¿Qué fiesta? ¡¿Otra fiesta?!

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-¡Al fin en casa! -dijo Sam- Dime que Mathew no vino a cocinar -se mordió el labio inferior preocupada.

-No, -reí nerviosa- no vino.

-Oh, que bueno, tuvimos que ir a almorzar al típico restaurante ya que Milton salió tarde -se encogió de hombros y Milton subió posiblemente a su habitación- Hey, ¿Redecoraron el primer piso? -señaló las paredes y se sentó en un sofá, la imité.

-Algo parecido -alcé las cejas- hice que Carter limpiara, ahora debe estar durmiendo -reí.

-¿En serio? ¡No lo creo! -dijo sorprendida.

-Okey, okey, ambos limpiamos, Mathew nos lo ordenó -rodeé los ojos.

Rió: -¡Ya se me hacía raro que ese chico haya hecho todo esto! ¡La sala y la cocina se ven relucientes!

-Gracias, muchas gracias -pestañeé orgullosa.

-Deja de hacer eso -me golpeó el hombro- no es para tanto. Por cierto, mamá me llamó y dijo que vendrá antes, como a las 5:30 pm -miró la hora en su celular- ya debe estar viniendo.

-¡Genial! Podemos decirle que nos acompañe a comprar nuestros vestidos para la fiesta del sábado -Sam frunció el ceño.

-¿Qué fiesta? ¡¿Otra fiesta?! -negó con la cabeza.

-Samantha Green, ¡No me digas que lo olvidaste! ¡Esta no es cualquier fiesta! -hice un puchero- es mi fiesta de graduación -fingí tristeza por su mala memoria.

-¡Claro! Ya recuerdo -sonrió culpable- me parece buena idea ir con mamá. Para vestidos de baile de graduación, ella si es buena.

Quince minutos después, la mamá de mi mejor amiga llegó, y para nuestra sorpresa llego con Mathew. De seguro él pasó en su auto y la recogió del trabajo.

La convencimos para que nos acompañe al centro comercial para comprar nuestros vestidos y zapatos.

Mathew se quedó con Carter y Milton en casa a ver películas hasta que lleguemos.

-Entonces, no quieren un vestido muy extravagante ni muy sencillo, ¿Verdad? -preguntó la señora Liz.

Ambas asentimos: Entremos allí -señaló Sam a una tienda muy llamativa por su variedad de vestidos.

Decidimos buscar un vestido a la vez, primero buscaríamos el mío y luego el de Sam.

-¡Ariana! ¿Qué te parece este? -sacó un vestido del lugar donde estaba colgado. El vestido era perfecto, pero muy largo para mi gusto.

-Umh... Prefiero uno que sea hasta las rodillas -sonreí y ella asintió.

-¡Ariana, este te va a encantar! -dijo Sam mientras sacaba un vestido. Me lo mostró y como dijo, ¡Me encantó! Era color cereza y combinaba con mi tono de piel y cabello negro. Ese color sin duda era el correcto. Su diseño era sin mangas, con unos bobos desde la cintura para abajo, con una cinta en la cintura de color cereza mas fuerte para que resalte y era justo hasta las rodillas.

-¡Me en-can-ta! -dije tomando el vestido en mis manos, verifiqué si era mi talla y corrí hacia los probadores. Me lo puse y me miré al espejo, era más que perfecto. Salí a mostrarles como me quedaba, a Sam y a su mamá les gustó mucho, por lo tanto, lo compré.

-Bueno, creo que llegó mi turno -fingió morderse las uñas- ayúdenme a escoger, por favor -suplicó.

-También lo quieres hasta las rodillas, ¿No? -preguntó su madre. Y ella asintió.

Busqué vestidos sencillos y que hicieran contraste con su piel trigueña y cabello castaño oscuro.

-¿Te gusta este? -le mostré un vestido hasta las rodillas muy pegado.

-No -rió- se ve muy ajustado.

-¡Sam! -grito su mamá desde el otro extremo de la tienda- ¿Qué opinas de este? -le mostró un vestido entre negro y gris, sin mangas, con un lazo en la cintura, liso hasta cierto punto y con ondas al final, también hasta las rodillas.

-¡Ese! ¡Ese me gusta! -lo tomó en sus manos y se quedó mirándolo- Iré a probármelo -sonrió y se fue.

-Liz, ya que Sam se ha ido, creo que debemos hablar sobre su cumpleaños.

-Si, tienes razón, pero ella me dijo que no quería nada de nada. Sin embargo, planeo hacerle un pastel y darle un regalo.

-Suena bien, me gustaría salir con ella y con su familia a dar una vuelta o algo ya que es su cumpleaños. Pero lamentablemente la fiesta es el mismo día de su cumpleaños... -dije triste- Y, ¿ya le compró su obsequio?

-Sí, justo lo compré cuando vine del trabajo, Mathew también le compró uno -sonrió aliviada, pero yo aun no se lo había comprado, ugh.

Íbamos a seguir hablando pero Sam salió de los probadores con el vestido puesto, el cual le quedaba perfecto, como anillo al dedo. Obviamente lo compró.

Mas tarde, luego de comprar los zapatos y accesorios, regresamos a casa muy cansadas. Cenamos y a la cama, hora de descansar.

Dulce Lado Oscuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora