POV Amaia
Cuando salimos del hotel no tenía pensado alargar mucho la noche pero una copa fue llevando a la otra y un baile a otro y acabamos perreando en la esquina del local en el que estábamos. Yo había bebido un par de copas más que Alfred, pero el que que tenía más calor en su cuerpo era él que cada vez que movía mi culo por su entrepierna se le escapaban suspiros sin parar. Una de esas veces que yo estaba perreándole me cogió de la cintura para pegarme completamente a su cuerpo y poder susurrarme al oído que como siguiera moviéndome así sobre su paquete iba a perder la cabeza allí mismo.
No estábamos muy lejos del hotel para seguir provocándole en el local pero sí para seguir haciéndolo de camino hasta los jardines de la Catedral de Minster.
Está vez los juegos hasta llegar al hotel eran bien diferentes a los que habíamos hecho unas horas antes, ahora jugábamos a robarnos besos, a ver quién deslizaba la mano antes por debajo de la ropa, a ver quién mordisqueaba con más deseo la boca del otro y a ver quién de los dos se ponía más nervioso que lógicamente era él.
_ Campanilla, estás jugando muy fuerte conmigo y no sé qué va a pasar cuando crucemos las puertas de nuestra intimidad.
_ ¿Has pensado que quizás sea eso lo que quiero? - le dije con mucha intensidad.
Eso hizo que su lívido se acabará de desatar del todo que me cogiera de la cintura y me pegara a su cuerpo para caminar así los escasos metros que nos restaban para alcanzar esa ansiada intimidad, sintiendo como su boca lamia mi cuello y sintiendo como el calor de su cuerpo traspasaba el mío. Estaba tan caliente que ahora sí que tenía miedo de haber avivado tanto la hoguera, fue entrar en la habitación y cuando vi su mirada aún temblaba más. Desprendían el mismo fuego que su cuerpo. Ni siquiera me habló, simplemente comenzó a desvestirme mientras que él iba haciendo lo mismo mientras me mordisqueaba la piel que iba quedando expuesta, cuando ya estábamos completamente desnudos me llevó hasta la primera ventana que vio y ahí fue cuando abrió la boca.
_ Hoy ni siquiera me vas a tener que pedir que te folle porque lo voy hacer y más fuerte que nunca. - me dijo entrando de golpe con todo y marcando un ritmo frenético desde ese momento llenando el silencio con jadeos, con el ruido que producían nuestros cuerpos al chocar, con los aullidos que éramos incapaces de controlar y con tantas cosas más que me estaba haciendo y sintiendo que solamente los acalló el gran estallido final.
_ Creo que hoy de verdad te he visto fuera de control y eso que ya hemos tenido varios encuentros muy calientes. - le dije aún unida a él con el cuerpo perlado de sudor, temblando y con un calor inusitado que me quemaba por dentro.
_ Amaia, creo que aún no eres consciente de lo mucho que me atraes, del fuego que siento cuando te tengo cerca, de lo mucho que me contengo para no dar rienda suelta a todas mis pulsiones, de lo tremendamente sexy y sensual que eres, y de lo loco que me vuelve tener tu culo moviéndose a milímetros de mí, y ya es la segunda vez que lo haces. - me dijo todavía ronco por el deseo.
_ Me gusta que des rienda suelta a tus instintos como yo también lo he hecho contigo porque a mi también me pareces tremendamente sexual, Alfred. Y cuánto te provoca mi culo hoy me ha vuelto a quedar clarísimo. - le susurré al oído.
_ Campanilla, no juegues con fuego que luego ya sabes como acabamos.
_ Me gusta calcinarme con tu pasión. - le dije después de darle un dulce beso y de unir nuestras frentes.
_ Me desarmas cuando pasas del fuego a la ternura. - me dijo mientras tiraba de él a la cama.
_ Deberías ya conocer que todas mis personalidades son así. A-Marte ya te rompía los esquemas.
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Seudónimos
Fiksi PenggemarEstá ficción cuenta la historia de dos internautas, Amaia y Alfred que coincidieron en un chat de músicos y que con el transcurso de los días decidieron abrir uno privado en busca de más complicidad. El día que se iban a conocer en persona una de el...