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Despierto en mitad de la noche y Eric no está a mi lado.
Me levanto y salgo al pasillo para ir donde sé que se encuentra.
-No podía dormir- dice mirándome cuando cierro la puerta tras de mí. Deja el libro a un lado y se levanta para acercarse-. No quería despertarte.
Sonrío y le abrazo con suavidad.
"Todo estaría mejor si él no estuviera aquí".
-Siento que todo ésto es culpa mía.
Ambas voces suenan a la vez. Una en mi cabeza y otra en la realidad.
Niego con la cabeza y me separo para mirarle.
-No, Eric, tú no has hecho nada.
-Exacto.
Frunzo el ceño y él se separa del todo, abrumado. Se aleja hasta la otra punta de la sala y luego vuelve a mí.
-Tu no puedes controlar lo que ocurre en mi cabeza- susurro agarrando sus manos con fuerza.
Las lágrimas empiezan a descender por sus mejillas con rapidez y siento algo romperse en mi interior.
-Todo ésto es culpa mía- repite bajando la voz.
Cierro los ojos y respiro hondo, acariciándole.
-Lo siento, Ashley- los sollozos entrecortan sus palabras y mi corazón se encoge más-. Por mi culpa estás así; por mi culpa tienes cada vez más miedo y yo... No quiero que sigas sufriendo.
-¿Qué quieres decir?- pregunto también empezando a llorar.
Eric acaricia mi mejilla con suavidad, despacio, y deja un corto beso en mis labios.
-Te quiero, Ashley- susurra sobre ellos volviendo a besarme por más tiempo-. Y por ello debo irme...
-No- sollozo separándome.
-... Para protegerte, mi amor. Debo hacerlo para que vuelvas a ser feliz.
Le abrazo con fuerza aunque él se queda quieto.
-Soy feliz a tu lado, más de lo que nunca...
-Pero no lo suficiente- me interrumpe separándose otra vez-. No tendrías pesadillas, no tendrías miedo, no habrías huido de la boda si yo te hiciera feliz.
-Nada de eso es culpa tuya- sollozo avanzando hacia él.
Eric inspira con pesadez, cerrando los ojos.
-Ashley, por favor- susurra apartando un mechón de pelo de mi rostro. Puedo notar el dolor en su voz-. No lo pongas más difícil, ambos sabemos que es lo mejor para todos; que me aleje de tí, haciendo como si nunca te hubiera conocido. Y tú deberías hacer lo mismo.
Vuelvo a negar con la cabeza mientras las lágrimas empañan mi visión, abrazándole con fuerza aunque él se resiste.
-Será mejor que me vaya- dice pasando por mi lado y casi haciéndome caer al suelo, aunque lo hago de todas formas.
-Eric, por favor- suplico encogiéndome sobre mí misma, con la pequeña esperanza de que escuche mi dolor y acuda a su auxilio.
Pero no lo hace. La puerta se cierra y, con ella, todo lo que significaba el mundo para mí.
Observo su mano sobre la mía cuando despierto, aún con la respiración agitada. Le miro y sus ojos relucen en la oscuridad.
Me acerca a su pecho despacio y me acuna en silencio.
-Prométeme que nunca me dejarás- suplico en un sollozo apretándome más contra él.
Eric besa mi cabeza con suavidad y acaricia mi cabello, todavía sin decir nada.
Y de pronto otro sueño se apodera de mí.
- Sabes las veces que he prometido cuidarte- habla apenas en un hilo de voz-. Y aún así sigues dudando de mí, teniendo miedo de que pueda herirte, por mucho que te haya dejado claro que nunca, jamás, lo haría.
Cierra los ojos y las lágrimas descienden por sus mejillas. Inspira profundo despacio.
-¡¿Qué más tengo que hacer para que confíes en mí?!
Mi agarre se vuelve más fuerte contra su cuerpo y empiezo a sollozar.
Se separa y me tumbo despacio sobre el colchón, a lo largo de éste, abrazando mis rodillas.
-Toma- le escucho hablar y un vaso aparece frente a mí, entre sus dedos.
