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Gritos y pasos apresurados nos hacen detenernos antes de entrar a la estancia y un escalofrío me recorre al reconocer las voces de mis padres, gritándose entre ellos.
Aprieto con fuerza la mano de Eric y ahora es él quien me esconde en su pecho.
Trago saliva despacio y me separo de él para abrir la puerta, pero en la mesa solo se encuentra mi hermano, mirando en dirección al camino que lleva a las cocinas.
-¿Qué ha pasado?- pregunto casi en un hilo de voz acercándome a mi asiento.
Sus ojos azules se posan en los míos y, de nuevo, mis manos se cierran con fuerza en torno a la madera.
-Has arruinado la cena sin tan siquiera estar presente- contesta soltando una carcajada-. Enhorabuena, Ashley.
-¿Y tus padres, Jared?- pregunta Eric muy serio, acercándose a mí.
El pequeño no contesta y vuelve a mirar al mismo sitio de antes.
-Voy a hablar con ellos- susurro empezando a avanzar hacia las cocinas, pero Eric agarra mi mano para detenerme. Me giro para mirarle y esbozo una pequeña sonrisa-. No pasará nada- digo apoyándome en su pecho-. Seguro que solo ha sido una conversación que se les ha ido de las manos, hablaré con ellos y volveremos en seguida.
Eric aprieta mis hombros con suavidad cuando nuestros ojos conectan y le beso por unos segundos para tranquilizarle.
-Voy contigo- susurra sobre ellos con los ojos cerrados.
Asiento despacio y entrelazamos de nuevo las manos caminando hacia la cocina.
Las personas que allí trabajan están fuera de éstas cuando llegamos a las puertas cerradas, mirando hacia ellas con preocupación.
-Alteza, sus padres han pedido que les dejemos solos- dice una de las cocineras cuando trato de abrir la puerta, pero la ignoro y entro de todos modos.
La escena que encuentro es peor que cualquiera de mis pesadillas: mi padre, de espaldas a mí, tiene la mano levantada hacia mi madre, temblando, como si quisiera hacerle daño pero una parte de él lo estuviese impidiendo. Le observo bajar el brazo con lentitud hasta que lo deja caer de golpe a su costado.
—¿Papá?— pregunto como una niña asustada, acercándome a ellos mientras todo mi cuerpo tiembla.
Mi madre me mira con lágrimas en sus ojos.
—Deberías irte— habla en un sollozo.
Escucho a mi padre soltar una carcajada.
—No, que se quede— dice girándose hacia mí—. Que vea lo que ha sucedido por su culpa.
Frunzo el ceño y doy un paso atrás cuando se acerca.
—Yo no he hecho nada— contesto en un hilo de voz.
Su sonrisa se ensancha y sus pupilas relucen.
—Llevas haciéndolo toda la vida, Ashley. Desde que naciste, no has dejado de arruinar a ésta familia.
Mi espalda choca contra la pared y quedo atrapada. Mi padre se acerca más todavía y cierro los ojos tratando de que solo sea un mal sueño.
—Mírame— habla enfurecido.
No lo hago y niego con la cabeza.
—Mírame, Ashley— repite de nuevo apretando mi muñeca izquierda con fuerza.
Lo hago, pero ya no es mi padre quien se encuentra frente a mí, aunque sí su voz.
—No puedes ser como él— murmuro en un sollozo. Las lágrimas siguen resbalando por mis mejillas y empiezan a picarme en la piel—. Tú no, por favor.
El rostro de mi abuelo se desvanece por un instante pero vuelve a aparecer, alternándose con el de mi padre. La cabeza empieza a dolerme y cierro otra vez los ojos. Su mano libre sube hasta mi cuello y aprieta por unos segundos. Mi madre chilla.
—Siempre preocupada solo por tí misma, nunca por los demás, ni siquiera por tu familia.
Ambos agarres se intensifican y apenas consigo tragar.
—¡Oliver, por favor!— exclama mi madre acercándose con rapidez— ¡Déjala, la estás haciendo daño!
Mi padre la mira pero no la obedece.
—El mismo que ella nos ha hecho hasta ahora— habla con la voz ronca y dejo de respirar.
