CAPÍTULO LIII

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POV Alfred

A pesar que esa noche tenía a mi compañera de viaje sobre mi pecho y del cansancio que arrastraba me costó mucho conciliar el sueño. Mi cabeza no dejaba de dar vueltas al plan que quería llevar a cabo y a cómo organizarlo todo de la mejor manera posible. Estuve acariciando su piel durante mucho tiempo hasta que me pude concentrar tan solo en la paz que respiraba su cuerpo que desde luego no podía ser una sensación más tranquila y bonita. Cuando los primeros rayos del sol comenzaron a colarse por los pequeños agujeros de la persiana, mi niña seguía dormida tranquilamente sobre mi pecho, mientras que yo debía llevar casi una hora acariciando su piel y dejando diminutos besos sobre su cabecita. Estuve aún bastante tiempo disfrutando de su pausado respirar hasta que poco a poco empezó a ronronear sobre mi pecho a la vez que se abrazaba muy fuerte a mí y empezaba a dejar besos sobre mi corazón. Estuvo así unos minutos y justo cuando se estaba deslizando sobre mi cuerpo para llegar a mi boca un gran trueno la asustó haciendo que se volviera a abrazar muy fuerte a mí.

_ La dueña del Relámpago más bonito no se puede asustar de una tormenta.. - le dije acariciando su espalda.

_ Joo, no lo puedo remediar. Siempre me asustan los ruidos cuando no me los espero. - me dijo con un puchero precioso.

_ Pues creo que te vas a asustar mucho este fin de semana. - le dije justo antes de que estallara otro trueno aún más fuerte haciendo que ella volviera a abrazarse a mí como si fuera su única tabla de salvación.

_ Joo, ¿por qué me miras así?

_ Porque eres demasiado bonita, Campanilla. Porque no sé qué haría ya sin ti, sin todas las cosas que me das sin ni siquiera darte cuenta. Cuando te dije que tu alegría es mi bote salvavidas me quedé muy corto, eres tan, tan especial que no hay suficientes calificativos para describirte. - le dije sin dejar de acariciarle y de abrazarla fuerte cada vez que tronaba.

_ Ahora mismo no necesito que busques calificativos solo que me abraces. - me dijo acurrucándose sobre mi pecho, consiguiendo nuevamente que muriera de amor porque ella era así y por eso la amaba tanto.

No sé ni cómo nos quedamos dormidos en plena tormenta pero lo cierto es que varias horas después la que me estaba acariciando y dejando pequeños besos por toda la cara para que me despertara era ella.

_ Te quiero, ruru. Amo volverte loco, amo ser tu bote salvavidas y sobre todo te amo a ti. - me dijo mirándome con tanta verdad que me emocionó. Eso es otra de las cosas que amo de ti, lo que te emociona escuchar a alguien decir cosas bonitas sobre ti.

_ Amaia, tú no eres alguien, eres la persona más importante que hay en mi vida y escucharte decir que me amas siempre me va a emocionar.

Después de decirle eso ya no hubo palabras, mi niña pasó a los hechos que era donde siempre se sentía más cómoda. Acarició mi cara cuidadosamente hasta que llegó a mis labios pasó las yemas de sus dedos aún con más delicadeza, haciendo que se erizara el vello de mi cuerpo. Y más aún cuando aproximó su boca a la mía y se produjo un chispazo nada más hacerlo. Unió un segundo nuestras frentes mientras se dibujaba una sonrisa en su cara y tras atar brevemente nuestras bocas emprendió un lento descenso por mi cuerpo hasta llegar a mi longitud. Jugó con ella hasta conseguir que estuviera más duro que una piedra y decidiera que ese era el momento de dejarse caer sobre ella y comenzar a deslizarse muy lentamente arrancándome suspiros a su paso hasta que no pude aguantar más y me retorcí de placer bajo su dominio. Se dejó caer sobre mí pecho para recuperar su pulso sintiendo como el mío estaba igual de alterado que el suyo. Poco a poco, caricia a caricia conseguimos que nuestras constantes volvieran a la normalidad, bueno creo que los dos seguíamos un poco blanditos pero eso era otra cosa.

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