CAPÍTULO XI

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POV Alfred

El trabajo que tenía que hacer requería de varias escuchas para poder imbuirme de lleno en la letra y en la melodía que Sheeran había creado y que ahora debíamos ponerle imágenes, así que decidí ir caminando hasta casa escuchando esa alegre melodía mientras me reencontraba con esa ciudad que tanto quería. Y viendo esas calles estaban llegando a mi mente una serie de secuencias que aunque pudieran parecer demasiado surrealistas, igual era eso precisamente lo que iba buscando Sheeran al caer en nuestra productora, ¿no?

Casi se me vuelve a olvidar pasar por el supermercado para quitar las telarañas que habían crecido en mi nevera. Llegué a casa agobiado, ya no tanto por las bolsas sino por la hora, llevaba horas deseando escuchar la voz de mi niña y porqué no también ver su preciosa carita. Recogí toda la compra, me preparé algo de cena y me senté delante del ordenador a seguir trabajando en el videoclip, a apuntar todo el esquema de ideas que se me habían ido ocurriendo en el trayecto hasta casa cuando el teléfono me trajo la llamada que llevaba tantas horas esperando. Deslicé rápidamente mi dedo a la derecha para aceptar la videollamada, y allí estaba mi planeta preferido con el pelo húmedo y con un pijama de verano de lo más sugerente.

_ Bona nit, A-Marte, debe hacer mucho calor para que te hayas dado otra ducha.

_ Good morning, Makie. ¿Qué tal tu día?

_ Mi día ha sido muy interesante, pero no has contestado a mi pregunta Amaia. - inmediatamente vi como sus mejillas se teñían de rojo.

_ Alfred, en verano es raro que no haga calor, pero digamos que hoy mi hermano me ha dado dos noticias muy importantes y me he tomado un par de cervezas más de las que debía.

_ Pues si ya eres un espectáculo sin copas, ya con ellas debes ser la caña.

_ No tendré ningún problema en que lo compruebes por ti mismo.

_ Espero no tener que emborracharte para ver a esa Amaia loca y divertida que sé que hay dentro de ti.

_ Estoy segura que tendrás tiempo para descubrir todas las personalidades que hay en mí. Pero creo que me debes algo, ¿no?

_ Uy, pues no sé qué te debo, amor.

_ Me debes tu historia en Londres, en qué trabajaste hasta que te contrataron en Visual Strange Phenomena.

_ Vaya, yo que creía que te debía un mordisco.

_ Joo Alfred, no me digas esas cosas que al final voy a echarlo de menos de verdad. - me dijo poniendo morritos.

_ Pues como me pongas esos morritos voy a querer comerte otra cosa. - se mordió el labio instantáneamente haciendo que yo imitase su gesto también.

_ Va venga cuéntame tu historia o tu día, lo que quieras pero no me provoques más que aún estoy un poco perjudicada.

_ ¿Y qué pasa cuándo estás perjudicada, Amaia?

_ Pues lo único que pasa es que controlo aún menos lo que se me pasa por la cabeza y puedo decirte cosas que aún no debo.

_ No debes, no quieres o te da miedo decirlas.

_ ¿Alfred, qué quieres escuchar de mí? Que me gustas mucho, que no me importaría nada perder la cabeza contigo y acabar comiéndote la cara, pues ya lo has escuchado y ahora me vas a contar lo que me debes. - me dijo con intensidad.

Ya no podía picarla, ni provocarla más, y por supuesto comencé a contarle mis penurias en Londres por sobrevivir y no depender de Belén.

_ Amaia, tuve que simultanear varios trabajos al principio, mientras que no dejaba de enviar currículum a todas las cadenas y productoras que encontraba o me decía Belén. Como podrás imaginar los trabajos que nos ofrecen a los inmigrantes no son los mejores, así que trabaje al principio de todo, en un McDonald's, de cajero en un pequeño supermercado, de camarero, como músico a sueldo en todas las bandas que necesitaban un trombonista o un guitarrista además de dar clases particulares de Español.

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