—Por favor— mi madre pone ambas manos en sus mejillas para que la mire por completo—. Te quiere, y tu a ella. No la hagas sufrir más.
Éste pestañea un par de veces y siento el aire volver a mis pulmones.
Mi madre asiente sonriendo y empieza a apartarlo despacio de mí.
Entonces la puerta se abre de nuevo y la cabeza de mi padre se dirige a ella como un cazador que ha visto a su presa.
Eric entra, él sonríe. Me mira de nuevo.
—Acabo de encontrar otro modo de hacerlo— dice acercándose de nuevo, apartando un mechón de pelo de mi rostro y haciéndome temblar. Sus labios se aproximan a mi oido—. Si tu amado muere, tú también lo harás. Y esa sería la forma más perfecta de destruirte.
Abro los ojos lo máximo que puedo e intento impedirlo, pero tiene más fuerza y me lanza de nuevo contra la pared, haciendo que caiga al suelo encogida por el dolor.
Todo lo que pasa ahora lo veo a cámara lenta: mi padre acercándose a Eric y éste, sin saber qué ocurre pero pudiendo verlo en su expresión, se agacha y se abalanza sobre él empujándole hasta la pared, donde su espalda se golpea con fuerza.
Mi madre vuelve a gritar y yo solo puedo reprimir mis sollozos.
Cierro los ojos y abrazo mis rodillas escondiendo la cara entre ellas, intentando no escuchar ni ver lo que sucede.
Tienes que hacer algo. No puedes dejar que Eric o tu padre mueran por algo que solo tú puedes solucionar.
—No puedo hacer nada— murmuro en un sollozo sobre la tela húmeda.
Oigo el roce de un cuchillo sobre la piel y mis pulmones se detienen de nuevo.
Me levanto despacio y me acerco a ello ayudándome de la pared.
—Si lo haces, mi gente te hará lo mismo después— mi padre ríe y sus ojos caen otra vez sobre mí—. Y luego Ashley se lo hará a sí misma.
La mano de Eric tiembla y se separa despacio del cuello de mi padre, cayendo de golpe en su costado y soltando la daga.
—Te has vuelto parte de ella, Eric, ¿lo sabías? No puede estar sin tí, no puede vivir sin tí y no puede respirar sin tí— se encoge de hombros y le da un pequeño empujón para liberarse—. Si tú desapareces, ella también. Preferiría morir a odiarme por lo que te haría. ¿No crees que sería una verdadera muestra de amor?
Eric no reacciona a ninguno de sus actos, por lo que mi padre consigue coger la daga tirada a su lado y apretarla contra su cuello.
—¡No!— consigo hablar de nuevo y me lanzo sobre él haciendo que caigamos al suelo y que la daga se desplace lejos de nosotros.
Un ligero corte en la mejilla, pequeñas gotitas de sangre manchando su rostro. Me centro en ellas mientras mi padre se zafa de mi agarre y las lágrimas regresan.
—¿Por qué haces ésto?— pregunto pegándome de nuevo a la pared.
Observo a mi madre acercarse a él y ayudarle a levantarse, y cómo ninguno de los dos me mira mientras ésta le susurra al oído y, tras unos segundos, salen despacio de la cocina.
Le gente empieza a entrar de nuevo y regresan a su trabajo como si nada hubiese pasado, pero puedo notar que están alterados.
Ni siquiera soy consciente de que Eric está a mi lado hasta que sus manos están sobre mí, levantándome con suavidad para apoyarme en su pecho por unos segundos.
—Vayámonos— susurra apretando sus manos en mi cabello procurando que dejen de temblar.
—Tranquilo— digo de la misma forma alzando la cabeza para mirarle.
Ignoro el pinchazo en mi corazón y pongo las manos en sus mejillas, acariciándolas antes de juntar mis labios a los suyos. Solo unos segundos, los suficientes para que el temblor de ambos cuerpos desaparezca.
Sus ojos se encuentran con los míos de nuevo mientras entrelazamos las manos y salimos cautelosos de la cocina para no encontrarnos a mis padres hasta llegar a la habitación.






A Princess' Tale (Reales II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora