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Ojalá no tuviéramos que casarnos, seguir siendo felices solo estando junto al otro.
Las palabras suenan en mi mente nada más despertar. Eric duerme a mi lado tranquilamente y yo me levanto despacio, me cubro con la bata y salgo al balcón. Me apoyo en la pared y sonrío ignorando mis pensamientos.
Tras unos minutos en los que solo escucho el viento y el canto de las aves, diviso movimiento en el interior por el cristal de la ventana.
Eric sale a mi encuentro y me envuelve en sus brazos besando mi cabeza con cariño.
-Me gusta estar así- digo contra su pecho.
-¿Crees que tus padres se habrán despertado ya?- pregunta apoyándose en mí-. Tengo hambre.
Me separo reprimiendo una carcajada y le miro.
-Vaya forma de arruinar un momento prefecto.
Sonríe y pega su frente a la mía.
-Quizás podríamos ir a la cocina y preparar nosotros el desayuno- dice juntándose más a mí-. Crear otro momento perfecto en el que finjamos que estamos solos con tu familia- susurra sobre mis labios.
Mis padres. Solos en la casa de él en el pueblo, escondidos fingiendo que no existen más que ellos porque, si no lo hacen, su mundo perfecto se caerá a pedazos.
"Ésta no es tu historia con papá".
Una cabaña. Eric y yo, solos, sin nadie que pueda vigilarnos o decirnos qué debemos hacer.
"¿Puedes dejar de comparar tu historia con la nuestra?"
Cierro los ojos y aprieto sus manos.
Lo has arruinado todo otra vez.
-No deberíamos fingir algo que no somos- casi sollozo apoyándome de nuevo en él-. No puedo fingir que no soy una princesa. No puedo fingir que, aunque todavía quede tiempo, en meses cumpliré 20 y tendré que empezar a preparame hacia la Corona.
-¿Qué quieres hacer ahora, entonces?- susurra acariciando mi cabello.
Respiro hondo y me relajo entre sus brazos. Un sollozo sustituye mis palabras y ya no puedo controlarlo.
Me dejo caer sobre él tan brusca que se tambalea y terminamos en el suelo.
Pero Eric mantiene la calma, sigue acariciándome con suavidad, sigue dejando pequeños besos y sigue sufriendo en silencio conmigo.
-Podríamos hablar con tus padres y cambiarlo- repite mis palabras del día anterior-. Decirles que es lo único que necesitas para ser completamente feliz.
-Ya lo intentamos y no funcionó, ¿recuerdas?- contesto alzando la cabeza para mirarle-. Jared seguirá negándose solo porque le parece divertido ver como a mí me destroza.
Eric clava la vista al frente y aprieta inconsciente su agarre.
-Si renunciaras a la Corona, ¿lo harías también a los privilegios?- habla mirándome de nuevo- ¿Serías capaz de vivir en el pueblo, lejos de tu familia, lejos de todo lo que has disfrutado hasta ahora?
Desvío la vista hacia abajo pensando lo que nunca me había planteado. Lo que importa de verdad pero no había querido ver.
-No sé cómo contestar a eso- susurro.
-Entonces imaginalo, ¿serías capaz?
Cierro los ojos para hacer lo que pide.
No, no lo harías. Lo único que quieres es renunciar al peso que hay sobre tí, no a todo lo demás. Eso te hacer ser todavía más egoísta. Una Princesa que quiere renunciar a la Corona pero no quiere hacerlo a sus privilegios.
Las lágrimas resbalan por mis mejillas mientras me separo despacio de él.
-No quieres renunciar porque no es lo que deseas- dice arrodillándose y tomando mi cara entre sus mano-. Es porque no sabes cómo hacerlo, porque tienes miedo de lo que la gente espera de ti. Pero ellos no esperan nada en absoluto, ¿lo entiendes?- se acerca a mí y su aliento se mezcla con el mío-. Solo quieren a alguien que les proteja, que les garantice que pueden seguir llevando una vida digna.
Vuelvo a sollozar y le abrazo de nuevo.
-Tus padres te enseñarán el tiempo que haga falta, y yo también estaré a tu lado para lo que necesites.
Niego con la cabeza y me aprieto con más fuerza, aunque sea la segunda vez que escucho esas palabras.
—Sé que no te gusta hablar sobre ello, pero es la realidad. No puedes esconderte para siempre en tu niñez. Sabes que en algún momento tendrás que asumir tu papel en el Trono, que la gente esperará con paciencia a que ocurra y después admirará orgullosa cada paso que des.
No tengo fuerzas para rebatir sus argumentos. Ni siquiera la tengo para decirle que deje de hablar sobre el tema porque lo único que quiero ahora mismo es vomitar; sus palabras, mis sentimientos, todo lo que signifique algo relacionado con lo que odio.
Me levanto en silencio y camino muy despacio hacia el interior para tumbarme de nuevo en la cama.

A Princess' Tale (Reales II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora