—JiMinnie...
—Hola hyung —respondió JiMin, disimulando los nervios que le traía el contacto visual que estaba teniendo con el pelinegro.
—Respondiste a la señal —le dijo JungKook poniéndose cómodo en el taburete de su ventana—, pensé que lo habías olvidado.
—¿Cuál señal? Yo sólo vi que una luz que se reflejaba por mi ventana aparecía y desaparecía, así que salí a ver qué ocurría —le respondió totalmente serio.
—¿En serio? —preguntó incrédulo—. ¿Tú no lo recuerdas?JiMin guardó silenció y el corazón de JungKook sintió un golpe fortísimo. JiMin había dicho que no sabía de qué señal estaba hablando y aquello fue aún más difícil de procesar, pues siempre creyó que cuando JiMin volviera, ellos usarían su señal como siempre.
JungKook imaginó las miles de veces, a lo largo de doce años, cómo sería el día que JiMin regresara.
Se imaginó esperándolo en la puerta de su casa, yendo a recogerlo al aeropuerto, tocando su puerta, encontrándose con él en el camino, miles de escenarios distintos que siempre acababan en un reconfortador abrazo y en un... en un beso. Sí, a JungKook no le costaba admitir que sus fantasías de amor era sólo con Park JiMin, en donde dibujaba en su mente cómo era besarlo, que sentiría al hacerlo, qué fragancia tendría JiMin, que tan bien se acomodaría en sus brazos, qué tan dulces serían sus labios. Esos labios que el recordaba tan perfectamente bien cuando lo besó por primera vez hace más de doce años dentro del armario, dentro de un mundo de fantasías, cuando apenas eran unos críos que no sabían lo que hacían, pero que sentían amor puro, verdadero amor puro e inocente.
Pero todas aquellas fantasías, incluso las más sórdidas que había tenido con él se habían ido por la borda.
Sobretodo cuando jamás imaginó que el día que volvería a ver a su JiMin sería el mismo día que anunciaba su noviazgo con MinJi, el hermano gemelo de su primer amor. La vida de JungKook de pronto había dado un giro inesperado, pues justo cuando había decidido avanzar sin JiMin y olvidarlo para siempre, él regresaba siendo el chico más guapo que existía y desarmando las pocas fuerzas que le había costado construir para seguir su vida.
JiMin había llegado para envolverlo por completo y al parecer, para destruirlo también.
—Yo... yo, pensé que lo recordabas...
JiMin lo miró fijamente y JungKook sólo apartó los ojos llenos de decepción, cuando de pronto escuchó una risa angelical y dulce, demasiado dulce y divertida. Levantó la cabeza y encontró a JiMin riendo, mostrando sus bonitos dientes y sus ojitos que se achicaban de un forma tan bonita y que hacían que su pecho sintiera una calidez absoluta.
—Hubieras visto tu cara hyung —dijo JiMin, riendo aún—. ¡Claro que la recuerdo! ¿Tan desmemoriado crees que soy? Recuerdo perfectamente nuestra señal JungKookie hyung, la que creaste para comunicarnos el día que cumplí siete añitos porque no podías hablar debido a que tenías las amígdalas inflamadas. Fue demasiado gracioso recordar cómo nos escribíamos con papelitos ¿lo recuerdas tú también hyung?
—¡Tú... pequeño!
—¡Ay Dios! No puedo con tu cara, me ahogoooo —dijo JiMin mientras seguía burlándose de JungKook.
—Eres un ser malvado Park JiMin, muy malvado —inquirió el pelinegro mientras una sonrisita se formaba en su rostro y un alivio inundaba su corazón.
Y realmente era un alivio el saber que JiMin recordaba su señal.
Durante todo el tiempo que JiMin se fue, JungKook había creado un hábito muy extraño. Él usaba la señal cada vez que se sentía mal o tenía una gran noticia. El pelinegro se sentaba en su ventana y hablaba hacia la ventana de JiMin imaginando que lo consolaba y felicitaba o que simplemente lo escuchaba. Había convertido a su señal y sus largas noches sentado en su ventana en su diario personal.
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ʟᴀʙɪᴏꜱ ᴄᴏᴍᴘᴀʀᴛɪᴅᴏꜱ ➳ [ ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ ]
FanfictionPark JiMin y Park MinJi son dos hermanitos gemelos que se aman mucho. Su amor de hermanos parecía ser un lazo que nunca se rompería, hasta que a sus pequeñas vidas llega Jeon JungKook, un pequeño de cinco años que creará en los hermanos una gran ri...