CAPÍTULO XXX

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POV Alfred

Nada más enviarle los mensajes a Amaia me tomé un par de pastillas de valeriana con una infusión para el sueño, necesitaba descansar como fuera, poner la mente a cero y olvidarme completamente de todo por unas horas. No voy a mentir, no me resultaba nada fácil hacer esa desconexión, mi mente parecía no estar hecha para el descanso. Siempre me habían dicho que era un culo de mal asiento, pero el problema residía en mi cabeza, esa que no dejaba de meterme en lizas, unas absurdas y otras absolutamente necesarias. Pero precisamente me había metido en la cama para no pensar en batallas, o en guerras perdidas, sino para no pensar en nada o como mucho para pensar en victorias.

No sé cuántas vueltas después y cuantos números hacia atrás conté hasta que caí redondo. Debí de estar varias horas durmiendo plácidamente, en esa fase del sueño en el que realmente es profundo y desconectas de todo, pero luego empezaron a aparecer pequeños flashes en mi cabeza que me hacían moverme sobre mi mismo para volver a buscar el apagón cerebral. Pero cada vez eran más constantes los flashes y más dolorosos, no me gustaba recordar nada que tuviera que ver con Belén, pero igual mi mente sí veía necesario volver a rememorarlos para enterrarlos definitivamente comparándolos con lo que ahora estaba viviendo y así me desperté casi como un resorte cuando el último flash que había aparecido en mi mente había sido mi imagen frente al ordenador pulsando la tecla de enviar. Salté como un resorte de la cama y nada más desbloqueé el móvil me saltó su notificación y al leer su mensaje, mi ansiedad se calmó de inmediato.

Dios Amaia sé que esto no lo esperabas, pero prometo sanarme fundamentalmente con tu alegría desbordante y con tu amor, aunque si he de buscar ayuda externa lo haré. Lo haré porque no te quiero perder.

Miré la hora y dudé un instante en enviarle una contestación de vuelta. Eran las cuatro de la mañana y me daba miedo que no hubiera silenciado el móvil y se despertará al escuchar la notificación, pero pesaba más el miedo a que se despertará mirara el móvil y pensara algo que no era al ver que había leído su mensaje y no le había contestado.

_ Solamente con tenerte a mi lado ya me ayudas, no sabes hasta qué punto. Siento que mis inseguridades me llevaran ayer a hacer algo de lo que me arrepiento tantísimo. Te amo, Amaia y prometo buscar las herramientas necesarias para que no se vuelva a repetir.

Y desde luego mi vida es mucho más precisa cuando me siento invadido por tu caos, tu alegría y tu anarquía emocional, y me puedo refugiar en ti y en el calor que me das.

No sé si habrás sabido descifrar todo lo que se esconde en Otra Liza, pero estaré encantado de resolverte todos los enigmas que hay ahí. Lo más importante es que no hay nada más valioso en mi vida que tú.

Me volví a la cama asegurándome que había enviado el mensaje y que el despertador estaba en hora. Curiosamente fue meterme en la cama y dormirme inmediatamente, no sé si haber enviado ese mensaje me había tranquilizado, pero el caso es que cuando sonó la alarma me desperté completamente descansado y sereno.

Nada más salir de la cama lo primero que hice fue desbloquear el móvil otra vez y ver si Amaia había leído el mensaje y vaya si lo había hecho.

POV Amaia

Podría decir que su mensaje me había tranquilizado y en cierta manera lo hizo, pero no dejaba de darle vueltas a esa letra imaginándome cuál sería su melodía. Estuve varias horas sentada frente al piano imaginándome notas y acordes para esos versos tan intensos que seguramente nada tendrían que ver con su imaginario pero que a mi me habían hecho sentirme más cerca de él.

Cuando me metí en la cama bastante tarde pensé que todo en mí estaba ya en orden, pero no fue así. No podía dejar de imaginarme situaciones incómodas entre Alfred y Belén. En esas situaciones y en las palabras humillantes que habría tenido que vivir y escuchar, y eso me revolvió completamente el estómago.

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