¿Suerte?

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Mi error fue decirle: «Hace mucho que no dormías con tu hermana, Russell».

Tuve que arruinarlo yo, ésta vez.

-Excato, -dijo algo calmado, pero muy molesto por dentro- tu hermano mayor ya no lo hará más.

Permanecí sentada en el sofá con la mirada perdida en las imágenes que aparecían en la pantalla del televisor, todo estaba oscuro, si no fuera por la luz del televisor, no vería casi nada.

Tristan se levantó de mi lado y se puso frente a mi. Debí dejar que él hablará antes que yo lo echara a perder todo.

-Drew duerme con desconocidas, no sería de mucha diferencia que lo hiciera con su hermana, -mierda, sonó como no quería que sonara- lo-los hermanos duermen juntos.

-¿Quieres que duerma contigo? -dijo con la voz muy grave y ronca- ¡Dime! -insistió con un grito.

Quería y no quería.

-Tal vez -susurré.

-De acuerdo, dormiré contigo, y esta vez, no te tocaré ni un sólo cabello -su voz perdió fuerzas al darse cuenta que la había jodido.

-Uh, alguien acaba de aceptar haberme tocado aquella noche -cansada de discutir, me puse de pie e intenté pasar por su lado. No me dejó.

-Estaba dormido, Samantha -tiró de mi brazo.

-Por suerte yo no... -apretó más mi brazo para evitar que me vaya, luego me di cuenta que lo hizo porque había dicho algo mal. Dije «suerte», debí decir «desgracia».

-¿Suerte? -rió por lo bajo- Pensé que dirías desgracia.

-E-eso iba a decir -me solté de su agarre y lo miré a los ojos, en ellos se veían la luz del televisor.

-¿Estás segura? -asentí rápidamente- No lo creo, si lo estuvieras, no hubieras gemido mientras te tocaba -mordió su labio inferior.

Es tan cambiante, como cualquier chico con las hormonas alborotadas, pero Tristan no debía de ser así, él ya había follado a muchas, debería controlarse.

«De seguro está así porque no ha follado a nadie desde que te quedaste con él».

«O simplemente, porque no tuvo sexo contigo, Samantha».

Soltó una fuerte carcajada que me dejó confundida, muy confundida: -¡Te hubieras visto la cara! -molesta, estaba muy molesta, lo hice a un lado y subí lo más rápido posible a mi habitación temporal.

Aún quedan cuatro días, no aguantaré.

-¡Oye, no es para tanto! -continuó riéndose mientras subía por las escaleras detrás de mi.

Entré a la habitación, encendí la luz y traté de cerrar la puerta, Tristan la empujó con facilidad y logró entrar.

-¡Ya déjame! Acabas de burlarte de mi, ¿qué más te hace falta para humillarme? -su expresión cambió, volvió la seriedad en su rostro- ¡Oh, ya sé! Te falta decirme que cuando me tocaste pensabas en una de tus perritas y como ninguna estaba cerca, me imaginaste como una de ellas. Y no es necesario que lo niegues, ambos sabemos que no me has deseado ni lo harás -me sentí bien al decir todo lo que sentía, pero a la vez mal, por ofrecerme de ese modo, espero que no lo haya notado.

-Entonces, ¿qué es lo que quieres? No logro entenderte, me culpas por soñar con follar y por tocarte, discúlpame por hacerlo, pero no se qué es lo que quieres que haga para que entiendas que lo siento.

Yo soy la que no te entiende.

-Olvida eso... -agaché la cabeza y me senté en la cama- Tristan, ¿por qué no me deseas? -no, no. Yo no dije eso. Mierda.

-Eres como una hermana para mi, además...

-¿Y eso qué? ¿Tan fea soy? -lo miré algo avergonzada.

-¡Eres como una hermana, Sam! ¿Qué quieres que haga? ¡No puedo cambiar eso! -bajó la voz al recordar que Mary dormía en una de las habitaciones del segundo piso.

-Quiero... -susurré.

-Dime, lo haré si eso hará que éste problema termine.

Miré mis manos: -Quiero lo que le dabas a esas otras chicas -pude sentir la sorpresa en él. Segundos después me animé a mirarlo, tenía el ceño fruncido.

-No sabes lo que significa eso.

-Sí lo se, dijiste que lo harías -yo debería ser peor que todas esas chicas con las que estuvo, o igual. Me estoy lanzando a él.

-¿Eso quieres? -dijo triste- ¿Quieres que te haga lo que les hacía a ellas? -asentí con miedo y pena por mi elección- Bien, párate junto a esa pared -lo miré dudosa y luego miré la pared que señalaba con el dedo. Justo al lado de la puerta.

No lo hice.

-Hazlo -dijo con la voz ronca y con los ojos fijos en mi.

Me levanté y me quede de pie al lado de la pared.

-No me mires, mira la pared -sonrió a penas. Giré quedando pegada a la pared, no sabía qué tenía Tristan en su cabez...

Dios.

Tenía su cuerpo pegado al mío y sus manos apoyadas en la pared. Podía sentir su respiración en mi cuello. Además de su erección en mi trasero.

-Así... -dijo en mi oído- así me gusta -mordí mi labio y cerré los ojos.

Dulce Lado Oscuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora