CAPÍTULO XXXVIII

281 16 19
                                    

POV Amaia

Me había hecho rabiar y ahora iba a pagar las consecuencias. Me quité su ropa rápidamente y saqué de la maleta un camisón rosa de encaje semitransparente y la braguita que iba a juego, y me paseé así por casa poniéndole los dientes largos. En el momento que trató de acercarse a mí casi que babeando, le esquivé y me metí en la cama. Cuando él entró en la habitación yo ocupaba un lateral de la cama y me hice la dormida.

Pude escuchar perfectamente como se desvestía, se metía en la cama y se aproximaba a mí cuerpo. Estuvo así unos minutos, casi inmóvil hasta que comenzó a deslizar las yemas de sus dedos por el costado de mi cuerpo sobre esa fina tela que no dejaba espacio a la imaginación. No sé qué reacción buscaba en mí pero lo cierto es que no halló ninguna porque mis neuronas estaban todas conectadas en una misma dirección, mantenerme quieta y en silencio. Pero él parecía demasiado tentado por ese camisón y seguía deslizando sus dedos sobre él e intentado hacer lo mismo con mi piel. En el momento que eso sucedía yo giraba lentamente hacia el lado contrario aprovechando unas veces para volver a recolocar esa tela de encaje y otras para dejar más piel expuesta a su tacto.

Se había acercado a mi oído para pedirme perdón por jugar conmigo pero tampoco había hallado respuesta alguna más que otro giro de mi cuerpo, no sé cuántas veces se repetiría esa situación porque al final me había quedado dormida de verdad. No sé si él había conseguido hacer lo mismo o si el remordimiento de conciencia no le había dejado dormir, tampoco sé cuántas horas había dormido cuando comencé a sentir su boca sobre la mía de un modo diferente.

Con la poca claridad que había en la habitación, sumado a que mi consciencia aún estaba aletargada me costó un tiempo ubicarlo. No sé en qué momento me había cruzado en la cama, o si lo había hecho él. Pero el hecho es que desde esa posición encontrada él estaba provocando mi boca del revés, como hubiera hecho Spiderman. No me pude negar a seguir con esa práctica que había comenzado aún estando medio dormida cuando me encontré con esos ojos negros mirándome con intensidad, aunque con más verdad todavía. Me acarició la mejilla antes de volver a rozar nuestros labios y sobre ellos preguntarme si le daba permiso para hacer lo que me debía.

_ Llevó horas reprimiendo las ganas de besarte como Spiderman. No pensé que te ibas a enfadar conmigo así por buscar tus límites, por jugar contigo y por provocar tu deseo. - me dijo un tanto nervioso.

No le dejé que siguiera dándole vueltas a la cabeza y esta vez fui yo quién buscó su boca con más intensidad.

_ Me encanta jugar contigo pero reconocerás que no dejaste de provocarme durante toda la película. - le dije acariciando su mejilla.

_ Lo reconozco. Pero es que te pones tan mona cuando te enfadas. Eres igual que un bebe, te cruzas de brazos, te haces casi una bolita, pones unos pucheros preciosos y no dejas de suspirar.

_ Serás malo!!! ¿Y tú qué haces cuando te enfadas?

_ Puff, me pongo insoportable. Si ya soy un intenso de la vida, imagina. - me dijo acariciando otra vez mi cara y elevando la mirada para ver mi cuerpo cubierto por ese camisón rosa. Yo seré malo, pero tú jugaste muy fuerte conmigo, eh!

_ No te olvides que puedo pasar de bebe a chica mala en pocos minutos.

Esa respuesta abrió su espita y comenzó a morderme la boca del revés al mismo tiempo que empezaba a acariciar mis pechos bajo ese camisón que tanto le había gustado.

Poco a poco fue colocándose sobre mi cuerpo sin dejar de provocar mi boca, hasta que empezó a deslizar su lengua por mi mandíbula para ir descendiendo hacia mi cuello y desde allí hasta mis tetas que ya estaban completamente endurecidas. Sentí un latigazo enorme cuando su boca abarcó uno de mis pezones porque a la vez había colado uno de sus dedos entre mis pliegues haciendo que mi placer se hiciera patente. Él no se detuvo en ningún momento, todo lo contrario, abarcó con su lengua mi otro pecho mientras que su mano atendía el pezón del que había estado disfrutando. Cuando se cansó de verme retorcerme continuó el descenso por mi cuerpo hasta que llegó al final del camisón, coló las manos por debajo y muy hábilmente se deshizo de la braguita rosa y hundió con aún más habilidad su lengua entre mis pliegues para hacerme disfrutar como él sabía.  Me tenía ya jadeando cuando cesó en esa práctica para desprenderse de su bóxer mientras me comía la boca y me daba a probar mi sabor. Cuando deslizó su longitud en mi interior, mi espalda se arqueó de lo excitada que estaba pero él hizo caso omiso e imprimió una cadencia lenta a sus caderas que sí que me hicieron jadear de verdad. Intenté quitarme el camisón al ver como estaba devorando otra vez mis pechos por encima del encaje, pero ante su súplica no lo hice.

SeudónimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora