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Las lágrimas vuelven a resbalar por mis mejillas y las seco de forma brusca con la manga de mi camisón.
Ni siquiera el frío de la noche consigue que mis pensamientos de dispersen.
Me levanto y entro a mi habitación para tumbarme en la cama y mirar el techo.
Las imágenes junto a Eric vienen a mi cabeza y, en vez de sonreír, me enfado.
Tapo mi cara con la almohada y chillo todo lo que puedo esperando que me abandonen para no volver, pero solo consigo hacerme daño en la garganta.
El colchón se hunde a mi lado y alguien acaricia mis manos con suavidad.
-¿Qué te ocurre?- escucho su voz y me levanto con rapidez para alejarme.
Miro a Eric con rabia pero él no parece darse cuenta de ello.
-Márchate- susurro en un sollozo.
-¿Por qué?- pregunta acercándose. Se pega a mi cuerpo y sus labios, a mi oído- ¿Qué he hecho para que te enfades conmigo?
Cierro los ojos con fuerza y niego con la cabeza notando de nuevo las lágrimas.
Retira un mechón de mi cabello de mi cara pero aparto su brazo con brusquedad, haciendo que mi mano quede atrapada en la suya.
-Tranquila, Princesa- dice con una sonrisa maligna- Sabes que nunca te haría daño pero, por desgracia, hoy no vengo por mí.
Desliza la mano libre por el interior de su chaqueta y saca un pequeño puñal de ella.
Ahogo un grito pero tapa mi boca.
-Shhh, no queremos que se enteren de lo que está pasando- vuelve a sonreír y observa la punta de metal- Pero tranquila, tu familia también tendrá su turno.
Siento como el cuchillo se adentra en mi estómago con lentitud y observo a Eric reír.

Tiro las mantas al suelo y me incorporo con brusquedad.
Me levanto y avanzo con rapidez hacia mi sala de arte para tratar que la pintura o los libros me calmen, pero ninguno de ellos da resultado tras varios intentos.
Respiro hondo pero no cierro los ojos, aunque eso no impide a las imágenes de mi sueño volver a mi cabeza.
Tapo mis oídos y chillo con fuerza dejándome caer al suelo.
Unos brazos me envuelven pero me aparto de ellos chocando contra mí caballete y haciendo que caiga junto a los lienzos.
-No debimos contárselo- escucho la voz de mi padre.
-Y yo no creo que sea bueno que viva una mentira- mi madre suena enfadada.
-Puede que Eric la quiera de verdad, ¿no lo has pensado?
Abro los ojos y observo que ambos se miran furiosos.
-Conozco una historia parecida que no terminó bien.
Mi padre va a decir algo más, pero los dos se dan cuenta de que les miro y se tranquilizan.
Se acercan despacio y cada uno toma una de mis manos.
Vuelvo a temblar y me dejo abrazar por ellos con fuerza.

Desayunamos en silencio pero las constantes miradas de mis padres sobre mí no dejan de ponerme nerviosa.
Dejo los cubiertos en la mesa y me enderezo para hablar.
-Entiendo que estéis preocupados por lo de anoche, pero ya estoy mejor- digo alternando mi vista entre ambos- Por favor dejad de actuar como cuando era pequeña.
Mis padres se miran y vuelven la atención a sus respectivos platos.
Suspiro algo aliviada y sigo comiendo.

Entro a mi habitación y el recuerdo de Eric y yo bailando por ella me hace sonreír, pero de pronto la imagen es eclipsada por la de mi pesadilla y verle feliz mientras me hace daño provoca que vuelva a temblar de miedo.
Cojo mi capa con rapidez y salgo de allí para dirigirme a los establos.
No sólo pintar y leer me tranquilizan, también lo hace el montar a caballo.
Llego a las cuadras y uno de los mozos se acerca a mí, haciendo una reverencia.
-Alteza, enseguida tendrá listo su caballo- dice antes de pasar a la cuadra más cercana.
Me acerco a ella y acaricio al animal que se encuentra dentro, el cuál relincha al verme.
Dejo un beso en su cabeza y pego mi frente a él.
-Venga, Sprouse, saldremos a dar un paseo- digo sonriendo y él asiente con energía, haciéndome reír.
Dejo que el chico se encargue de prepararlo y luego me ayuda a subir.
Comenzamos a trotar hasta que salimos del Castillo y galopamos segundos después, manteniendo el ritmo hasta adentrarnos en el bosque.
Hago que aminore la velocidad para que camine despacio y dejo que el sonido de la naturaleza nos envuelva.
Descansamos cerca de un arroyo y, mientras Sprouse sacia su sed, yo me siento sobre la hierba húmeda.
Al poco rato el animal levanta la cabeza asustado por un ruido a lo lejos.
Me acerco y le acaricio para calmarlo.
-Tranquilo, habrá sido un pájaro. Sabes que hay muchos por aquí.
Éste relincha y da unos golpes en el suelo con la pata.
Vuelvo a reir y me subo a él.
-Regresemos a casa antes de que mamá y papá se preocupen más.

A Princess' Tale (Reales II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora