Sus besos sonaban a gloria pura.
En el hermoso invernadero que tenían los Jeon, JiMin y JungKook destilaban su más dulce amor. Con dulces gemidos de parte del rubio, JungKook sentía estar en el cielo, en la nube más alta del mundo, en la cima del universo. Su cuerpo llamaba por él, pedía a gritos por el hombre que hoy se estaba retorciendo de placer bajo sus brazos. La oscuridad del invernadero, el sabor de vino tinto en sus labios, el olor a tierra mojada y rosas, la luz de la luna alumbrando por un rabillo del techo, los suspiros de amor.
Paraíso bendito.
Así se sentía estar besando el cuello resplandeciente de JiMin y dejando su marca para que sepan todos, que el rubio le pertenecía. Aunque sinceramente no lo necesitaba, el corazón y los ojos de JiMin gritaban a cada día que él le pertenecía sólo a Jeon JungKook. Incluso si hubiesen escogido ocultar los sentimientos a flote que salieron de ese lugarcito donde el corazón guarda al primer amor, el día que se volvieron a ver tras doce años, sus corazones seguirían gritando que se encontrasen para hacer lo que estaban haciendo justo ahora.
El amor.
El bendito y puro amor, el acto más hermoso del mundo sólo si es tomado con sinceridad y con la lujuria infinita de dos cuerpos que se quieren unir para ser uno solo, para ser el complemento uno del otro, para serlo todo. Los enormes brazos de JungKook aprisionaban a un JiMin que no quería soltarse de la cárcel que representaba aquellos brazos. Unas barreras imaginarias pero tan duras que lo tenían prisionero de amor y de necesidad por sentir más contacto en su piel.
Maldita dependencia.
Esa jodida y maldita dependencia de saciar la pasión que desprendía de sus cuerpos era la que los tenía ahora con las respiraciones agitadas, los besos regalados y los te quiero en los labios. Ahí, alto, en la altura arriba de ellos, una ilusión que era más grande que todo el tiempo que habían permanecido separados, aquella misma que hacía que JungKook quisiera tener a JiMin y hacerlo suyo para siempre, que lo hacía sentir en cada parte de su piel la sed de su amor.
Quería conquistarlo y ser dueño de su mirada.
JungKook quería con sus besos que JiMin fuera suyo. Mientras que en aquella noche de placer desnudaba a pasos lentos al ser más divino que sus ojos podrían ver algún día, añoraba por otro lado acurrucarlo en sus brazos y sólo verlo dormir. Pero era consciente también, que aquel rubiecito que se encontraba encima de una de las mesas, estaba dispuesto, mucho más que dispuesto a entregarse a él.
Y no desperdiciaría ningún segundo.
Porque si lo hacía, eso significaría perder un segundo de amar a un ser tan hermoso como su Park JiMin, ese mismo ser hermoso que estaba gimiendo al sentir sus largos dedos masajear esos muslos suaves pero a la vez tonificados, deslumbrando su color blanquecino. Lo tocó, sexy, provocador, totalmente arrollador.
Una boca que le exigía que lo bese sin parar.
Había un cuello que se moría porque baje un poco más. En la mesa unas flores en mecetas y en cielo una luna llena ¿sería una casualidad o una señal? Un botón de una camisa que se quiere suicidar, JungKook bajaba por el ombligo de JiMin con instinto criminal y sus manos buscaban más allá mientras la piel del rubio se dejaba conquistar. La noche estaba al caer y el aire empezaba a arder, estaban en peligro de que no haya marcha atrás, el cuerpo de JiMin y de JungKook no se querían despegar.
Tenían cada corazón a punto de estallar.
La ropa caía al suelo y en el techo estaba la pasión, si pasaba un segundo más perderían el control. Dos miradas que se encontraban provocando una explosión, dos deseos que entrenaban para hacerse el amor. Dos ideas con una obsesión, cada vez se sentía más calor, sobre todo si JungKook llevaba masajeando el miembro de un JiMin que moría en gemidos, que aceleraba su respiración, que volaba lejos su imaginación.
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ʟᴀʙɪᴏꜱ ᴄᴏᴍᴘᴀʀᴛɪᴅᴏꜱ ➳ [ ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ ]
FanfictionPark JiMin y Park MinJi son dos hermanitos gemelos que se aman mucho. Su amor de hermanos parecía ser un lazo que nunca se rompería, hasta que a sus pequeñas vidas llega Jeon JungKook, un pequeño de cinco años que creará en los hermanos una gran ri...