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El médico sale de la habitación de mis padres y levanto la cabeza para mirarle, suavizando el agarre de mis rodillas.
-Solo necesita descansar, Alteza. Y su mano estará curada muy pronto- dice sonriendo antes de hacer un gesto con la cabeza y marcharse.
Cierro los ojos por un momento y la imagen de mi padre rompiendo el espejo me asusta de nuevo, más incluso que la real.
Respiro hondo tratando de calmarme y me levanto despacio con ayuda de la pared, avanzando sin despegarme hasta llegar a mi sala de arte donde Eric me está esperando.
—¿Cómo está tu padre?— pregunta acercándose nada más verme.
Me encojo de hombros sin mirarle y me abrazo a él con fuerza, hundiendo la cabeza en su pecho.
Una parte de mí quiere gritar que sabe por qué ha actuado así, pero otra tiene miedo de que no lo comprenda y piense que es una estupidez, que no tiene sentido añorar algo con lo que ni siquiera eras feliz. Pero mi padre lo era y tal vez sea ahora, durante éstos años, donde no lo ha sido. Tal vez sea ahora, con nosotros, donde preferiría que todo fuese un sueño en vez de una realidad.
Me separo de Eric y salgo al pasillo para volver a su habitación.
Mi padre está tumbado en la cama, dormido, con un paño húmedo sobre su frente. Me acerco a él muy despacio y me siento a su lado, observándole.
"¿Crees que somos suficientes?".
"Sabes que es tu madre quién gobierna y yo solo soy regente porque ella es quien pertenece a la realeza". "Si yo hubiese sido Príncipe antes de conocerla gobernaríamos juntos, pero eso no significa que no sea importante".
Las palabras de aquella conversación regresan a mi cabeza y, cuando me doy cuenta, estoy apretando la mano no herida de mi padre con fuerza. La suelto de inmediato aunque se despierta igualmente.
—Lo siento— digo en un hilo de voz.
Sus ojos se clavan en los míos y siento las lágrimas resbalar por mis mejillas.
"Ella es quien pertenece a la realeza (..) Pero eso no significa que no sea importante".
La frase resuena en mi mente sin descanso y empiezo a sollozar.
Mi padre es ahora quién toma mi mano y la acaricia con suavidad.
Incluso siendo él el herido no dejas de ser el centro de atención. Una persona tan egoísta jamás podrá reinar como sus padres lo esperan.
Cierro de nuevo los ojos y ahogo el grito que lucha por salir, tan alto que no pueda oir mis pensamientos y tan agudo que destroce mi garganta y no pueda volver a hablar.
Quizás fuese mejor así. Si no pudiese expresar cómo me siento con palabras no tendría sentido hacerlo y, con el tiempo, dejaría de ser una preocupación para los demás.
Mi padre se incorpora con cuidado y se acerca para abrazarme, pero me alejo antes de que llegue a hacerlo, sin mirarle.
De nuevo siento un pinchazo en el estómago y cierro los ojos despacio.
—Cariño— susurra apretando mi mano— ¿Te encuentras bien?
No dejas de ser el centro de atención.
Ahogo un sollozo y me levanto saliendo al pasillo lo más rápido que puedo.
Aún con los ojos cerrados, camino siguiendo la pared hasta que noto una corriente de aire a la altura de mis tobillos. Sonrío y me dirijo hacia ella, saliendo al exterior a los pocos minutos y, aunque hace frío, me siento bien sin estar lo suficientemente abrigada.
Camino por la hierba helada y los copos de nieve no tardan en caer a mi alrededor y sobre mí. Ensancho más mi sonrisa y empiezo a correr en ninguna dirección, con los brazos estirados a los lados y la cabeza hacia arriba para sentir la nieve en mi rostro.
Tras unos minutos, me detengo y empiezo a reír, solo volviendo al silencio cuando una idea cruza mi cabeza.
Deshago el camino con rapidez y regreso a mi sala de arte.
—¡Vamos a jugar al escondite!— exclamo entrando y haciendo que Eric se sobresalte, provocando de nuevo mi risa.
Éste se levanta y se acerca sonriendo. Apoya sus manos en mis hombros y un escalofrío le recorre. Mi risa se escapa otra vez sin poder controlarla y él me abraza para darme calor.
—Primero tienes que cambiarte si no quieres volver a enfermar— dice bajito con sus labios sobre mi cabeza.
Me separo mirándole sonriendo con mis brazos tras su espalda.
—¿Qué sentido tiene cambiar mi vestido si volverá a mojarse por la nieve?
Eric enarca una ceja aunque permanece en silencio, y es eso lo que me hace soltarme de su agarre con un bufido.
—Te acompañaré— dice avanzando hacia fuera despacio y atento a que le siga.
Llegamos a la habitación y Eric cierra la puerta mientras yo me acerco al armario en busca de ropa limpia.
Tras unos segundos y ya con ella en mano me acerco hasta el baño y me encierro en él para cambiarme. Cuando salgo minutos después, Eric me está esperando apoyado en el tocador, con algo entre sus manos.
—Preciosa— dice acercándose a mí y dejando un beso en mi mejilla—. Como siempre.
Sonrío un poco pero me alejo de él despacio, dándole la espalda y cerrando los ojos. Respiro hondo con lentitud aunque los pensamientos no desaparecen.
"Le estás usando" dicen mientras trato de respirar. "Solo y únicamente para tu propio beneficio, sin tener en cuenta lo que quiere él, porque aún amándole como lo haces sigues siendo una egoísta que solo piensa en sí misma".
Aprieto los puños con fuerza y escucho a Eric acercarse de nuevo, envolviéndome por la espalda con suavidad.
Desliza mi cabello hasta que todo queda a una lado y extiende el collar ante mí.
—Lo había olvidado— susurro alzando la mano para rozarlo con los dedos, haciendo que se balancee y me hipnotice por un instante.
—Creo que así no volverás a hacerlo— dice contra mi cuello antes de deslizar la cadena por él y abrocharlo por detrás, haciendo que caiga hasta la altura de mi pecho cuando lo suelta.
Vuelvo a sonreír, y sé que él también lo hace.
—Gracias— murmuro girándome para tomar sus manos sin mirarle.
Las aprieto con suavidad y luego me escondo en su pecho.
Eric deja un beso en mi cabeza y me aprieta un poco más.
—¿Quieres que vayamos ya a perdernos en la nieve?— susurra sonriendo.
Vuelvo a respirar hondo y niego con la cabeza, acurrucándome.
—Quiero quedarme contigo.
Noto cómo su sonrisa se difumina un poco.
—Está bien, mi amor— inspira profundo y se separa levemente—. Nos quedaremos aquí, entonces, ¿vale?
Asiento aún sin mirarle y entrelaza nuestros brazos para avanzar hacia la cama despacio.
Me ayuda a tumbarme con cuidado y luego lo hace a mi lado volviendo a abrazarme.
—Te quiero, Ashley— dice bajito con sus labios sobre mi cabeza.
No contesto y mis ojos se cierran de nuevo, apretando más mi agarre contra él.
Eric se incorpora y sé que me mira preocupado, pero yo solo puedo encogerme sobre mí misma.
Acaricia mi mejilla con suavidad con el dorso de la mano, dejando de nuevo un beso en ella, ésta vez muy despacio. Sonrío y me giro lo suficiente para juntar nuestros labios, acercándole a mí.

A Princess' Tale (Reales II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora