Dulce Lado Oscuro.

No quiero que te hagan daño.

Al despertar, vi que Tristan no se encontraba a mi lado. Desvié mi vista a la ventana, estaba abierta, reí para mis adentros, tal vez se fué por allí. Era temprano aún, debía apresurarme para llevar a Milton al kinder.

Me di un baño,me vestí y bajé en busca de comida.

-¡Buenos días, pequeña! -dijo Ariana sirviendo el desayuno sobre la mesa. Me di con la sorpresa de que Mary aun seguía en casa, pero mamá no.

-¡Buenos días! ¿Preparaste el desayuno? -Milton y Mary se sentaron en las sillas- Pensé que no te gustaba cocinar -reí y acaricié el hombro de Milton y el de Mary como si fuera un saludo, me senté.

-No me gusta, pero con los niños aquí -alzó sus finas cejas dejando ver esos ojos café- tuve que hacerlo.

-Entiendo -sonreí apenada- Gracias -susurré en su oído.

-Tranquila, tu madre no se dio cuenta -me guiñó un ojo.

Pensé que Tristan estaría en el kinder a espera de su hermana o para agradecerme por haberme hecho cargo de ella, claro con la ayuda de Ariana. Buscaba la motocicleta negra de Tristan, con la calcomanía de ''Tryt'', pero no logré encontrarla. Puse en marcha el auto y regresé a casa.

Aparqué el auto en la entrada, iba a bajar pero vi que Camile salió de su casa con una mini falda, una blusa y unos tacones, seguía siendo una perra, pero quería disimularlo. Me extrañó verla salir de día, ella siempre sale de noche. Aguardé unos minutos esperando a que se fuera, pero ella se apoyó en su auto y miraba a los lado, creo que esperaba a alguien. Da igual, salí, bloqueé el auto, busqué las llaves en mi bolsillo, estaba a punto de entrar hasta que escuché ese inconfundible claxon.

-¡Sam! -al oir mi nombre, giré sobre mis tobillos, una sonrisa se formó en mis labios.

-¡Tristan! -comencé a dar unos pasos hacia él. Tristan dejo su moto cerca de mi auto, lanzó una rápida mirada a Camile. Luego, tomó algo de su moto, un ramo de rosas rojas.

-Esto es para ti, Sam -me entregó las rosas, estaban atadas con un lazo, forradas en un plástico envoltorio. Me sonrojé. Eché un vistazo a Camile, nos observaba boquiabierta.

-Gracias -le sonreí para luego respirar el dulce aroma fresco de las rosas- ¿Entramos?

-Umh... ¿Te importa si nos sentamos un momento en la entrada? Es que quiero estar a fuer aun rato.

-Esta bien -sonreí y nos sentamos en una banca ubicada en el pórtico.

-Gracias por cuidar de Mary. Siento no haberme quedado, Brave me dejó un mensaje y tuve que ir a verlo.

-No te preocupes, no es nada -sonreí mirando las rosas, había una pequeña tarjeta doblada a la mitad. Pensé en abrirla, pero mejor lo haría luego.

Sonrió y me miró: -Habrá una competencia hoy -dijo con un tono emocionado- Brave dijo que correría hoy.

-¡Que bueno! -sonreí dejando ver mi dentadura.

-Sí. Quería que fueras pero creo que no podré llevarte -bajó la vista.

-Será para la próxima entonces -acaricié su mejilla -Pero ¡por qué no puedo ir contigo?

-No quiero que te hagan daño. Competiré contra unos tipos algo peligrosos, sus acompañantes estarán allí y si me ven contigo podrían hacerte algo. Casi siempre gano las carreras y como que me tienen algo de recelo -arrugo la nariz- ya sabes.

-Entiendo, gracias por querer cuidarme -sonreí de lado. Oí el sonido del motor de un auto, Camile se marchó. Había olvidado que ella estaba allí.

Me senté en el sofá, permanecía observando el ramo de rosas que me había dado Tristan. Desdoblé la tarjeta, en ella decía: ''Gracias por todo. Te quiere, Tristan'', seguido de un corazón, su letra era muy bonita.

-¿Qué es eso? ¡Huele a amor! -rió Ariana, rápidamente guardé la tarjeta en el bolsillo de mis jeans.

-Sólo somos amigos, Ariana- le reproché.

-No eres buena mintiendo -suspiró- sabes que tengo razón.

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Hola! Disculpen la demora.

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