CAPÍTULO 54 ( El principito y la rosa )

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Era su primera cita.

Se había puesto el mejor traje de su clóset y le había pedido a su nonno, escogiese un regalo digno para un bello ángel. Él sabía que los regalos del abuelo eran los mejores. A su nonna le había pedido que le comprara un perfume de esos que tenía el abuelo. Y a Dios le había pedido que por favor no le permita cometer un error, pues salir con el chico que le gustaba, era lo más grandioso que había logrado.

Salir con Park JiMin era su sueño.

Y finalmente lo había conseguido. Había anhelado poder tomarlo de la mano y darle un beso en aquellos cachetitos rojos, desde el primer día que lo vio. Deseaba poder entrelazar entre sus dedos, las manos de aquel pequeño rubio que lo hipnotizaba. Quería verlo andar a su costado, abrazarlo cuando tuviese miedo y acurrucarlo en sus brazos cada vez que llorase. Se ilusonaba con una vida juntos.

Y es que casi nadie había llegado al corazón de Kim Tae Hyung.

Desde que murieron sus padres, sus abuelos se hicieron cargo de él. Y en verdad él amaba a sus nonnos, quiénes habían logrado que el pequeño sobrellevase su pena. TaeHyung era feliz en su hogar, pero no afuera de él. Afuera era reservado, callado, sin amigos y sin felicidad. Era un estudiante con notas buenas, pero no sobresaliente. Era bueno en los deportes, pero no figuraba demasiado. Le encantaba el arte, pero tampoco era muy famoso por ello. Hablaba con sus compañeros y era amable, pero no tenía amigos.

En la vida de TaeHyung, siempre había habido
simples amigos, compañeros con los que compartió pocos recuerdos, personas que apenas ocupaban lugar y que no trascendían en su vida. Aparecían una mañana y luego se extinguían por la noche.

Hasta que JiMin llegó.

Con el pleno resplandor de su belleza. Fue como si todos sus sentidos solo vivieran para él. Lo había visto en el patio antes de ingresar a clases y su corazón había saltado de alegría. Luego lo vio entrando al salón de clases, tan brillante como la salida del sol por las mañanas. Sonrió por inercia. Sus ojitos quisieron aguarse, su sonrisa coqueta apareció y al ver que el rubiesito se sentaba en su sitio, la euforia de su ser desapareció.

Paz.

Aquel pequeño niño, le transmitía paz. No supo como, pero se enamoró. Fue de aquellas conexiones que se dan una sola vez en la vida. De esas conexiones que nacieron de promesas. Promesas hechas en alguna vida pasada, pues las almas gemelas siempre se reencontraban a traves de estas.

Y en los ojos de JiMin, Tae cumpliría su promesa.

Por eso se dedicaría a hacerlo feliz.

Tocó la puerta del apartamento de JiMin con nerviosismo. Sus piecitos se movían de un lado a otro, ¿por qué JiMinnie tardaba tanto? Tenía entre sus manos la rosa roja que el abuelo había cultivado y envuelto en una bonita caja azul de lazos azules también. La puerta que espera ser abierta, finalmente lo hizo y TaeHyung no pudo contener su admiración.

—¡Ah!, acabo de despertarme, perdóname.
Todavía estoy todo despeinado…

—¡Qué hermoso eres!

—¿Verdad? —respondió suavemente JiMin—. Y eso que todavía ni me baño.

TaeHyung se dio cuenta que JiMin no era demasiado modesto, ¡pero era tan conmovedor! Los últimos años, tras tanta confianza creada y tanta amistad, JiMin se había vuelto más desenvuelto, contruía su personalidad de forma valiente, fuerte, coqueta y divina. Cono una rosa.

Y a TaeHyung le encantaban las rosas.

—Creo que es la hora del desayuno —agregó en seguida JIMin—. ¿Por qué has venido tan temprano TaeTae? Pensé que saldríamos en la tarde.

ʟᴀʙɪᴏꜱ ᴄᴏᴍᴘᴀʀᴛɪᴅᴏꜱ ➳ [ ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora