CAPÍTULO XXI

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POV Amaia

Fui todo el trayecto mirando las luces de la ciudad a través del cristal de las ventanillas además de estar pendiente del móvil, de ver si veía mi mensaje y sí recibía alguna respuesta de él. Esperaba que se diera cuenta que ese mensaje era muy importante para mí y por eso había usado Facebook. Nada más que el chófer me dijo que estábamos llegando y que lo que estaba viendo a mi derecha era Hyde Park, a mi teléfono llegó una notificación que ya abrí fuera del coche. Apenas me separaban unos pasos de su puerta y ya había conseguido que me emocionara al leer su respuesta.

_ Nunca dudé de ti y ahora que te conozco jamás lo haría. Nadie me ha demostrado tanto cariño, tanto apoyo y tanta admiración como lo has hecho tú. Te Amo A-Marte. Te amo desde antes de saber que lo hacía.

Alfred yo también te amo desde hace mucho pero me daba miedo reconocerlo.

Cogí aire frente a su puerta para intentar serenarme y tratar de ralentizar el latido desbocado de mi corazón antes de enfrentarme a él, y a todos los sentimientos y deseos que me invadan en ese momento. Minutos después estaba llamando al destino más importante de mi viaje, a su corazón.

_ Sí, ¿quién es?

_ ¿Alfred, esperabas a alguien más, además de mí?

_ Pues espero solamente a una persona, pero con múltiples personalidades, así que no sé cuál de las tres habrá venido.

_ De momento ha llegado Amaia, ¿me abres?

_ No sabes el tiempo que anhelaba hacerlo.

El corazón se volvió a acelerar mientras subía las escaleras hasta el primer piso y vislumbraba la puerta definitiva. Llamé al timbre y segundos después él aparecía detrás la puerta, feliz con una sonrisa preciosa aunque sus gestos me indicaban que también estaba nervioso.

_ Bienvenida a casa, Amaia. - me dijo ofreciéndome su mano para que diera los escasos pasos que me separaban de él.

Agarré su mano aunque con eso él se diera cuenta de lo nerviosa que estaba. Crucé el dintel de su puerta mirando todo lo que había a mi alrededor, además de oler todos los efluvios que llegaban a mi nariz.

_ Es más bonita aún de lo que ya me había parecido cuando me la enseñaste en aquella primera videollamada que me hiciste. - le dije volviéndome hacia él y acercándome a darle un beso en la mejilla, aunque prácticamente se lo dejé en la comisura de la boca.

_ Me alegra que te guste tu casa de Londres. - me dijo mirándome fijamente a los ojos. Deja las cosas donde quieras, creo que no te perderás, ¿no? - me dijo risueño.

_ Antes puedo decirte que huele súper rico y esta vez no me refiero a tu olor.

_ Puedes decir lo que quieras, repito estás en tu casa. - escuchárselo decir por segunda vez me aceleró de tal forma que no pude aguantar más las ganas de demostrarle lo importante que era para mí estar allí.

Me giré para quedar frente a frente a él, le miré fijamente a los ojos a la vez que le iba acariciando la cara hasta llegar a la boca, allí pasé repetidamente las yemas de mis dedos sobre esos labios jugosos que retenían su respiración acelerada y que con su mirada me estaba pidiendo que acabará con sus ganas. Me acerqué aún más hasta quedar completamente pegada a él, nada más sentí sus manos rodeando mi cintura, uní nuestros labios y rápidamente le pedí permiso para empezar a bailar dentro de su boca. Hubiera seguido bailando con él mil veces más pero quería hacerle saber lo cómoda que siempre me hacía sentir.

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