CAPÍTULO 6 ( Un último adiós )

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—Tú no puedes estar hablando en serio...

—Ye Na, iré a administrar la coorporación a Italia —dijo pausadamente—, creo... creo que es lo mejor.

—No te vas a llevar a nuestros hijos —le respondió parándose desesperada.

—Quiero llegar a un acuerdo, escúchame por favor.

—No ¡No! ¿Por qué me estás haciendo esto? —le preguntó con dolor—. Primero me engañas de la peor forma y ahora tú... tú me haces esto ¿por qué? ¡¿Por qué me haces daño?!

—Te he pedido perdón mil veces, me he arrodillado, he insistido a más no poder, pero tú... no quieres perdonarme —le dijo con tristeza—, incluso mi amor si ahora tú... tú me dijeras que no me vaya o me perdonaras y me dieras otra oportunidad, yo haría lo que desees. Tienes mi vida colgando de tus manos amor.

—Yo...

—Park Ye Na yo te amo, escúchame por favor. Escucha como todo mi ser llama por ti, como todo yo te ama a ti y a nuestros hijos.

Ye Na solo no lo escucho. Cayó sentada en su cama, con las lágrimas en sus ojos, arrepentida de tantas cosas, una de ellas era el no darle una oportunidad al amor de su vida. Pero ¿cómo darle la oportunidad a alguien que destrozó tu vida? ¿Cómo pretender que nada pasó? ¿Cómo tratar de ser como todo el mundo que perdona una infidelidad para no desmoronar su familia? Ella no quería ser así, no podía serlo. Y aunque en esos instantes en los que se cuestionaba mil cosas con lágrimas en sus mejillas, Song Jae se acercó y la abrazó, no dio marcha atrás. Estaba tan decidida ya.

Song Jae quiso jugar su última carta. Se acercó a su aún esposa y la abrazó suavemente, como sabía que a ella le gustaba. Acunó su rostro en sus manos, aquel rostro que él tanto amaba y sintió esa corriente eléctrica que transmitía amor. Suavemente la besó en la frente y con delicadeza bajó hasta sus labios. Fue un beso suave, dulce, placentero y lleno de amor.

Fue un beso de despedida.

—¿Cuándo te irás? —preguntó Ye Na alzando los ojos y rompiendo el mágico momento, terminando por completo las esperanzas de Song Jae.

El silencio reino nuevamente. El corazón de él se desarmó por enésima vez en su vida y llorando también, se paró ante ella que aún permanecía sentada en la cama.

—El 26 de diciembre. Dejaré que pase navidad y me iré en ese tiempo.

—Dentro de dos semanas entonces.

—Sí Ye Na —asintió derrotado.

—¿Y nuestros hijos?

—Ye Na, sé que es absurdo, sé que es una locura y sé también que no lo permitirás, pero... —se arrodilló ante ella, suplicante y con las lágrimas aún saliendo—, amo demasiado a mis hijos, me muero sólo viéndolos el fin de semana, no voy a poder vivir sin ellos. Quiero... quiero irme con los dos, aunque sé que no me dejarás. Déjame entonces llevarme a uno de ellos.

—Estás loco...

—Lo sé, pero no voy a poder resistir no verlos —habló con desesperación—, me voy a perder verlos crecer, si no me permites esto, entonces déjame llevarlos en las vacaciones de fin de año y de medio año. O deja que estudien un año aquí y otro allá.

—¡Esto es una locura! —le gritó.

—Por favor... —suplicó—. Me estoy yendo por ti ¡entiende! No puedo resistir el saber que estás tan cerca y a la vez tan lejos. Me muero de ganas de llegar a casa y abrazarlos, me retuerce saber que los he perdido ¡me estoy volviendo loco!

ʟᴀʙɪᴏꜱ ᴄᴏᴍᴘᴀʀᴛɪᴅᴏꜱ ➳ [ ᴋᴏᴏᴋᴍɪɴ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora