CAPÍTULO IV

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POV Alfred

Salí de su camerino en búsqueda del mío, aún pensando en todo lo que había sentido estando en el escenario tocando para ella, bueno tocando y escuchándola cantar esas letras mirándome a mí. Me había sentido permanentemente cuidado y apoyado por ella, siempre comenzaba a tocar después de haberme mirado y saber que yo estaba preparado y todas esas atenciones me tenían al borde del colapso. Imaginaba que se debía todo al favor que les estaba haciendo pero otra parte de mi cabeza no dejaba de fantasear con que le pudiese gustar un poquito.

Había habido varias veces que su actitud me indicaba que le ponía nerviosa, que mi forma de estar a su lado, de mirarla le alteraban tanto como me pasaba a mí con ella. Y sobre todo, lo pude comprobar al ensayar, Nuevo Verano. Me había colocado bastante cerca de ella pero Pedramistu aún me instó a ponerme más cerca para que a él también se le escuchara. Tuve que hacerle caso ya que ellos conocían el alcance del micrófono de ambiente y en esas lides había rozado más de una vez alguna parte del cuerpo de Amaia. Creo que esos ligeros roces la habían acabado por desconcentrar haciendo que se equivocara en alguna parte de la letra.

La pobre acabó pidiéndonos perdón y pidiéndonos repetir la canción. Intenté separarme un poquito para no rozarla al mínimo movimiento que hacía, y esta vez me pareció que ella estaba evitando mirarme y estar pendiente de que yo estuviese cómodo para no volver a equivocarse.

Y cuando despidió al resto de la banda y me pidió unos segundos para beber y relajarse un poco para volver a enfrentarnos a esa canción que nos revolvía por dentro, me volvió a poner el corazón a mil y mi lengua parecía de trapo. Necesitaba beber tanto como ella y fue expresarlo en alto y ofrecerme la botella de la cual estaba bebiendo. Alguien podría pensar que era un exagerado, o que estaba realmente colgado de ella, que lo estaba, pero el simple hecho de beber directamente donde ya habían estado sus labios aceleró todo aquello que aún no estaba y me terminé todo el agua que había dejado.

Al dirigir la mirada hacia ella directamente me la hubiera comido. Tenía una expresión adorable mordiéndose nuevamente el labio y le solté lo primero que se me ocurrió para ocultar mis ganas de probar su boca, que estaba sediento a causa de los nervios. Lo cual era verdad aunque mis nervios eran más por todo lo que estaba sintiendo al tenerla tan cerca y al escucharle decir que no parecía para nada nervioso por lo fácil que lo hacía todo.

Creo que ambos sabíamos que nuestra sed y nuestros nervios eran fruto de varios factores y eso provocó que tras esa botella compartida, solo pudiésemos compartir miradas y sonrisas hasta que ella no pudo más con esa tensión y me preguntó si estaba listo para sustituir a Nuria y terminar la prueba de sonido.

Vi cómo se volvió a poner nerviosa ante mi respuesta, es más creo que hasta la recorrió un pequeño escalofrío que disimuló lo mejor que pudo haciéndome una señal para que comenzara a tocar cuando quisiera.

Sabía que esa canción era muy especial, aunque nunca imaginé que realmente fuera tanto para que ella acabara nuevamente emocionada y consiguiera que su emoción la sintiera yo.

Escuchar que yo, que mi forma de tocar era demasiado especial y que eso provocaba su emoción me hizo volver a tener la garganta seca y a contener mis ganas de volver acercarme a ella y recogerle las lágrimas. Estuve unos segundos dudando que hacer pero necesitaba de alguna manera reconfortarla y agradecerle que me hubiese permitido conocerla y ver lo especial que era, porque ella sí era un ser muy especial, no yo.

Poco después salíamos hacia los camerinos aún tocados y bastante juntos como para que nuestras manos se rozasen varias veces en el camino aunque sin atrevernos a expresar nada de lo que sentíamos, únicamente volvíamos a sonreírnos seguramente con más complicidad que las veces anteriores.

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