1

25 0 0
                                    

Corro de madrugada por los pasillos hasta llegar a la habitación de mis padres y subo a la cama con ellos.
Me acurruco al lado de mi madre y siento cómo se gira para abrazarme.
-Que ocurre cariño, ¿otra pesadilla?- escucho a mi padre y asiento despacio.
Noto sus labios en mi cabeza y se acurruca junto a mí.
-Lo siento- digo en un sollozo mirando a mi madre.
Ésta niega y sonríe, besando mi frente.
-Vamos a descansar, ¿vale?
Me recuesto junto a ellos y trato de conciliar de nuevo el sueño, pero me es imposible y tras casi una hora salgo de entre las mantas y siento un escalofrío al tocar el frío suelo con los pies.
Avanzo en silencio para llegar a la única zona del castillo en la que soy capaz de relajarme cuando ésto me ocurre.
Una pequeña sonrisa se forma en mi rostro al entrar en ella y camino hasta el caballete que se encuentra en el centro. Tomo uno de los pinceles para mojarlo en la pintura y empezar a deslizarlo por el lienzo en blanco, sintiendo como los malos pensamientos desaparecen con cada trazo.
Un rato después he terminado y, satisfecha por cómo ha quedado, dejo las cosas de nuevo como estaban y me siento junto a la ventana no sin antes coger un libro de la estantería que está al lado y, junto a otras, ocupa casi toda la estancia.
-¿Te encuentras mejor?- escucho tras unos minutos y, al levantar la vista de las palabras, observo a mi madre con una mano apoyada en la puerta e intenciones de entrar.
Asiento y ésta avanza hasta sentarse frente a mí. Envuelve mis manos con las suyas y me da una cálida sonrisa.
-Para, por favor- digo soltándome y alejándome un poco. Ella me mira sin comprender y yo suspiro- Me servía cuando tenía siete años, pero ya no funciona.
Mi madre se levanta y se acerca un poco. Mira hacia el caballete y de nuevo a mí.
-Pintar también te calmaba a esa edad y hasta hoy lo sigue haciendo.
Observo que cierra los ojos con fuerza y presiona sus manos contra la tela de su camisón.
-Mamá, no...
Me acerco a ella y poso una mano en su hombro.
-Ésta bien, Ashley- dice intentando que su voz no se corte. Pone su mano encima de la mía y me mira-. Sé que ya no necesitas de mí para algunas cosas, pero me gustaría que al menos me dejaras estar para ti en éstos momentos.
Nos miramos por unos segundos y termino envolviéndola con fuerza entre mis brazos, recibiendo algunos besos en la cabeza por su parte.

El desayuno se sirve en silencio y miro a mi alrededor. Mis padres, como siempre, se muestran cariñosos entre ellos cada vez que tienen oportunidad.
Bajo la vista a mi plato y suspiro.
No puedo evitar sentir celos por su relación perfecta; por cómo su llama sigue encendida aún con el pasar de tantos años, por cómo pueden decirse "te quiero" con tan solo una mirada.
Siento una lágrima descender por mi mejilla y la seco rápidamente con la manga de mi vestido.
-Cariño, ¿te encuentras bien?- escucho decir a mi padre y su mano se posa sobre la mía, pero no le miro.
Cierro los ojos y asiento levemente antes de levantarme y salir de allí lo más deprisa que puedo.
No me detengo hasta llegar de nuevo a mi sala de arte y me encierro en ella para no salir por varias horas.
"Quiero lo que tienen ellos" pienso mientras los colores llenan el lienzo y las lágrimas se escapan sin que las detenga.
No consigo concentrarme por las imágenes que se reproducen en mi cabeza y termino lanzando el cuadro contra el suelo, dejándome caer de rodillas y manchando mi vestido cuando el pincel se desliza sobre la tela.
Mis padres queriéndose a cada momento es algo que amo y odio a partes iguales.
A pesar de tener ya 18 años y ser una chica bien formada, ningún Príncipe se ha mostrado interesado en mí en ninguno de los bailes a los que he asistido desde que cumplí 16.
Respiro hondo y me levanto para recogerlo todo y luego volver a mi habitación a cambiarme.
—Disculpe, Alteza— mi padre sonríe y me acerco para abrazarle.
Deja un beso en mi cabeza y yo sonrío. Me separo para mirarle.
—¿Podemos ir al pueblo? Ya he leído todos los libros y quiero conseguir algunos más.
Mi padre parece pensarlo y vuelve a sonreír.
—¿Sabes que había venido a hacerte la misma pregunta?— dice riendo.
Entrelaza nuestros brazos y caminamos hacia la parte donde se encuentran los carruajes.

A Princess' Tale (Reales II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora