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Mi madre se acerca a mi abuelo en cuanto toda su familia llega al Castillo.
-¡¿Cómo te atreves a decidir por tu cuenta algo tan importante con respecto a mi hija?!- exclama furiosa a unos metros de él.
Éste se cruza de brazos, impasible ante su reacción.
-Alguien debía hacerlo o no se casarían nunca.
-Sobre eso- digo caminando hasta quedar junto a mi madre-. Eric y yo queremos hacer un pequeño cambio.
Mi abuelo me mira alzando una ceja molesto y yo le hago un gesto a Eric para que se explique.
-Da la casualidad de que la fecha que ha elegido coincide con mi cumpleaños y, por eso, queremos poder celebrar la boda antes o después de ese día.
Éste suelta una carcajada amarga.
—Bueno, me temo que no va a ser posible— contesta mirando a mi madre con superioridad—. Ya hemos repartido las invitaciones por el pueblo, es por eso que hemos tardado más tiempo en venir.
Me fijo en ella de inmediato y puedo observar que la ira la está consumiendo por dentro, por lo que agarro su mano para tratar de calamarla. Ésta me mira de reojo y le suplico en silencio que no haga nada que pueda lamentar.
—Eres un infame— escucho decir a mi padre a unos metros de todos, aunque no tarda en ponerse frente a él para encararle—. No solo has decidido algo que no te incumbía en absoluto si no que has distribuido esa información sin tan siquiera consultarnos ¿Cuando te va a entrar en la cabeza que ya no eres el Rey y tus opiniones ya no importan?
El golpe resuena por las paredes y yo cierro los ojos agarrando la mano de mi madre con fuerza.
—Escúchame bien, campesino. Nadie, absolutamente nadie, tiene derecho de hablarme así; mucho menos alguien que empezó a ser parte de la realeza por casarse con la Princesa. Sabes que si lo vuestro no hubiera resultado ahora estarías viviendo como lo que de verdad eres o, aún mejor, muerto y enterrado a muchas millas de aquí.
Ambos se sostienen la mirada hasta que mi madre se interpone entre ellos. No soy capaz de seguir prestando atención a su riña porque un malestar me invade por completo, impidiendo que me mueva por mucho que quiera alejarme de aquí.
Eric se coloca a mi lado y pasa su brazo por mis hombros para abrazarme, pero no soy capaz de decirle que nos vayamos y que ordenen a mi abuelo que lo haga también solo que, ésta vez, para siempre.
Cierro los ojos de nuevo y los sollozos escapan sin control de mi garganta, dejando que el llanto los reemplace segundos después. Y de pronto vuelvo a tener 7 años, viendo la misma escena pero las personas son mucho más grandes que yo. Y me dan miedo, sobre todo el hombre que grita a mis padres sin tener razón para hacerlo, aquel que dice ser mi abuelo aunque nunca se ha comportado así con nosotros.
—Mamá, por favor— suplico entre lágrimas pero nadie me escucha.
Me separo de Eric y me acerco a ellos para que detengan sus gritos, poniéndome en medio de los tres. Al verme tan destrozada, mis padres se alejan un poco y se miran entre sí, culpables por lo que han causado.
—Tu hermano sería mucho mejor gobernante que tú— dice mi abuelo con absoluto desprecio hacia mí.
—Lo sé, pero no quiso aceptar mi trato— contesto sin mirarle—. Ahora quiero que te vayas y no vuelvas jamás. Ya no formas parte de ésta familia y no tienes derecho a nada, así que lárgate antes de que ordene que te destierren.
Avanzo de nuevo hasta Eric y me abrazo a él con fuerza por unos segundos antes de besarle unos cuantos más.
—Iremos al pueblo para solucionar ésto, ¿vale?
El sonríe y vuelve a besarme tomando mis manos para caminar hasta la zona de los carruajes.

—Debemos pensar otra fecha entonces— dice acariciando mi brazo con suavidad mientras nos acercamos al pueblo.
—¿Qué tal la semana que viene? Dará tiempo a organizarla si empezamos mañana a primera hora— sugiero sin abrir los ojos.
Escucho a Eric reír.
—Creo que no hará falta tanta antelación, pero la semana que viene es perfecto.
Sonrío y me acurruco más en él.
—Entonces rehaceremos las invitaciones al volver y mañana vendremos de nuevo a entregarlas.
Besa mi cabeza subiendo su mano hasta mi mejilla y sé que quiere que le mire.
—Sí eres buena en ésto— dice sonriendo acercándose a mí.
—¿En qué?— contesto de la misma forma.
Eric roza nuestras narices antes de contestar.
—Saber solucionar problemas, tal y como...
—No— musito separándome y desviando la mirada—. La prioridad es la boda y después tu cumpleaños, todo lo demás puede esperar.
—Está bien— le escucho suspirar cansado y cierro los ojos de nuevo, apoyando la cabeza en la ventana y dejando que el sonido de las ruedas sobre el terreno me distraigan el resto del camino.

A Princess' Tale (Reales II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora