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La noticia de nuestro compromiso no tarda en correr por todo el pueblo, asombrando a aquellas personas que no acudieron a la fiesta por una u otra razón.
Eric y yo paseamos por la plaza agarrados del otro y alguna persona se acerca para felicitarnos por el enlace.
-Ya sé por qué no querías hacerlo público- dice Eric bajito cerca de mí y suelto una carcajada.
-Al menos lo olvidarán pronto hasta que llegue la boda- me detengo en seco haciendo que Eric tropiece y casi caiga al suelo.
-¿Qué pasa?- pregunta incorporándose algo asustado.
Le ofrezco una sonrisa como disculpa antes de revelar mi pensamiento.
-No tenemos fecha para la boda- exclamo sorprendida.
Eric ríe y me besa con cariño.
-Tranquila, mi amor. Ya se encargarán tus padres de fijar una.
Hago un puchero y me cruzo de brazos.
Eric pone los ojos en blanco sonriendo. Respira hondo antes de dejar caer sus manos en mis hombros con suavidad.
-O podemos ir a hablarlo ahora con ellos y decidirla entre todos.
Sonrío cual niña pequeña y le beso de nuevo.
Volvemos al Castillo y corro en busca de mis padres mientras Eric camina con tranquilidad siguiéndome. Le observo reír por mi comportamiento y le saco la lengua sin dejar de avanzar, haciendo que choque con alguien.
—Lo siento— digo volviendo la vista al frente.
Un hombre mayor que no conozco me sonríe y siento un escalofrío.
—No es nada, Alteza.
Pasa por mi lado para alejarse y me dirige una última mirada antes de desaparecer por uno de los pasillos.
—Estaís aquí— exclama mi padre acercándose.
Eric nos alcanza y ambos se sonríen.
—Papá, tenemos que hablar contigo sobre la boda— suelto sin rodeos.
Me mira y por un segundo se torna serio.
—¿Ocurre algo, Majestad?— pregunta Eric preocupado.
Mi padre no contesta y hace un gesto para que le sigamos hasta el despacho de mi madre.
La tensión es notable desde que entramos al lugar y empiezo a preocuparme también.
—¿Qué ocurre?— pregunto sintiéndome agobiada.
Mis padres se miran con tristeza y mi madre cierra los ojos por unos segundos.
—Ya tenemos fecha para la boda— dice mi padre.
Sonrío y me acerco a él.
—¡Eso es genial!— exclamo emocionada— ¿Cuándo...
—No con Eric, cariño.
Miro a mi madre perpleja y mi mundo se cae entero.
—Pero pensaba que podíamos casarnos— dice Eric colocándose a mi lado.
Ambos suspiran y mi madre se sienta. Se miran de nuevo entre ellos, como si estuviesen decidiendo quién da la noticia. Al final es mi padre quien lo hace.
—Necesitamos un Reino con el que aliarnos y, ahora que Eric ha abdicado del suyo, no tiene nada para ofrecernos— explica con voz neutral.
Respiro hondo cerrando los ojos y siento las lágrimas descender por mis mejillas.
—¿Por qué nos lo decís ahora?— alzo la voz caminando hacia ellos— ¿Por qué cuando Eric y yo ya estamos prometidos? ¿Desde cuando teníais pensado hacerlo? ¿Cuándo...
—Ashley, cálmate— me corta mi padre acercándose—. Resulta que el Reino no funciona tan bien como pensábamos y...
Suelto una carcajada amarga y me alejo.
—Asi que es por política.
Miro a mi madre con rabia y, aunque la siento perdida de la conversación, avanzo hasta su escritorio.
—Siempre me has dicho que podía casarme por amor y no por conveniencia. ¿Y ahora que he encontrado a alguien que me quiere y a quien quiero nos decís que no podemos estar juntos porque, a pesar de ser un Príncipe, no podemos aliarnos con su Reino? ¡Es absurdo!
—¡¿Puedes pensar por un momento en el pueblo y no en ti, niña malcriada?!— me sorprende que sea mi padre quien lo haya dicho y quien me mire con rabia.
—Si lo soy es gracias a vosotros— contraataco aunque sus palabras me han herido— Nunca me habéis educado para cuidar del pueblo.
—Porque no queríamos que tu hermano y tu tuvieseis una infancia como la de vuestra madre: todos los días de lección en lección sin tener tiempo para nada más.
Me cruzo de brazos.
—Hubiese preferido eso a no dejar de pensar que nunca encontraría a alguien que me quisiera como lo hacéis entre vosotros— sollozo llena de ira.
Me acerco a Eric pero éste se aleja de mí.
—Creo que debería pensar lo que dicen sus padres, Alteza. Yo ya no puedo ofrecerles nada y nuestro enlace no sería productivo para el Reino.
Retrocedo hasta llegar a la pared y empiezo a sentirme mareada.
—Eric podrá seguir aquí por nuestro acuerdo, pero deberás casarte con un Príncipe de verdad— dice mi padre antes de que todo se vuelva negro.

Despierto agitada y observo que me encuentro en mi habitación. Es de noche y Eric está dormido a mi lado.
Le abrazo con fuerza y sollozo contra su espalda.
Siento que se gira y me envuelve con sus brazos.
—Mi amor— dice adormilado— ¿Qué ocurre?
Hundo la cabeza en su pecho y sigo llorando por un rato más mientras  me acaricia el cabello con suavidad y va dejando pequeños besos en él.
—Ha sido una pesadilla— digo aún entre lágrimas— Una pesadilla que podría volverse realidad. Como todas.
Levanta mi barbilla para mirarle y puedo notar que sonríe.
—Ashley— deja un beso en mi frente y me abrazo más a él— Nada de lo que sueñas puede hacerse realidad. Menos algo tan horrible como lo son las pesadillas.
—No servirías para motivar a la gente con lo primero— intento bromear tratando de calmarme.
Eric se ríe antes de incorporarse y tomar una de mis manos. Me saca de la cama sin decir nada y caminamos hasta el balcón, haciendo que le abrace por el frío de la madrugada.
Nos sentamos pegados a la pared y me recuesto en su pecho sin dejar de mirar las estrellas.
—Podemos casarnos aunque ya no tengas nada que ofrecer como Príncipe, ¿verdad?— pregunto sacando la duda de mi sueño de mi cabeza.
Eric me mira confuso y se apoya en mí.
—Claro que sí, mi amor. Tus padres derogaron la ley de que un matrimonio debe ser para unir a los Reinos en beneficio.
—¿Pero y si el Reino necesitase de una alianza urgente?— digo incorporándome— Mis padres se verían obligados a romper nuestro compromiso para casarme con otro gobernante.
Suelto un quejido y dejo resbalar mi espalda por la pared hasta quedar tumbada en el suelo, tapándome la cara con las manos.
—Creo que te estás poniendo en lo peor— siento a Eric colocarse a mi lado y aparta una de mis manos para que le mire—. Quiero decir que, si se diese esa posibilidad, seguro que tus padres buscarían otra forma de conseguir la alianza— sonríe y deja un beso en mi mejilla—. Así que no te preocupes más por cosas casi imposibles y volvamos dentro a descansar, ¿vale?
Sonríe y se incorpora tirando de mi para que haga lo mismo.
—¿Casi imposibles?— repito apoyándome en su pecho y avanzando de nuevo hacia el interior.
Eric me mira y deja un suave beso en mis labios.
—Tal vez no ahora, pero igual en algún momento el reino necesite de alianzas para seguir manteniendo su orden.
Desvío la vista y lo medito por unos segundos mientras nos tumbamos en la cama.
Una sensación de malestar me invade por completo y me abrazo a Eric con fuerza.

A Princess' Tale (Reales II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora