CAPÍTULO 49 ( Los perdidos )

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JungKook escuchó el timbre de su casa.

Se preguntó quién tocaba a esa hora, pues ya eran las doce menos quince. El timbre volvió a sonar con insistencia y parecía no detenerse. JungKook se volvió a preguntar por qué nadie atendía la puerta y entonces cayó en cuenta de que aquel día era el día libre de los empleados y que sus padres no se encontraban, pues s ehabía ido a un evento de los Choi, al que felizmente no asistió porque todos esos señores sobrepasaban los 45 años y eso lo aturdía demasiado. Ya lidiaba lo suficiente con viejos canosos y amargados en la oficina, como para lidiar también con ellos fuera de esta.

Con el piyama ya puesto, bajó con pereza mientras se seguía preguntando quién carajos tocaba a esa hora. Caminó descalzo, pues no pudo encontrar el par de su pantunfla y fue demasiado holgazán como para prender la luz y buscar el par que le faltaba. Además hacía demasiado calor y eso aumentaba su vagancia.

La puerta se abrió.

Y JungKook pudo jurar que su piel en ese momento se heló por completo. JiMin wstaba parado frente a él, con los ojos rojos y cristalinas gotas alrededor de ellos. Su cuerpo temblaba y parecía que iba a romperse en cualquier momento. Su instinto de protección se activó, pero nuevamente el rubio delante suyo, lo desconcertó sin más.

JiMin se acercó lentamente a JungKook.

Las lágrimas caían por su rostro mientras sus pequeñas manos tocaban el rostro del hombre que amaba. Todas aquellas cartas que jamás fueron reveladas, todas aquellas palabras que nunca se pudieron decir. ¿Cómo fue capaz MinJi de dañar un amor tan bonito? ¿Cómo fue capaz de mancillar algo tan puro?

No lo iba a perdonar jamás.

JungKook lo miraba confundido y sentía ganas de protegerlo, aunque sabía que JiMin seguramente lo alejaría. ¿Por qué su pequeño estaba llorando delante de él? ¿Por qué parecía que le habían hecho daño? La rabia se apoderó de él y el solo imaginar que alguien pudo haberle tocado un pelo a JiMin, lo volvía loco.

JiMin parecía un pajarillo herido.

Las ganas de poder abrazarlo y besarle cada lágrima le quemaba, quería preguntar qué pasaba, por qué lloraba, pero las palabras no salían, el nudo en su gargante no se lo permitía y era más que obvio que JiMin tampoco lo dejatía y botaría lejos su amor.

Se confundió.

JiMin se tumbó a sus brazos. JungKook sintió la calidez llenarlo por completo y las pequeñas manos de JiMin, aferrarse a su espalda. Le correspondió aquella muestra de amor con cada fibra de su ser y lo atrajo hacia él para oler su perfune y para sanar su alma.

Y JiMin lo abrazó fuertemente y en su mente solo pudo pensar en una cosa: aquel pequeño JungKook de tan solo cinco años. Es como si estuviese abrazando a su hyung, como si estuviese regresando a aquel tiempo en el que eran felices. Donde no había separaciones ni dolor.

Y lo besó.

Desesperadamente. Como si todo el anhelo que sintió por años, estaba hoy finalmente descansado de su agonía. Su pecho aun dolía, pero estaba muy seguro de lo que estaba a punto de pasar. Porque sin pensarlo dos veces empujó a JungKook a la pared.

Los necesitados labios se unieron aún más y se volvieron uno solo. Sus pasos torpes empezaron a subir por las escaleras y en un abrir y cerrar de ojos, la puerta de la habitación de JungKook se cerraba tras de ellos.

ʟᴀʙɪᴏꜱ ᴄᴏᴍᴘᴀʀᴛɪᴅᴏꜱ ➳ [ ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora