CAPÍTULO XX

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POV Amaia

Salí de ese coche después de darle un pequeño beso que iba cargado de dulzura y de infinito cariño. De ese cariño que él no había dejado de demostrarme durante las horas que habíamos estado juntos.

La cena había sido fantástica pero no por las delicatessen del menú degustación, si no por lo a gusto que me había sentido con él. Habíamos sido completamente cómplices, con una mirada ya nos entendíamos por no decir de los besos que nos habíamos robado y compartido sobre todo al final de la cena.

Cuando sin querer me hizo cosquillas y vio mi reacción quiso volver a jugar conmigo, pero las cosquillas eran superiores a mis fuerzas y salí huyendo de él. Pero antes de lo que pudiera imaginar ya me estaba arrinconando contra un portal y comiéndome la boca de tal manera que me hizo hasta suspirar al sentir como su paquete empezaba a reaccionar. Habíamos estado jugando con fuego y empezábamos a sufrir las consecuencias, nuestros cuerpos estaban en completa ebullición y yo no quería llegar esa noche más lejos, así que le dije que nos esperaba el coche. El pobre me entendió perfectamente y no volvió a atacar mi boca con esa devoción.

Caminamos hasta el coche cogidos de la mano, aunque cada poco me soltaba para preguntarle por alguna cosa que me había llamado la atención. Cuando nos subimos al coche busqué la proximidad de su cuerpo y por la reacción que tuvo no se esperaba que necesitase sentir su calor, sentirme en casa, y el hueco que había entre su cuello y su hombro era el perfecto para tener esa sensación.

Él no dejó de acariciar el dorso de mi mano, ni de mover suavemente su cabeza con la mía a modo de caricia, ni de dejar pequeños besos en mi frente provocando que mí piel se erizara. Con él pasaba de sentir una ternura infinita a los estragos de una pasión desbordante y no podría decir que deseaba sentir más. Y ese cóctel de sensaciones me hacía replantearme determinadas cosas, no quería dormir esa noche con él, pero a la vez no sabía si iba a soportar tantas horas separados.

Amaia no tienes nada que perder, dile lo que te gustaría.

Si de verdad le dijera lo que realmente quiere dormiría con él está noche.

Al final sabía que me iba a arrepentir si no le decía lo que me rondaba por la cabeza y su respuesta no pudo ser más bonita y verle como cerraba sus ojos al sentir mis labios sobre los suyos y luego sobre su mejilla, simplemente me pareció lo más tierno que jamás hubiese visto.

De verdad es qué me lo comía!

No sé ni cuánto, ni cómo dormí porque cuando la alarma del móvil sonó a las siete de la mañana solamente recordaba el sonido de su voz diciéndome Bona nit, A-Marte. Nunca le había confesado lo que me ponía escucharle hablar en catalán, si ya me gustaba como sonaba por teléfono, escucharlo a centímetros de distancia era muy heavy.

Corrí a la ducha para que me diera tiempo a estar arreglada cuando él llegara para desayunar. Enfrentarme a la maleta para ver que me ponía era algo que siempre me estresaba y más cuando tenía que conjugar comodidad y sensualidad.

Al final opté por prendas que me definían, un pantalón ancho de tiro alto, con un top asimétrico que dejaba ver parte de mis lunares y que por la cara que él puso nada más verme había acertado de pleno.

_ Bon día, titi. Lo prometido es deuda. - me dijo enseñándome el desayuno. Le di un pico al mismo tiempo que le cogía el soporte de cartón donde traía los cafés y que él inmediatamente aprovechó que había liberado una de sus manos para cogerme de la cintura y pegarme a él.

_ Llevo toda la noche soñando con tu boca cómo para que ahora me des tan solo un pico. - dejé los cafés sobre el mueble que tenía más a mano para poder pasar mis brazos por encima de sus hombros y besarle tan lento y tan profundo que esta vez el que tembló fue él.

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