En Hinokoku las personas tenían una característica étnica especial. Su color de ojos. Nunca serían opacos, sino, que serían tan brillantes como las joyas más caras de un imperio en apogeo.
Un par de veces, Shoto junto a sus hermanos mayores se había escapado de sus deberes —aburridos deberes— como herederos al trono de Endveador para ir al la sala de reuniones de su padre y madre cuando los iban a visitar los reyes de Hinokoku, Masaru Bakugou y Mitsuki Bakugou.
Era muy pequeño la primera vez que vio a los reyes extranjeros de cerca y no fue una reunión larga, sus hermanos lo mantuvieron escondido detrás de una pared secreta que tenía el salón pero logró distinguir la belleza de la reina Mitsuki.
Una mujer imponente en ropas...en poca ropa pero muy bella. Un cabello de color ceniza tan corto que nunca había visto en una dama noble y unos ojos rojos como los rubíes más brillantes que hubiera imaginado.
Touya y Natsuo hablaron mucho sobre ella, de lo bella y poderosa que parecía. Fuyumi hizo teorías sobre si seria una metamorfaga como algunos de los habitantes de Hinokoku. Y él, pese a ser tan joven, nunca olvido a aquella mujer, ya que realmente parecía ser alguien impresionante.
Por eso, ahora que vió a alguien tan parecido a ella en un momento de su vida tan delicado, no podía evitar pensar que era una señal de los dioses que debía apresurarse en salvar a Touya.
Tenía ojos rojos, ¿será un extranjero de viaje? ¿un metamorfago que hizo una parada en nuestras tierras? Hablaba el lenguaje de forma muy fluida.
El joven heredero se puso de pie lentamente, el uso excesivo de un solo tipo de su magia lo tenía muy desequilibrado pero gracias a la amabilidad de aquel extranjero —no le cabía dudas de que no era parte de su reino, su color de ojos era anormal— se sentía algo mejor.
Pudo caminar sin sentirse mareado hasta la iglesia abandonada dentro de la capital, donde su hermana mayor, claramente angustiada, le dio la bienvenida.
—Shoto, menos mal, pensaba salir en tu búsqueda si demorabas un solo minuto más —se le acercó inquieta y poniendo sus manos sobre sus hombros —Natsuo ya se llevó a Touya a casa, él nos dijo que saliste a buscarle algo de comer. Pero no debiste salir en esas condiciones, ¡es peligroso!
—Lo lamento, hermana —se disculpo ya que la mayor estaba claramente afectada — ¿Cómo estaba Touya-nii cuando llegaron?
—Muy frío y pálido, sus heridas...—murmuro, con una expresión de puro dolor e impotencia —Estaban sanando, pero Natsuo le llevaría un sanador a su habitación.
— ¿Los demás no están empezando a sospechar de eso?
Fuyumi pareció contener un suspiro lo que Shoto tomo como una confirmación.
—Los espías de los nobles están en todos lados —afirmo con preocupación —No importa cuántos descubra, siempre aparecen más.
El bicolor se sintió mal al ver a su hermana tan frustada con el tema. En el palacio, no había nadie mejor que ella para deshacerse de los espías de los nobles de la corte, pero en el último tiempo eran tantos que no podía con todos y los rumores de ella como "una princesa malcriada" que despedía a cuánto sirviente se le antojara, estaban circulando entre la sociedad.
Y eso no era favorable para su posición.
—Volvamos a casa —desvió su atención, tomando su mano para escoltarla hasta el carruaje que les esperaba.
Realmente, tenía que encontrar la forma de llegar a Izuku Midoriya cuánto antes.
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Reiniciar [TodoBaku]
FanfictionKatsuki Bakugou se mezcló con el color rojo de su capa, su corazón murió años atrás con aquel primer evento que marcó su vida y su mente torturada no dio espacio a la misericordia. Peleó, peleó y peleó, lo apodaron el príncipe en busca de la sangre...