. Reí. Tristan frunció el ceño y mi sonrisa desapareció.

-No estas lista -dijo serio.

-Estoy castigada, no puedo salir -sonreí a medias.

-¿Sam? Te dije que no podías... -volteé a verla- Tristan -dijo con un tono de voz más amable- ¿Pensabas salir con Samantha? -me miró.

-Eh... Sí, pero al parecer no esta lista y además tiene un cas...

-Un castigo, sí -completó la palabra y se acercó a la puerta ubicándose a mi lado- ¿Por qué no pasas y esperas unos minutos para que se arregle y salen? -¿QUÉ? La miré con cara de querer matarla, en cambio ellos me miraron sonrientes, pero la sonrisa de Tristan tenía un toque de victoria.

El embarazo la esta cambiando, no, por favor, no.

-Seguro -dijo Tristan, me alejé de la puerta y subí rápido a mi habitación.

Minutos después, mi madre subió para decirme que debía ir ya que Tristan no estuvo bien la última vez que nos vio discutir. Una oportunidad para hablar es lo que debo darle, me dejó en claro y me obligó a vestirme.

-Voy a mi habitación, tienes 5 minutos para ponerte algo que no sea otro pijama, luego bajas y te vas con Tristan.

-Que rara eres, madre -viré los ojos.

-Lo se, luego me darás las gracias -sonrió y se fue.

-No lo creo.

Decidí ponerme cualquier cosa, ni idea tenía del lugar al que pensaba llevarme Tristan. De seguro iremos a visitar a sus perritas. Reí.

Me puse una camiseta negra sin mangas y sobre esta una blusa a cuadros negros y rojos de mangas largas, seguido de unos shorts negros y unas Converse viejas. Mis ganas de verme bien estaban por los suelos. Con un poco de maquillaje y un cepillado a mi cabello, me sentí lista para mi futura humillación, porque no se qué más esperar, ¿A Tristan follándome? Podría ser, o sea, ¿qué digo?, ¡no!

Lista, tomé mi celular, lo guardé en mi bolsillo y bajé. Tristan es un maldito hijo de su mad... Mierda tengo una promesa con su madre. ¡¿Por qué siempre habrá algo que nos una?!

-Vamos -dijo firme e inexpresivo.

-Sabes que voy en contra de mi voluntad.

-Eso lo hace más interesante -sonrió, se levantó del sofá y tiró de mi brazo, que tipo más extraño.

Al salir, esperaba ver a la culpable de mi accidente, o bueno la que causó daños físicos en mi, su motocicleta, pero no, Tristan había venido en un aparentemente nuevo y reluciente Audi negro.

Tristan me abrió la puerta del copiloto como un caballero -lo cual no es- y luego de que entrara y lo mirara mal, cerró la puerta, rodeó el auto y subió al asiento del piloto.

-¿A dónde iremos? -dije con el ceño fruncido por tanta rareza.

-Sorpresa, nena -puso en marcha su auto y aceleró.

"Nena", ojalá deje de llamarme así.

Por su atuendo, parece que iremos a un lugar informal, traía puesto unos pantalones cortos rojos y una camiseta sin mangas blanca. Muy simple para ser el señor rompe corazones.

En una luz roja, Tristan encendió su radio, haciéndome girar para verlo, subió el volumen dejando muy en alto el sonido de música electrónica, pensé que no le gustaba.

-Oh, rayos -frunció el ceño y la cambió de inmediato por una canción de Eminem, al parecer no era radio, si no, un CD.

La luz verde apareció, continuó con su recorrido, nadie dijo nada, más que Eminem y su maravilloso rap...

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