CAPÍTULO XVI

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POV Alfred

Mi niña debía estar agotada porque minutos después de subirnos al taxi y de sentarse lo más próxima a mí ya estaba medio adormilada. Creo que no había conocido a una persona con tanta facilidad para quedarse dormida.

La desperté cuando apenas quedaban unos kilómetros para llegar a casa a base de pequeños besos y susurros y aún así me lleve una sonora protesta por su parte. En esos momentos no sabía si morirme de risa o morirme de amor porque era un absoluto bebe. Nada más entrar en casa se fue despojando de la ropa mientras se dirigía a la habitación. No me atreví a decirle nada porque estaba como medio en trance y no me quería volver a llevar un gruñido. Caminé detrás de ella y cuando me aseguré que ya estaba dentro de la cama desanduve mis pasos para recoger el reguero de ropa que había dejado por el pasillo.

Madre mía y eso que decía que ahora ya era más ordenada.

Te ha demostrado que lo es, su maleta y la habitación del hotel estaban impecables.

Pues espera a verla con dos copas de más.

Estaba seguro que había cambiado y que el sueño y el agotamiento era el responsable de su actitud, bueno igual también había un poco de provocación y de buscar mis límites en esa acción pero para saber si era así tendría que esperar a que descansará lo suficiente como para ser persona.

Dirigí mis pasos hacia el baño no sin antes comprobar que mi niña seguía bien y después de quitarme las lentillas, cepillarme los dientes y desvestirme allí para hacer el menor ruido posible regresé a la habitación y me colé bajo las sábanas intentando no molestar su sueño. Pero no había terminado de ponerme cómodo sobre el colchón cuando ella giró sobre sí misma para acoplarse a mi cuerpo. Ese sencillo gesto me había enternecido sobremanera y no pude evitar dejarle varios besos sobre su cara. Su respuesta aún fue más maravillosa, diciéndome entre sueños que no dejara de comerle la cara.

Es que no puedes ser más bonita A-Marte y aunque pongas mi mundo patas arriba ya no podría vivir sin todas las sensaciones que me provoca tenerte cerca.

Creo que me quedé dormido escuchando su respiración y viendo los minúsculos movimientos que hacía al dormir. Tampoco fui consciente de cuándo se había despertado, pero en cuanto comprobé que las sábanas estaban frías, tardé un segundo en salir de la cama e ir su búsqueda.

Bueno creía saber dónde iba a estar así que directamente me encaminé hacia el salón y allí estaba semidesnuda mirando la noche a través de la ventana. No podía estar más bella iluminada por la luz de la luna llena, no había dado muestra de haber notado mi presencia así que me acerqué muy despacio a ella y apenas cuando me faltaba un metro para llegar se dirigió a mí sin dejar de ver eso que tanto le llamaba la atención.

_ Me vas a odiar por haberte hecho salir de la cama nuevamente.

_ Nunca podría odiarte y menos por eso.

_ Pero sí por dejar mi ropa tirada por toda la casa, ¿no? - me dijo girándose y mirándome con intensidad.

_ ¿Estás haciendo méritos para qué lo haga, Amaia? Porque creo que te quiero tanto que nunca podría hacerlo.

No dejaba de morderse el labio y de mirarme de un modo tan provocativo que estaba empezando a sentir como se estaba despertando todo mi cuerpo sin ni siquiera tocar su piel o probar su boca. Pero ya cuando empezó a deslizar sus manos hacia el tanga y se lo quitó mostrándome todo su esplendor ahí ya no pude más. Acorté la mínima distancia que nos separaba, la pegué a mi cuerpo mientras buscaba su boca desesperadamente y deslizaba mis manos lentamente por todas y cada una de sus curvas recreándome especialmente en sus pechos que estaban igual de endurecidos que mi longitud.

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