Me incorporo lo suficiente para poder cogerlo y beber a sorbos pequeños. Se lo tiendo cuando he terminado y lo deja con cuidado en su mesita. Bajo la vista a mis manos entre mis piernas. Cierro los ojos y respiro hondo.
-Eric- mi voz tiembla al llamarle, así que dejo que el silencio reine sobre nosotros.
Él se acerca de nuevo, de rodillas frente a mí, tomando mis manos y besándolas.
-¿Quieres que vayamos a bailar?- pregunta muy bajito-. Necesitas despejarte.
Intento fruncir el ceño, decirle que no es eso lo que quiero oír de sus labios, pero no consigo hacer nada, así que dejo que sea quien decida.
Se levanta muy despacio y me ayuda a salir de la cama.
Caminamos en silencio por el pasillo hasta llegar al salón de baile y Eric se separa para encender todas las luces de la sala.
-Vamos- susurra tomando mi mano y yendo al centro para colocarnos.
Cuando hemos avanzado un para de pasos, levanta mi barbilla para que le mire y se acerca quedando a escasos centímetros de mis labios. Intento pegarme a ellos pero entonces se detiene.
-Lo siento- dice abrazándome con fuerza-. Por mucho que quiera protegerte, nunca podré hacerlo de tus pescadillas; de lo que ocurre en tu cabeza. No me odies por ello, por favor.
Me separo y acaricio su mejilla con suavidad, borrando el rastro de lágrimas. Sus ojos sobre los míos, pidiendo perdón igual que sus labios.
Me acerco a ellos y dejo que mi boca baile en la suya, como hacíamos nosotros hace unos segundos.
-No lo hago- le digo sin separarme.
Una sonrisa aparece y me aprieto más a él, rodeando su espalda con mis brazos.
-Puedes protegerme, Eric- susurro segundos después.
Intensifico el beso. Le miro pidiendo permiso y no tarda en asentir, volviendo a unirnos y avanzando hasta que mi espalda choca con una pared. Suelto una risa sobre sus labios. Éstos se deslizan hacia mi cuello y luego exploran otras partes de mi cuerpo. Sus manos empiezan a desabrochar mi vestido y lo dejan caer con suavidad.
Nos miramos de nuevo, sonriendo.
Sus labios vuelven a los míos y sus manos acarician mi piel.
-¿Cómo puedo protegerte?- susurra apretándose contra mí y besando de nuevo mi cuello.
Abro la boca para dejar escapar un sonido apagado.
-No te vayas- contesto alzando su barbilla para que me mire-. No te alejes de mí, nunca. Aunque las cosas se compliquen a nuestro alrededor, prométeme que nunca me abandonarás.
Eric coloca sus manos tras mi espalda y pega su frente a la mía.
-Lo prometo.
Ambos asentimos, yo cierro los ojos y dejo que sus labios vuelvan a adueñarse de mis sensaciones.
Eric da un paso siendo él quien queda pegado a la pared, deslizándose por ella para sentarnos en el suelo, donde vuelve a colocarse sobre mí.
Seguimos besándonos, seguimos sonriendo, seguimos olvidando lo que habíamos venido a hacer en un principio.
De un momento a otro estamos tumbados en el suelo, pero Eric se detiene de repente.
—Tu hermano— susurra con la vista hacia delante.
Frunzo el ceño y me incorporo para mirar en su dirección, pero no veo a Jared por ninguna parte.
—Quizás deberíamos volver a dormir— contesto levantándome mientras Eric se hace a un lado.
—Sí— carraspea esperando a que recoja mi vestido y me ayuda a ponérmelo.
Lo abrocha despacio y acaricia mi espalda a la vez, dejando besos sobre ella.
—Íbamos a dormir— le recuerdo girando el cuello para mirarle y él se ríe.
—Entonces no merece la pena que te lo vuelvas a poner— susurra bajando de nuevo la manga y posando sus labios en mi hombro.
Me giro y envuelvo su cuello en mis brazos, atrayéndole hacia mí.
—Vayamos a dormir— digo bajito en su oído.
Eric sonríe y deja otro beso en mis labios. Entrelaza nuestras manos y caminamos de nuevo hacia la habitación.




A Princess' Tale (Reales II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora