CAPÍTULO XXXIX

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POV Amaia

Esa noche a quién le costó dormirse fue a mí, preferí disfrutar del placer que me producía sentir su piel pegada a la mía, sentir su calor, su olor impregnando cada poro de mi piel, respirar su paz al notar mis dedos pasando muy despacio por su cuerpo y mis labios apenas rozando esa superficie tan sensible. No sé cuánto tiempo estaría así, viendo cómo dormía plácidamente hasta que mi mente no pudo negarse a hacer caso a la multitud de señales de agotamiento que estaba recibiendo.

Debimos dormir casi hasta el alba cuando un enorme estruendo hizo que me aferrara muy asustada a él.

_ Ey, mi niña tranquila. - me dijo acariciándome intentando que me calmara.

_ Voy a ver si están todas las ventanas bien cerradas. Creo que hoy la tormenta aún es más fuerte.

_ No tardes por favor. - le supliqué antes de refugiarme bajo las sábanas.

No creo que tardara mucho en regresar a la cama y en volverme a abrazar muy fuerte, pero a mí se me hizo eterno porque no dejaba de tronar fortísimo y de iluminarse la casa a cada poco.

_ Titi, estás temblando!!

_ Joo, tengo miedo. Hoy sí que parece que se va a caer el cielo.

_ Campanilla, te prometo que es tan solo una tormenta, que además parece que está empezando a perder virulencia. - me dijo sin dejar de apretujarme contra su pecho.

Casi una hora después seguía lloviendo muchísimo pero por lo menos ya no había un sonido atronador, ni se iluminaba la casa a cada minuto y medio. Durante todo ese tiempo él no había dejado de acariciarme, de darme pequeños besos y de tranquilizarme con susurros cada vez que un trueno rompía esa calma que él se había encargado de proporcionarme.

Cuando llevaba ya un tiempo solamente escuchando la lluvia golpeando los cristales empecé a agradecerle todo el cariño que me había dado. Empecé a provocar su boca con besos muy lentos y profundos que rápidamente se volvieron más pasionales y a eso le fui sumando caricias a lo largo de su cuerpo en dirección descendente que le tenían completamente alerta y por los suspiros que se le estaban cayendo con muchas ganas de que llegara a su miembro y empezara a estimularlo de todas las maneras posibles.

Pero antes de envolver su longitud y acabar de endurecerle volví a frenar mi descenso en su pubis para acariciar esa zona que tanto deseo le provocaba y que muy pocos minutos después su envergadura ya estaba rebosante. Fue entonces cuando directamente la recorrí con mi lengua repetidamente desde la punta a la base viendo como su respiración se empezaba a alterar. Seguí lamiendo, chupando y mordisqueando su longitud hasta que me dejé caer sobre la misma para hacerle suspirar de verdad sintiendo como me deslizaba sobre él. Pocos minutos después sentía su gruñido final mientras me llenaba de su esencia.

_ A-Marte, eres más caliente que tu propio planeta.

_ Ya sabes que tú eres en buena parte responsable de la manera en la que me provoca amarte.

_ Ya, ya... ya sé que soy responsable de hacerte perder la cabeza, de pedirme que te folle y de todas aquellas cosas de chica mala que te gusta hacer conmigo. Aunque casi me gusta más ser la persona dónde buscas protección, calma y amor.

_ Piensa que por eso, no solamente te quiero sino que Te Amo. - le dije besándolo dulcemente.

_ Me vuelves loco Campanilla, pero loco de verdad!! - me dijo llenándome de besos.

Me acurruqué nuevamente sobre su pecho para volver a amarle de esa otra manera, esa en la que le llenaba de delicadas caricias y de pequeños besos. Estaba a punto de volver a quedarme dormida cuando sus tripas comenzaron a sonar y me acordé que él había cenado mucho menos que yo y además teníamos un bizcocho esperando a ser degustado.

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